Allí unos 200 reclusos viven inmersos en un ambiente de reflexión y celebración espiritual que es poco común en las penitenciarías argentinas y de cualquier país del mundo, donde es lo habitual todo lo contrario, respirándose la tensión, en medio a veces de motines y violencia.
RECLUSOS Y GUARDIAS, UNA FE COMÚN
Los presos no son nada inocentes, y responden a delitos que en su mayoría son graves: condenas por robo, violación, abuso de menores y hasta asesinato. Unos 180 guardias también evangélicos custodian a sus compañeros de fe trabajando en tres turnos.
El 25% de la población de esta cárcel cumple condena por haber cometido abusos sexuales. En general, los que cometen este tipo de delitos y son encarcelados sufren todo tipo de represalias o son asesinados en las prisiones. Pero no ocurre en esta prisión, porque el ambiente es otro. Tan sorprendente es esta experiencia que la prisión Ni siquiera tienen una celda de castigo por ser innecesaria.
El prefecto mayor –director de la prisión- Ernesto Hirsuta explicó que, en esta cárcel que dirige, los reclusos tienen su vida estructurada en torno de la fe: oran todas las mañanas, tienen estudios bíblicos una vez a la semana, y los sábados y domingos participan en ceremonias evangélicas junto a sus familias.
AL RITMO DEL ROCK
Durante el servicio religioso, los reos alternan momentos de canto al ritmo de una banda de rock con instantes de oración, Biblia en mano, dirigida por pastores que son también presos, o por un capellán externo en algunas ocasiones.
El resto del día no sólo oran y leen el Evangelio. Como en cualquier prisión también tienen un horario de trabajo, que en su caso reparten entre un taller de fabricación de bicicletas y una granja. Además, tienen un programa de educación y formación, además del deportivo que como es lógico en Srgetina se centra en el deporte rey, el fútbol.
Duermen en habitaciones contiguas –con la peculiaridad de que carecen de rejas- de doce camas cada una, que ellos mismos asean.
Los internos, en este ambiente cristiano, se mueven libremente dentro de la prisión, y se espera –y consigue en la inmensa mayoría de los casos- que ellos mismos resuelvan sus problemas o disputas. Además, el régimen de visitas es flexible.
Las autoridades afirman que, gracias a los valores que el carácter espiritual o religioso que la fe cristiana evangélica ha otorgado a esta prisión, la convivencia entre los reclusos entre si, y entre los presos y los guardias, es netamente mejor que en otras prisiones.
El director Hirsuta explica que la relación con el personal penitenciario es muy amena y añade que no hay esa frialdad o distancia que se ve en otras cárceles.
Para ser admitidos en esta prisión, llamada "Cristo la única esperanza", los reclusos son evaluados por un equipo que revisa su conducta y su fe.
PRESENTE Y FUTURO
Los reclusos afirman que la fe no sólo los ayuda a sobrellevar su confinamiento mientras cumplen condena, sino que también les infunde esperanzas para su vida futura, y al decir futura no se refiern a la eternidad 8que también( sino a la que les espera al finalizar su prisión.
Sin embargo, hay quienes se preguntan si la fe en Jesús de los presos evangélicos, además de que “rejas adentro” promueva la concordia, puede evitar que los internos vuelvan a cometer crímenes una vez fuera de la cárcel.
Roberto Vega, de 44 años, que cumple una larga condena por homicidio, aseguró que no repetirá los errores del pasado, ya que ahora es consciente de que su vida ha sido transformada por Jesús y que esta fe que ahora tiene debe ir acompañada de obras, demostrando a la gente que este cambio es real.
Y no es sólo un deseo suyo, ya que el índice de reincidencia de los presos que salen de esta cárcel es menor que en otros penales, según las autoridades.
INCOMPRENSIÓN
Con todo, la Unidad 25 del complejo penitenciario de Olmos sólo ayuda a una minoría, porque se encuentra en un país mayoritariamente católico que suele considerar al culto evangélico como algo extraño. De modo que, cuando salen, los reclusos enfrentan el difícil desafío de regresar a una sociedad que frecuentemente no los acepta por sus crímenes y puede rechazarlos por su fe.
El principal pastor de la prisión, el abogado penalista de origen coreano Kon Yung Park, a quien los internos llaman sencillamente "Juan", reconoció que aún deben resolverse varios problemas en relación con la reinserción de los reclusos, y que la sociedad y las iglesias deben colaborar para que esye camino siempre difícil no se convierta en una carrera de obstáculos.
Lo que desde luego hace única a la cárcel "Cristo la Única Esperanza" es que los internos son conscientes de una doble culpa: como delincuentes ante la sociedad, y como pecadores ante Dios. La cuestión es si la sociedad es capaz de perdonarles, aunque sea mínimamembte, de la misma forma que les perdona Dios dándoles una nueva oportunidad en su vida.
MULTIMEDIA
Pueden ver un breve reportaje en video de la BBC sobre esta misma noticia de
"Paz entre presos y guardias cristianos en penal `evangélico´ argentino" (video, 11 Mb).
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