Los amish de Estados Unidos fueron noticia recientemente por constituir uno de los grupos religiosos de más rápido crecimiento en ese país, según un censo realizado por investigadores de la Ohio State University.
Hoy vuelven a estar en la primera plana de la prensa internacional por la
celebración de un juicio a 16 de ellos, perteneciente a una comunidad de Cleveland, Ohio, que han sido acusados de crímenes motivados por el odio. Adicionalmente se les imputan cargos por conspiración, manipulación de pruebas y obstrucción a la justicia. La condena podría llegar a los 20 años de cárcel.
Uno de los imputados es el líder del asentamiento de Bergholz, Samuel Mullet, padre de 17 hijos). Según el informe de los hechos que se juzgan desde el lunes 27, Mullet, de 66 años, permitió que se propinaran palizas a los que desobedecían las normas, llegó a tener relaciones sexuales con mujeres con el fin de “purificarlas” e incluso,
el otoño pasado instigó a sus seguidores a cortar el pelo y la barba de “los supuestos pecadores”, acto considerado muy ofensivo en la cultura amish.
Para este grupo religioso –escindido de los menonitas- dejarse la barba en los hombres tras el matrimonio es símbolo de la identidad masculina, de la misma forma que la obligatoriedad para las mujeres de dejarse el cabello largo.
LA DETENCIÓN
Tras los incidentes,
hechos públicos en octubre de 2011, dieciséis personas fueron detenidas, 10 hombres y seis mujeres, todas ellas
integrantes de un grupo disidente que se había traslado en 1995 a las montañas del Estado de Ohio a raíz de disputas de contenido religioso con otros miembros de la comunidad.
La Fiscalía sostiene que
los ataques del grupo liderado por Mullet son una venganza por su fallido intento de excomulgar de la religión amish a ochofamilias que abandonaron Bergholz hace unos seis años.
DEFENSA DE LOS ACUSADOS
Los acusados -entre ellos cuatro hijos de Mullet y tres de sus sobrinos-
se oponen claramente a que el Gobierno de Estados Unidos se haya inmiscuido en lo que para ellos simplemente son cuestiones disciplinarias internas y “que por supuesto no implican un sesgo anti-amish”. Todos rechazan los cargos y han desestimado una oferta de acuerdo de la parte acusadora que implicaba condenas de entre dos y tres años. Dos de ellos han alegado que los crímenes de odio, que pueden ser penados con la cadena perpetua, no se aplican a las disputas intrarreligiosas.
Mullet ha defendido su postura en varios medios y ha asegurado que él no ordenó los cortes pero que tampoco los detuvo. “Ustedes cuentan con sus leyes ciudadanas o de tráfico. Si alguien las desobedece son castigados. ¿Y yo no tengo el derecho a castigar a mi propia gente?”, aseguró este líder amish en octubre 2011. “Si cada familia pudiera hacer lo que quisiera, ¿qué clase de religión sería la nuestra?”, añadió entonces.
LAS COMUNIDADES
La
ortodoxia amish se define como cristiana, y aunque tiene raíces en la Europa del siglo XVII, la inmensa mayoría de sus 250.000 integrantes vive en Estados Unidos. En la actualidad existe una docena de grupos amish viviendo en el Condado de Holmes en Ohio, una de las comunidades más numerosas del país. “Ha aumentado el número de estas iglesias que permiten tecnología en su modesta y simple vida. Unas decisiones que chocan entre los miembros, incluso hay casos de jóvenes que se han visto obligados abandonar a sus comunidades”, explica el profesor de antropología Wooster College.
Estas comunidades, sin embargo, s
uelen mantener relaciones de cooperación, algo que no ocurre en el caso del aislado grupo de Bergholz, según ha explicado el antropólogo David MacConnell, experto en el grupo religioso.
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