La dimensión de Neymar supera los límites estrictamente deportivos. Se ha convertido en un fenómeno sociológico que recibe el mismo trato que una 'pop star' o una estrella de cine. Es un ídolo de masas intergeneracional e interclasista que tiene cautivados a cada uno de los 190 millones de sus compatriotas.
Incluso desbancó a Kaká a mediados de 2010 como el futbolista, y por extensión el deportista, más querido en Brasil, como lo atestigua el estudio realizado por la empresa 'Sport+Mark'.
Es admirado por su fútbol, que encarna los preceptos clásicos de la escuela brasileña (técnica, magia, espectáculo), pero, también por la imagen y los valores que transmite. El brasileño se siente reflejado en el desparpajo, la naturalidad. Neymar simboliza la alegría y las contradicciones que hacen de Brasil un país único.
Todos quieren sacarse fotos a su lado, desde la presidenta Dilma Rousseff, a cantantes consagradas como Ivete Salgado, la incombustible Xuxa o el mundo de la 'jet-set'.
UN ADOLESCENTE EVANGÉLICO
Pero sin embargo, su vida tiene una estrecha relación con la iglesia evangélica, incluso su propia carrera futbolística.
De familia evangélica,
desde los 8 años asiste a una iglesia protestante. A esa edad empezó a acudir, influenciado por Gremetal, su entrenador de fútbol-sala en aquel tiempo.
Neymar fue bautizado por el rito evangélico en 2008, en Gonzales, en la playa en San Vicente, una ciudad de 332.000 habitantes en el área metropolitana de Santos (SP). Y
continuó asistiendo fielmente a la iglesia bautista Peniel, en la que actualmente se sigue congregando.
El pastor de la iglesia, Newton Lobato, le conoce desde niño y ha relatado a diversos medios brasileños que
en una ocasión le dijo al Neymar niño que se pusiera de pie para que escuchara un mensaje que sentía de parte de Dios para él. Neymar se puso en pie, y el pastor de manera solemne le dijo que sería un instrumento de Dios y que sería un jugador importante en el mundo. Una profecía que sin duda se ha cumplido en lo que respecta a la segunda parte.
Neymar es tímido en el culto y se sienta por lo general en las últimas filas, intentando pasar desapercibido. No le gusta salir en público a dar su testimonio. Los responsables de la iglesia han pedido a los fieles que no acosen al jugador durante el servicio religioso.
Como futbolista Neymar reconoce la influencia de Dios en su talento y visita la iglesia una vez por semana, donde sigue entregando (desde los doce años) su diezmo; que actualmente supone cerca de 20.000 euros anuales. Y
mantiene una vida de orden bajo la tutela de su padre, que le dio una gran regañina al saber que había dejado embarazada a su novia de 17 años. Esto no quitó que asumiera la responsabilidad de su hijo, Davi Lucca, y Neymar padre tiene aún la esperanza de que finalmente su hijo llegue a casarse la madre de su nieto. "Tal vez maduren y lleguen a vivir juntos", dijo.
También ha sabido hasta ahora mantener detrás del astro al joven hogareño y apegado a los suyos, y Neymar sigue yendo al modesto peluquero de siempre, que es quien patentó su peinado.
JOVEN RICO
Su padre, que es también su manager, controla el dinero del jugador intentando evitar que ser un millonario le afecte en los valores esenciales de las vida cristiana. Aunque lo tiene difícil, como se ve en que Neymar está empezando a tener un estilo de vida millonario. Ha adquirido recientemente en Guaruja (SP) una mansión por $ 4 millones. Tiene un apartamento triplex en Santos que se valora en $ 1.5 millones, un apartamento en Sao Paulo de $ 300 001 y un Porsche Panamera Turbo R $ 300 mil. Y la carrera de Neymar millonario acaba de comenzar.
Fuera de Brasil, se ha podido asociar, tal vez de forma equivocada, su peinado y sus pendientes a una actitud chulesca. En realidad, Neymar se divierte como adolescente que es tiñéndose la cresta, o cambiando su imagen en 'Twitter' donde tiene más de 2.250.000 seguidores y a menudo comenta las novedades de la telenovela de moda.
Pero quien trabaja junto con él, habla maravillas. El vestuario del Santos admira su capacidad de liderazgo y el hecho que dé siempre la cara. Su técnico, Muricy Ramalho, no se cansa de destacar su humildad, su amor por el fútbol, su sencillez y su capacidad de aislarse de toda la presión que lo rodea.
La cuestión está en si sabrá asimilar lo que le rodea (como ha sabido hacer Kaká) o si finalmente la fama, el dinero, y el estilo de vida de la farándula futbolística le apartará -como al joven rico del Evangelio- de la fe de aquel Dios que un día, con poco más de 8 años, a través de su pastor le anunció que sería una estrella del fútbol.
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