Colombia: La víctima del ‘Monstruo de Mariquita’ denunció tras la consejería de un pastor evangélico

La hija y víctima, Alba Nidia Álvarez Arcila, tiene 32 años y es madre de ocho hijos. Sufrió los abusos de su padre desde que su madre murió, cuando tenía 5 años de edad. “Él la maltrataba físicamente cuando ella no accedía a sus deseos o amenazaba con irse”, ha explicado la concejal Gilma Jiménez, que tuvo conocimiento del caso hace unos cuatro meses, e impulsó a esta mujer para que denunciara. Los golpes que el hombre le propinaba a uno de los hijos que tuvo con Alba Nidia, hicieron que ella tomara la decisión de huir de la casa de su padre, con seis de sus hijos. Su residencia estaba en La Cabaña, a dos horas de Mariquita (Tolima). Dos de los hijos hombres, uno de 18 y el otro de 16, se quedaron con el padre.

Los nueve meses siguientes vivió en varios sitios de Honda, y terminó en una vivienda alquilada. “Trabajaba en un restaurante desde las cinco de la mañana hasta altas horas de la noche. Lo hacía de domingo a domingo”, señala Paola Tarquino, propietaria de la vivienda. Sus hijos menores eran cuidados por su hija mayor, de 16 años, que se fue convirtiendo en su apoyo principal.
“Siempre lo he reconocido, lo reconozco y lo seguiré reconociendo como mi papá. Pero no sé por qué ocurrió esta situación”, ha declarado Alba Nidia, durante la diligencia judicial en la que dio testimonio, y de la que se retiró antes de que culminara. Durante las cinco horas que duró la audiencia de imputación de cargos y legalización de la captura, cientos de habitantes de Honda se fueron congregando frente a la sede del Palacio de Justicia, y al final de la sesión, una multitud enardecida impedía “entre arengas y amenazas de muerte” que Arcedio Álvarez, de 68 años, fuera trasladado a la cárcel de Honda.

La Fiscalía le imputó cargos por acceso carnal violento, acto sexual abusivo e incesto. Álvarez negó toda responsabilidad y se declaró inocente. La concejal Jiménez, que pide cadena perpetua para el agresor, se manifestó satisfecha con la diligencia. “Colombia tiene que comenzar a trabajar en defensa de los niños del país”, dijo. Alba Nidia añadía que las mujeres abusadas “busquen la forma de hablar y piensen en Dios, que van a salir adelante”. Los seis menores y la madre quedaron a disposición del Instituto de Bienestar Familiar, Icbf, que garantizará la protección de la familia.

LAS AUTORIDADES PIDEN QUE SE DENUNCIE
Las autoridades del país han mostrado sorpresa ante el caso de Arcedio Álvarez Quintero. Eduardo Buenaventura Gómez, director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), en el Tolima, ha explicado que nunca tuvo referencia de una historia de estas proporciones en el país. Según el funcionario, es preocupante que una situación de tantos años, donde no sólo hubo incesto y abuso sexual del agresor hacia la hija, sino también hacia las hijas-nietas, no haya sido denunciada por nadie.

“Cómo es posible que durante tanto tiempo, porque entendemos que son casi 30 años, nadie haya denunciado”, afirmó Buenaventura. A Mariquita, además del director regional, se desplazó un equipo interdisciplinario de sicólogos, trabajadores sociales y nutricionistas de Ibagué, Honda y Bogotá, para evaluar la situación de los seis menores, a cargo de Alba Nidia.

PASTOR EVANGÉLICO AYUDÓ A LA VÍCTIMA
En su declaración, Alba Nidia hizo hincapié en que tomó la decisión de huir “aferrada a la voluntad de Dios y gracias al apoyo de un pastor evangélico que oró muchas veces por mí. Eso me dio el valor de tomar a mis seis hijos y arrancar”, ha afirmado.

Ella le pidió ayuda a Orlando Marín, pastor de la iglesia Pentecostés Unida Internacional, cuando éste visitó en esa época el sector de La Cabaña, en jurisdicción del municipio de Mariquita, Tolima, como parte de su rutina de todos los lunes de llevar el culto a diferentes veredas.

Precisamente, en uno de sus cultos en la vereda La Cabaña, al que asistía Arcedio Álvarez, explicó a la congregación el significado del incesto. Lo clasificó como un pecado “terrible”. La predicación causó la preocupación de la víctima, que al finalizar la reunión le dijo: “Yo quiero que ore por mí”. En una ocasión, Marín dijo haber tenido una conversación con padre e hija, y les advirtió que “corrían un gran peligro ante la ley”.