Los medios de comunicación británicos se hacen eco estos días de la pregunta sobre la necesidad o no de que haya personal de tipo religioso en los hospitales, porque se ha desvelado que la sanidad pública destina 45 millones de euros al año para la nómina de estos trabajadores.
“Creo que si a una persona se le da a elegir, elegiría a enfermeros y limpiadores, porque es un servicio que está sobrecargada, al limite de sus fuerzas. Esa situación va a agravarse con la recesión económica y es importante que se hagan ahorros, en los puestos adecuados”, dice Terry Sanderson, presidente del grupo secular.
Actualmente hay unos 400 capellanes en el Reino Unido con dedicación exclusiva y otros 3.000 más que trabajan para el sistema sanitario a tiempo parcial. Al salario, de unos 50.000 euros anuales, se suman las contribuciones a la Seguridad Social, pensiones, costes de administración, entrenamiento y el mantenimiento de las capillas y salas de oración.
LA DIVERSIDAD RELIGIOSA AUMENTA GASTOS
Sanderson ha enviado los datos al secretario de Estado para la Sanidad, Ben Bradshaw, pidiendo la revisión de la forma en que se costean las prestaciones religiosas en los hospitales públicos. La importante diversidad de grupos étnicos y credos en el Reino Unido de hoy en día dispara aún más el presupuesto.
Cualquier hospital de una gran ciudad británica tiene como mínimo una capilla para los cristianos, una sala de oración para los musulmanes y otro habitáculo especial para la meditación espiritual de quienes profesan algún otro credo. En zonas como Leicester, en el centro de Inglaterra, donde hay una amplia comunidad de origen asiático, los hospitales cuentan con capellanes hindúes, budistas y sijs.
CAPELLANES: ¿DEBEN AUTOSOSTENERSE?
La misión de los capellanes es visitar a los enfermos, confortar a las familias, administrar los sacramentos y aconsejar sobre problemas éticos. “Es un trabajo muy exigente, que a menudo se desarrolla en circunstancias difíciles. Los pacientes, los familiares y los empleados aprecian su buen hacer y su dedicación”, defienden los responsables del la red sanitaria pública.
En el bando secular no se pide la prohibición de los religiosos en los hospitales. Lo que, en cambio, reclaman es que las respectivas iglesias corran con los gastos de sus representantes. Sanderson sugiere que sea la parroquia, mezquita o sinagoga local la que se ocupe del alma de los enfermos de su zona. “Mucha gente que va al hospital viene de un barrio próximo y sería mejor si su propio vicario, pastor, rabino o imán fuera a verle”, sugiere.
“HAY DEMANDA” DE ATENCIÓN ESPIRITUAL
Paul Manson, un cura católico que trabaja en un hospital de Londres, defiende la exclusividad de su tarea porque “todos estamos muy ocupados”. “No estamos allí –añade– tratando de encontrar algo que hacer. Estamos allí porque hay una demanda”, afirma.
La Iglesia de Inglaterra también cree que es importante que se mantenga el modelo actual. “Desde hace tiempo, tanto el personal médico como las iglesias han reconocido que el cuidado espiritual es una parte intrínseca del cuidado de la gente en el hospital”, indica un portavoz anglicano. “La seguridad social paga a los capellanes –añade– porque considera sus servicios como parte de sus obligaciones en el cuidado de los pacientes, no porque las iglesias les fuercen a ello”, concluye.
Nick Fennemore, que está a cargo de los servicios de capellanía de los hospitales de la ciudad de Postsmouth, cree que “hay un malentendido sobre nuestro trabajo. La gente piensa que solo nos encargamos de la muerte, pero eso es solo una parte de nuestro trabajo. Estamos allí día y noche”.
Allan Hayes, de la Sociedad Secular Nacional, en Leicester, propone un debate público sobre la manera de pagar a los religiosos en los hospitales. “Es un asunto serio y necesita ser discutido”, afirma.
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