48 cristianos retenidos por el gobierno de Laos hasta que renuncien a su fe

Tanto el observatorio Human Rights Watch for Lao Religious Freedom (HRWLRF) como el International Christian Concern (ICC) denunciaron este incidente.

En la redada se confiscaron a todos los asistentes a la reunión sus pertenencias personales. A continuación, seis casas de cristianos fueron destruidas. No les dejan volver a la aldea y ahora «están durmiendo en el suelo sin refugio y con poca comida», según el ICC. Al parecer, los cristianos fueron retenidos después de negarse a obedecer la orden de renunciar a su fe.

A PUNTA DE PISTOLA
El Observatorio de la Libertad Religiosa informó que las autoridades incluían al jefe local, a un oficial de asuntos religiosos, a tres policías del distrito y a quince miembros de una unidad de voluntarios. «Mientras eran forzados con la pistola en la cabeza, los creyentes tomaron sólo las pertenencias que pudieron coger», indica un comunicado de la organización. La policía local continúa la vigilancia en Katin, para evitar que los cristianos regresen al pueblo. «Están sin luz, comida y agua limpia, excepto por un pequeño arroyo cercano», indicó la organización.

El año pasado, el líder local de Katin declaró que el culto a los espíritus es la única forma aceptable de culto en la comunidad. Dijo que había confiscado ganado de los aldeanos cristianos y el 11 de julio de 2009, convocó una reunión especial de todos los residentes y anunció que habían «prohibido la fe cristiana en nuestro pueblo».

PRESIÓN COMUNISTA
En Laos, un 65% de la población es budista y un 1,5%, cristiana, con unos 40.000 católicos. Las autoridades comunistas acusan a los cristianos de adherirse a creencias importadas que representan una amenaza para el sistema político. Según el último informe del Pew Forum, Laos es un país con altas restricciones religiosas gubernamentales, pero escasa persecución social.

Sin embargo, los artículos 6 y 30 de la Constitución de Laos garantizan el derecho de los cristianos y de otras minorías religiosas a practicar la religión que escojan sin discriminación o penalización. Se trata, por tanto, de un regreso al pasado, a la persecución anticristiana de los años 90, que retrocedió gracias a la presión internacional y al riesgo de perder la ayuda financiera.

Ahora, el Gobierno ha establecido relaciones estrechas con estados totalitarios vecinos como China y las autoridades vuelven a perseguir a los cristianos.