Un grupo de líderes cristianos se reunieron el pasado viernes con el presidente Barack Obama en Washington para discutir y avanzar soluciones con respecto a la inmigración.
Entre los líderes que asistieron a la reunión se encuentra
Samuel Rodríguez, presidente de la Conferencia Nacional Hispana de Liderazgo Cristiano (NHCLC, por sus siglas en inglés), que mostró su satisfacción tras la reunión con el mandatario del país.
“Nuestra reunión con el presidente me llenó de esperanza y optimismo. La resolución del presidente en conjunto con el apoyo evangélico facilita la prescripción de una solución exhaustiva a la crisis estadounidense de inmmigración,” dijo Rodríguez.
En enero de 2013 cuatro senadores demócratas y cuatro republicanos, incluyendo Marco Rubio, senador del estado de Florida, dieron a conocer un plan para una reforma de inmigración, que incluye el legalizar la situación de millones de inmigrantes indocumentados en el país, incluyendo una vía hacia la ciudadanía.
VOLUNTAD DEL GOBIERNO
“Tanto el presidente como líderes de fe entienden que la ciudadanía debe ser algo ganado, sin embargo el negarla crearía una sociedad de dos capas,” dijo Rodríguez.
Otros líderes cristianos que junto a Rodríguez se reunieron con el presidente fueron Leith Anderson, de la Asociación Nacional de Evangélicos, Stephan Bauman, presidente de la organización World Relief, el arzobispo José Horacio Gómez, de la Archidiócesis de Los Angeles, y el pastor Gabriel Salguero, presidente de la Coalición Nacional Evangélica Latina.
También Robert Gittelson, consejero sobre inmigración para la NHCLC y co-fundador de la organización Conservadores para una Reforma Exhaustiva de Inmigración, que explicó que
el presidente y los líderes cristianos participantes en la reunión muestran “la intención de encontrar respuestas que son justas para todos los estadounidenses…Demuestran un compromiso para tratar a todos con decencia y dignidad.”
La reforma de la ley de inmigración podría estar próxima. Gran parte del liderazgo evangélico en Estados Unidos apoya la reforma,
como se pudo comprobar recientemente con la campaña “I was a stranger”.
APOYO MAYORITARIO
La Casa Blanca dijo que la asistencia de representantes de diversos credos fue “indicativo del creciente consenso a través del país a favor de reparar el disfuncional sistema migratorio”.
“El presidente agradeció a los líderes por su apoyo y reiteró su firme compromiso para trabajar con el Congreso de una manera bipartidista, de manera que puede aprobar pronto y mandar a su escritorio una ley de reforma de sentido común”, se lee en un comunicado.
La Administración dijo además que, durante el encuentro, los líderes expresaron sus preocupaciones sobre el impacto que el disfuncional sistema actual tiene en las familias de sus congregaciones.
PASOS A SEGUIR
El 28 de enero un grupo bipartidista de ocho senadores presentó los principios de una reforma migratoria basado en cuatro ejes: seguridad fronteriza, ciudadanía, verificación de empleo e inmigración legal.
De la ciudadanía, puso como condición que no se abriría el camino una vez esté asegurada la frontera. Y que quienes califiquen (indocumentados son antecedentes penales que paguen impuestos y cancelen una multa, entre otros requisitos) entrarán en un estado de no inmigrante que dilataría 10 años. Al término de ese plazo podrán pedir la residencia que, en la actualidad, en algunos casos demora 20 años.
Un día después del plan del senado, Obama presentó un proyecto similar pero con dos modificaciones: asegurar la frontera de inmediato –porque ya está garantizada- y abrir el camino a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados.
Quienes califiquen podrán gestionar la residencia de inmediato, documento que les llegaría a su poder en un plazo de ocho años. Deja de lado el estado de no inmigrante recomendado por el grupo bipartidista del Senado. En La Cámara de Representantes, por su parte, un grupo bipartidista elabora en privado una propuesta de ley que no tiene fecha de presentación.
El plan incluiría la legalización de miles de indocumentados, pero está en duda si concederá a los indocumentados el derecho a pedir la ciudadanía.
Para ser aprobada la reforma migratoria necesita 60 votos en el Senado, donde los demócratas dominan con 53 asientos. En la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, se necesitan 218 votos. La única manera de aprobar un proyecto es por medio de un acuerdo bipartidista previo.
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