Comenzando por el principio,
Dan Cathy, fundador de la cadena de sándwich de pollo Chick-Fil-A, mostró en una entrevista su apoyo a la definición del matrimonio tradicional. Su opinión no gustó a organizaciones en apoyo del matrimonio homosexual, que comenzaron a hacer presión para denostar públicamente a la cadena de restaurantes; llegando a involucrarse políticos reconocidos de ciudades como Chicago o Boston. Para mostrar su descontento,
convocaron una jornada conocida como “Kiss In” en la que
invitaban a parejas homosexuales a acudir el viernes 3 de agosto a cualquier restaurante de Chick-Fil-A para besarse públicamente.
No quedó el asunto en anécdota.
Muchos cristianos mostraron públicamente su apoyo a Dan Cathy. El ex gobernador de Arkansas,
Mike Huckabee, no estaba de acuerdo con lo que consideraba un ataque a la libertad de expresión, y para mostrar apoyo a Dan Cathy
convocó una jornada de “Apoyo a Chick-Fil-A”, dos días antes de la manifestación pro-gay. A través de una página en Facebook lanzó la idea de apoyar masivamente a la cadena de comida acudiendo el miércoles 1 de agosto a comer al lugar.
La iniciativa parecía contar con un gran apoyo en las redes sociales;
y el miércoles pudo comprobarse que había calado en gran parte de la población. Muchos medios de comunicación presentaron imágenes de restaurantes llenos, colas para comprar un sandwich, y hasta algunos negocios tuvieron que colgar el cartel de “no queda pollo” ante la avalancha de pedidos.
La convocatoria de Huckabee había sido un éxito de participación.
“Se ha ido más allá de lo que podría haber imaginado”, dijo Huckabee a Fox News. “Cada una de las tiendas que yo conozco ha informado de unas ventas históricas el miércoles”, expresó satisfecho. Desde el departamento de comunicación de la empresa se expresó también agradecimiento a todos los que acudieron.
La expectación continuó el viernes, día en el que muchas parejas homosexuales acudieron a algún Chick-Fil-A para besarse. Un acto de “protesta”, sin embargo, mucho más moderado en asistencia.
Apenas se dieron algunas anécdotas. En un Chick-fil-A en Torrance (Los Angeles) unos vándalos
pintaron la pared lateral del restaurante en la noche del jueves con la frase “Sabor a odio”. Sin embargo, el restaurante explicó que el viernes fue para ellos un día “normal” con un flujo de clientes habitual. De hecho, había un pequeño grupo de manifestantes con carteles que decían “Jesús es la única respuesta”, según Los Angeles Times.
Mike Huckabee, lejos de plantearlo como una competición, explicó que el día del “beso” no le suponía ningún problema. “Si creen que va a ayudar a su causa poner a personas del mismo sexo besándose en un lugar público frente a las familias, si ellos creen que eso va a animar a la gente a ser más comprensivos con ellos, adelante (…).
Creo que la gente tiene derecho a hacer cosas con las que yo no esté de acuerdo. Lo que no quiero hacer es apagar las voces de los cristianos, porque no me gusten esas voces”.
PLENA LIBERTAD
El asunto, lejos de ser anecdótico
, ha servido para traer a la palestra un debate más profundo. ¿Acaso no pueden los cristianos expresar su opinión con libertad con respecto a cualquier asunto? En su blog semanal, el profesor del seminario Fuller Juan Francisco Martínez reflexiona sobre esta disyuntiva.
En el artículo,
Martínez denuncia el juicio injusto que se aplica a los empresarios cristianos. “Varios dueños de compañías han hecho donativos a organizaciones que apoyan el estilo de vida homosexual y nadie ha protestado, ni se ha escuchado a políticos denunciar tales donativos. Pero cuando alguien hace lo mismo, pero en defensa de una perspectiva pro-matrimonio se dice que dicho negocio no es bienvenido. Siendo que la mayoría de evangélicos, católicos, musulmanes y muchos otros comparten la misma postura sobre el matrimonio (…) ¿significa que estas personas no son bienvenidas a establecer negocios en las ciudades mencionadas? O ¿será que el propósito de esta acción es callar las voces a favor del matrimonio tradicional por medio de maniobras políticas y presión económica?”.
Pero por otra parte,
el autor defiende la necesidad de que la defensa del matrimonio tradicional se realice siendo claros “sobre lo que queremos logar en una sociedad pluralista”. Porque así como hay una agenda pro-matrimonio gay, “también hay cristianos que quisieran imponer una teocracia en los Estados Unidos”.
En una sociedad con posturas enfrentadas es importante pensar en las consecuencias de las acciones. “¿Cuál es el futuro que buscamos, uno en que un lado “gana” y el otro “pierde”? - se pregunta Juan Francisco Martínez - ¿Una postura donde se utilizan etiquetas acusadoras para “deshumanizar” al otro/a? ¿Qué mensaje queremos dar los cristianos a las personas que no están de acuerdo con la definición bíblica del matrimonio?”. Por ello, concluye que “así como tenemos derecho a vivir como cristianos y de defender lo que creemos, que no se nos olvide que si queremos que haya espacio para nuestro punto de vista, también tenemos que permitir que se presenten otras interpretaciones.
En una sociedad pluralista sólo habrá verdaderamente libertad de religión cuando los que somos religiosos también defendamos la libertad de no-religión”.
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