Volpe , le ha pedido al primer ministro que reflexione sobre su situación personal como líder y su responsabilidad a la hora de gestionar el poder.
En una carta abierta, Volpe apunta a la trayectoria del rey David, en el Israel del Antiguo Testamento, un gobernante que también cometió graves errores pero que se arrepintió de ellos.
Silvio Berlusconi, el máximo mandatario en Italia, siempre ha defendido a capa y espada su condición de católico. Forma parte de su forma de entender la vida, y ninguno de los escándalos que envuelven su vida personal y pública parecen ser capaces de poner en cuestión su imagen de cristiano convencido.
Quizá por esto,
Raffaele Volpe, presidente de la Unión Bautista italiana, ha decidido dirigirse al primer ministro para pedirle que reflexione desde un punto de vista bíblico sobre todo lo que ha rodeado la política del país en los últimos meses. En una carta abierta, Volpe ha apelado a la sensibilidad cristiana de Berlusconi y le ha propuesto que imite la actitud de David, rey de Israel, que “como hombre de gobierno tampoco supo siempre hacer frente a la delicada relación entre el poder y la responsabilidad”.
La carta, clara y concisa, es un llamamiento a la reflexión y en ella se muestra un franco deseo de que el primer ministro italiano siga los pasos de David, que “hizo compromisos muy claros en los que puso un límite a su poder y dejó clara su propia responsabilidad”.
Más adelante,
Volpe invita a Berlusconi a meditar sobre el Salmo 101, en el que el rey israelita se colocaba ante Dios para comprometerse a vivir una vida recta. “En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa, no pondré delante de mis ojos cosa injusta”, dice uno de los versículos mencionados en la carta. Y sigue: “Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo, sólo estarán a mi servicio los de conducta intachable”.
REFLEXIÓN HONESTA SOBRE LOS ESCÁNDALOS
La petición Volpe llega en un momento en el que las acusaciones contra Berlusconi ya se acumulan desde muy diversos frentes. Los últimos escándalos relacionados con la supuesta participación de prostitutas menores de edad en fiestas organizadas por el primer ministro se unen a un cúmulo de casos abiertos por otras formas de abuso, que se discuten diariamente en los medios de comunicación italianos, en los juzgados, en el parlamento y en las calles.
Todo ello ha llevado a una dividir claramente la sociedad italiana. Por un lado está el sector de la población que confía en las palabras de Berlusconi, y cree que la izquierda quiere derrocar con acusaciones falsas a un líder al que no consiguen vencer en las urnas. La otra mitad de italianos consideran inaceptable que un líder de un país democrático se vea envuelto en tantas situaciones difíciles de justificar.
DIFERENTES ACERCAMIENTOS A LA SITUACIÓN
En los ya largos meses de disputas públicas sobre la honorabilidad de Berlusconi, el Vaticano sólo ha intervenido hasta el momento para pedir “sobriedad y decoro” a un dirigente al que apoya implícitamente.
En este sentido, el analista Sandro Magister, experto en asuntos religiosos en Italia, opina: “No es cierto que sean los negocios lo que mueve a la jerarquía católica a apoyar a Berlusconi, sino el pragmatismo, la conciencia de que el Gobierno de centro derecha garantiza más y mejor que la oposición las cosas que importan más a la Iglesia: la defensa de la vida, el aborto, la eutanasia, la educación libre”.
Ante la posición predominante católica, centrada en la actuación inmoral, la carta de los bautistas evangélicos muestra un alternativa, un interés en ir más allá de las fachadas. Las palabras de Volpe expresan el deseo de que Berlusconi reflexione profundamente sobre la situación de esta “época de degradación de la moral italiana”. La carta acaba pidiendo a Berlusconi que sea honesto, y “haga frente a una palabra más autorizada que la mía o que la de cualquier otro”, dice Volpe. “Una Palabra -en referencia a la Biblia- que tiene efectivamente la autoridad de juzgar y de absolver”.
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