Alicia Castilla, misionera cristiana, fue asesinada el pasado lunes 7 de enero en Arauca, en el norte de Colombia, donde las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional operan y donde los misioneros cristianos sufren persecución, según ha denunciado Puertas Abiertas en los últimos años.
Según las fuentes de Puertas Abiertas, un grupo de hombres armados entraron en el hogar familiar mientras se celebraba un devocional. Allí abrieron fuego sobre ella, matándola al instante delante de sus tres hijos y su padre.
Un trabajador de Puertas Abiertas que pidió no ser identificado por razones de seguridad, dijo que antes de salir de la casa, los guerrilleros amenazaron al hijo de Castilla, Hernán, de 18 años, advirtiéndole que los demás miembros de la familia serían asesinados si en tres días no abandonaban la región.
Colombia ocupa el
puesto 46 en el ranking mundial de países que persiguen a los cristianos, que acaba de publicar Puertas Abiertas. Tiene el triste honor de ser el primero de Latinoamérica que aparece en esta lista, tras países de integrismo islámico o regímenes dictatoriales comunistas.
ASESINADO POR PREDICAR
Alicia Castilla era viuda desde enero de 2011, cuando un grupo de guerrilleros asesinó a su marido, el predicador evangélico Nelson Ramos.
Ramos, que había llegado a la fe en Cristo dos años antes de su muerte, compartía el evangelio en Saravena, ciudad próxima a la frontera de Colombia con Venezuela. Pocos meses después de su conversión, el ELN emitió su primera orden de expulsión contra él y su familia.
“Cuando Nelson predicaba, las personas se sentían atraídas por el evangelio”, dijo el trabajador de Puertas Abiertas. “Siempre estaba hablando de Cristo”, recuerda.
FAMILIA COMPROMETIDA
Hernán Ramos, hijo de la pareja, dijo que más allá de denunciar a su padre por su afán de predicar sobre Jesús, los guerrilleros nunca han explicado el por qué de tanta violencia hacia su familia. Después de haber recibido amenazas durante el año 2010, los guerrilleros entraron en la casa y dispararon al padre de familia, Nelson Ramos, con su esposa y sus dos hijas pequeñas de testigos presenciales.
En los meses que siguieron a la muerte de Ramos, Alicia Castilla temía que su hijo intentaría vengar la muerte de su padre. Pero en un encuentro en julio 2011 entre algunos hijos de misioneros que han perdido a uno o a ambos padres, Hernán renunció a su promesa de unirse al ejército colombiano para entrenarse y vengar el asesinato de su padre. Al contrario,
Hernán optó por bautizarse y se involucró en varias actividades de la iglesia.
Alicia Castilla, de unos 40 años de edad, se unió a un grupo de Puertas Abiertas que apoya a las viudas víctimas de la persecución. El grupo se formó en Arauca en 2010 y hoy cuenta con unas 30 familias en todo Colombia. El trabajador de Puertas Abiertas que informa vio por última vez a la misionera el pasado 21 de diciembre, en Saravena, durante la celebración de un taller donde Hernán reiteró su compromiso de no vengar la muerte de su padre.
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Mientras ella estaba en Savarena, los guerrilleros visitaron la casa de Castilla, dando un tercer aviso para que se marchase. Castilla estaba dispuesta a mudarse, pero su anciano padre no quería salir de allí.
“Ella siempre estaba dando testimonio sobre el perdón y sobre vivir en paz”, dijo el trabajador de Puertas Abiertas. “Alicia era una mujer que estaba muy comprometida con Dios, pero desde el principio ella estaba muy preocupada por las amenazas”.
Aunque las autoridades de los gobiernos locales tienen la obligación de retirar las víctimas de asesinato de la escena del crimen, el miedo que reina es tan grande que se negaron a recoger el cadáver de Castilla, por temor a las represalias de los insurgentes Finalmente los trabajadores de la funeraria fueron quienes trasladaron su cuerpo sin vida.
“Las autoridades locales entienden que los guerrilleros la consideraban su enemigo, y prefieren no visitar ciertos lugares”, dijo el trabajador de Puertas Abiertas.
UN LUGAR PELIGROSO
Fundado en 1964, el ELN es uno de los grupos ilegales armados que
luchan por el control de los recursos petrolíferosen esta área a lo largo del este-central de Colombia, en la frontera con Venezuela.
Los grupos violentos utilizan el departamento de Arauca como una ruta de narcotráfico, reclutan por la fuerza a los niños en sus filas, y persiguen a aquellos que se oponen a ellos, entre ellos a la iglesia. La cultura de la muerte y la violencia gobierna la región en medio de una atmósfera de miedo y venganza.
“El ELN cree que a los cristianos les han lavado el cerebro con la Biblia, y que nunca van a apoyar su revolución”, dijo el trabajador de Puertas Abiertas. Sospechan además que los cristianos son espías e informantes para el gobierno, y se quejan de que den dinero a sus iglesias y se nieguen a apoyar las actividades de los rebeldes. “También saben que cuando los cristianos ayunan y oran, los planes violentos de la guerrilla contra ellos sufren un 'curioso' impedimento”.
“Debemos orar por Hernán y su familia, para que su propuesta de no violencia siga firme en su corazón y no se despliegue una cadena de venganza, sangre y de odio", dijo el coordinador de Puertas Abiertas de Arauca. “Oramos por su protección, y también por sus hermanas pequeñas Rosmy y Jackeline, con edades de 9 y 6 años, que ahora se enfrentan a la vida sin sus padres”.
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