Foster, un pastor de la Iglesia Unida de Dios con sede en Princeton cree que la Navidad en realidad es una celebración muy secular. La última vez que celebró la Navidad fue cuando tenía 8 años.
La objeción de su iglesia a la Navidad es poco frecuente entre los cristianos. Las encuestas de Gallup de 1994 al 2005 revelan consistentemente que más del 90% de los adultos dicen celebrar la Navidad, incluyendo el 84% de los no cristianos.
Eso representa un cambio sustancial respecto de una época anterior, cuando muchos protestantes ignoraban o se oponían activamente a esa festividad. Pero a medida que se fue popularizando como celebración familiar, las denominaciones siguieron el ejemplo de sus miembros y se reconciliaron con la Navidad.
El cambio no ocurrió de la noche a la mañana. Durante gran parte del siglo XIX, las escuelas y los negocios funcionaban en la Navidad, el Congreso se reunía en sesiones y algunas iglesias cerraban sus puertas.
En la investigación que hizo para su libro "Christmas: A Candid History" (Navidad: una historia sincera), Forbes descubrió que la mayoría de las denominaciones estadounidenses (presbiterianos, bautistas, cuáqueros, metodistas y congregacionalistas) ignoraron la fecha o desalentaron su celebración hasta fines del siglo XIX.
Ese rechazo tenía su raíz en la ausencia de una sanción bíblica para el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, como también la suspicacia sobre las tradiciones desarrolladas después de los primeros días del cristianismo. En la colonial Nueva Inglaterra, esta desaprobación llegó al extremo de ilegalizar la fiesta, con multas para castigar su celebración.
Unos 322 años después, Sewall se sorprendería de ver que su congregación conocida hoy como la Antigua Iglesia del Sur, exhibe orgullosamente un árbol navideño frente al templo.
Ahora parte de la Iglesia Unida de Cristo, la Old South no solamente tiene un árbol de Navidad, sino también estimula a sus 650 feligreses a intercambiar regalos navideños, aunque enfocados a donaciones y servicios de caridad.
Al igual que los sucesores de Sewall, las iglesias protestantes tradicionales han aprendido a acomodarse a la Navidad. Pero el cambio provino de la feligresía en vez de surgir desde el púlpito.
En el siglo XIX la fe y la familia se entrelazaron en un todo complementario de valores y creencias. La Navidad se tornó aceptable como una festividad centrada en la familia, dijo Restad, después que perdió su significación predominantemente religiosa.
A la vez, algunos aspectos de la festividad como los árboles decorados y el intercambio de regalos se convirtieron en símbolos de estatus para una clase media con aspiraciones. Cuando la Navidad empezó a adquirir dominio sobre las otras festividades se debió a un cambio en la cultura y no en la teología.
Es por eso que algunos cristianos como los de la Iglesia Unida de Dios rechazan la festividad: dicen que la instrucción divina, y no la cultura y la sociedad, deben determinar si esa fiesta es apropiada.
Todavía persiste cierta inquietud con la festividad entre las denominaciones que la rechazaban en el pasado. Esto se refleja en especial en las preocupaciones por la manifiesta comercialización de un hecho fundamentalmente espiritual y ligado a la austeridad de un pesebre.
Phillip Ross es una persona venerable en la Iglesia Presbiteriana de la Alianza en la ciudad de Vienna, cerca de Parkersburg. Versado en la historia del cristianismo, la Navidad y la fe presbiteriana, Ross sabe que su iglesia objetaba históricamente la Navidad. Pero a la vez tiene dos hijos, y mientras tomó la decisión de rechazar la Navidad cuando él mismo era adolescente, los primeros años de sus hijos incluyeron regalos y el arbolito decorado.
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