Ajustada derrota de Joachim Gauck ante Wulff para la Presidencia de Alemania

Merkel solo pudo hacer valer a la tercera su sobrada mayoría absoluta en la Asamblea Federal, que en dos vueltas negó al democristiano Wulff los votos necesarios para acceder a la jefatura del Estado. La votación del presidente, un trámite más bien burocrático en otras ocasiones, se convirtió en un espectáculo televisado lleno de incertidumbre. Pasadas las nueve de la noche, Wulff se impuso por fin al candidato de la oposición socialdemócrata (SPD) y verde, el independiente Joachim Gauck. El democristiano Wulff, de 51 años, fue investido ayer en el cargo.

Merkel sufrió una rebelión de nueve horas entre los delegados democristianos y liberales, que no dieron la victoria a su candidato hasta la ronda decisiva e incluso abrieron la puerta a una posible victoria de Gauck. Sin embargo, el partido La Izquierda negó su apoyo al candidato del centro-izquierda. SPD y verdes recurrieron al pastor protestante por su popularidad como opositor al régimen socialista de la RDA y como ex director del archivo de su policía política, la temida Stasi.

El tirón mediático y popular de Gauck le sirvió para obtener en las tres rondas más votos de los que sumaban las fracciones socialdemócrata y verde. Votos que demuestran el descontento con el Gobierno en sus propias filas. Pero sobre todo un triunfo para la democracia y una humillación para Merkel, según los analistas alemanes.

El todavía primer ministro de Baja Sajonia, el político de carrera Wullf, no es el primer presidente elegido en tercera vuelta. Roman Herzog es un ejemplo más y se convirtió en uno de los presidentes más populares en este país.

Los goles en propia meta de representantes del Gobierno de centroderecha, que no lleva ni nueve meses en el poder, reflejan la tensión en el seno de la coalición. Ya sea el paquete de austeridad, la política sanitaria o la reforma fiscal, la Unión Cristianodemócrata (CDU), su ala bávara, la Unión Cristianosocial (CSU) y los liberales del FDP viven en un eterno debate que llevan a la calle. Entre la canciller, Angela Merkel, y su vicepresidente y líder de los liberales, Guido Westerwelle, no hay química.

El pastor evangélico, que nació en Rostock, en el Este de Alemania, está considerado una de las voces más reputadas de la Alemania pos Muro, un convincente orador y una figura de la reconciliación. Quien optó por quedarse en la RDA y fundó el Neues Forum, la plataforma de la disidencia de la Revolución Pacífica contra la RDA, acabaría siendo el encargado por Helmut Kohl para tutelar los documentos de la Stasi, la policía política de la Alemania comunista; cargo que desempeñó hasta el 2000.