El brasileño acaba de publicar en Twitter una foto anunciando así su participación en el proyecto de acción social que promueve el actor estadounidense Ashton Kutcher. El mediapunta de la selección carioca anunció de esta forma su apoyo a la campaña
“Los hombres de verdad no compran mujeres”, de la que una figura destacada es el antes mencionado Kutcher.
Kaká, que se encuentra ya en Brsail, de vuelta de Sudáfrica, sorprendió poniendo en su cuenta de Twitter una foto con la camiseta brasileña que lleva su nombre y el número 10, sosteniendo un gran cartel en sus manos con el lema de la campaña en inglés:
“Real Men Don’t Buy Girls!”. Toda una concienciación contra la rama de la trata de personas más extendida en todo el mundo, el comercio de mujeres que son destinadas a la prostitución forzosa. La campaña incide, como su lema indica, en quienes "consumen", ya que son los hombres que "compran" sexo quienes forman el eslabón final de la cadena que esclaviza a las mujeres prostituidas.
Hace poco Kaká, que es embajador contra el hambre del Programa Mundial de Alimentos (PMA), anunció su
participación en una campaña de concienciación entre los jóvenes sobre la importancia de combatir el hambre, que actualmente afecta a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo.
KAKÁ, «CHICO MALO» EN EL MUNDIAL
Junto a sus “buenas acciones” a Kaká le han sacado en este último Mundial tres tarjetas amarillas, dos de ellas en el mismo partido, lo que supuso una expulsión. Esto es algo inusual para el brasileño Kaká, fiel de una iglesia evangélica pentecostal brasileña y considerado siempre como un modelo de conducta. Parece haberse convertido en un "bad boy" en el Mundial de Sudáfrica.
"Fue mi primera falta en el partido, no hubo maldad, fue una falta normal de juego", lamentó el madridista, quien, sin embargo, admitió que lo ocurrido le obligaba a cuidarse en el partido de cuartos ante Holanda, ya que una nueva amarilla hubiese significado perderse el choque decisivo en caso de que Brasil hubiese ganado al cuadro naranja, algo que finalmente no ocurrió quedando Brasil fuera del campeonato de selecciones.
Las sanciones disciplinarias son una novedad en la carrera de Kaká. Antes de la tarjeta roja (doble amarilla) recibida en el partido contra Costa de Marfil, sólo había sido expulsado de la cancha en dos ocasiones, al inicio de su carrera, cuando todavía jugaba en Brasil.
A lo largo de su trayectoria, Kaká marcó diferencias con sus compatriotas y con otros cracks del fútbol mundial. Se casó joven con la que había sido su novia desde la adolescencia, Caroline Celicco, con quien tiene un hijo, Luca, de dos años de edad. Y nunca le interesó el guión "noche-discotecas-sexo casual" seguido por tantos de sus colegas.
"Yo trato de relajarme lo máximo que puedo, y lo hago con mi familia", respondió cuando le preguntaron qué hacía en su tiempo libre.
Kaká atribuye a su fe su capacidad de conciliar armónicamente las condiciones de estrella del deporte y de padre de familia sin dejarse "marear" por los millones de euros que ha acumulado a lo largo de su carrera: "Yo tengo mis valores bíblicos, y los pongo por encima de todas las cosas. En mi escala de valores, el dinero no es prioridad".
La imagen de "niño bueno" de Kaká está tan consolidada que la serie de sanciones disciplinarias que sufre en Sudáfrica generó sorpresa entre los brasileños, que, sin embargo, recibieron la novedad con humor, y divulgaron por Internet los "Kaká bad boy facts" (las maldades de Kaká), una lista de las "crueldades" que han sido practicadas por el jugador.
"Kaká una vez pisó a una hormiga, que se murió". "Kaká lavó la ropa blanca junto con la ropa de color. Y a propósito", son algunos de los hechos descritos en la lista.
Aunque no está incluido en la lista,
hace poco Kaká contestó a un periodista en una de las ruedas de prensa de la selección carioca, acusándole públicamente de atacarlo a causa de su fe en Jesús. Juca Kafouri, periodista de la ESPN brasileña, había criticado las manifestaciones públicas de la fe de algunos jugadores brasileños en los partidos. Kaká pidió «que se respete mi fe en Jesucristo y a millones de brasileños que creen en él». Y es que Kaká es bueno, pero no tonto.
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