El reportaje de El Mundo recoge el testimonio de un ex-Legionario que quiere preservar su nombre. «Los Legis de a pie están hundidos, en estado de shock y profundamente desilusionados, pero van a obedecer al visitador y a Roma, porque llevan la impronta de la obediencia ciega dentro y ni se les ocurre desobedecer. Otra cosa es la cúpula directiva, que está haciendo todo lo posible para salvarse y ponerle dificultades a los investigadores».
Blázquez, encargado de hacer las incómodas visitas, ha inspeccionado ya varios centros, entre ellos los seminarios de Ontaneda (Cantabria) y Salamanca. El obispo se está mostrando abierto a escuchar, sin hacer mucho ruido. «Blázquez sabe que no se trata de descubrir secretos, sino de pulsar la situación. De ver si las bases serán capaces de asumir la decisión que tome Roma. En estos momentos, la Legión es como un Jano bifronte, con dos caras y dos almas», explica el ex Legionario.
NEGANDO CUALQUIER COMPLICIDAD
En la Legión se percibe esta dicotomía. Por un lado, los curas rasos y los miembros laicos del Regnum Christi están horrorizados y quieren que Roma sanee de una vez su congregación y, si hace falta, la disuelva. Los dirigentes, en cambio, sumisos en las formas, se mantienen tensos en el fondo. Y, sobre todo, siguen la consigna de su actual superior general, Álvaro Corcuera, de exculparse e intentar demostrar que no sabían nada de la vida licenciosa de Marcial Maciel y que, por lo tanto, no fueron cómplices ni siquiera encubridores.
Ésta es la tesis que defiende el director territorial de España, Jesús María Delgado. En una carta hecha pública recientemente, trata de exculpar a la ´trinidad´ legionaria: Álvaro Corcuera, Luis Garza y Cristóforo Fernández. «Se pregunta si los superiores mayores conocían estas facetas de la vida de nuestro fundador y las han ocultado. Ellos tuvieron conocimiento de los hechos cuando el P. Maciel se había ya retirado de sus funciones como director general y su salud estaba ya muy deteriorada. Por tanto, no hubo encubrimiento alguno por su parte», asegura. Marcial Maciel falleció el año pasado a los 87 años.
En la misiva reconocen lo que ya no se puede ocultar (la existencia de la hija secreta de Maciel), pero llama «hechos» a los abusos y pecados cometidos por su fundador y no pide perdón por ellos. Todo lo contrario de lo que hicieron, en otra carta parecida, los Legionarios norteamericanos.
«Hay una clara división en la Legión. Los americanos quieren ir al fondo de la cuestión, con rapidez y están dispuestos a que se eche a la cúpula dirigente, a pedir perdón y a resarcir a las víctimas. Los españoles, en cambio, optan por defender a sus actuales superiores», explica el ex Legionario. A Roma sólo le quedan dos salidas: eliminar la congregación religiosa o refundarla.
Si opta por hacerla desaparecer, los 600 sacerdotes legionarios tendrían que buscar acomodo en las diócesis. Algunos ya lo están haciendo. En Getafe, por ejemplo, hay ya unos 10 sacerdotes procedentes de la Legión. En Toledo, acaba de desembarcar otro. En cuanto a sus bienes, colegios y universidades podrían pasar a manos de las diócesis en las que estén ubicados. «En cambio, las ingentes cantidades de dinero seguirían en manos de la actual ´trinidad´, que lo conserva a buen recaudo y será muy difícil llegar hasta él, porque funcionan con sociedades interpuestas y con todo tipo de ingeniería financiera», asegura el ex legionario.
RATZINGER OPTA POR LA TOLERANCIA CERO
Los miembros de la Legión saben, además, que el Papa Ratzinger, en estos temas, no se anda con chiquitas. Y que llegó al solio pontificio, después de comprometerse ante los cardenales en las sesiones previas al cónclave a acabar con «la suciedad de la Iglesia». Roma es consciente de que se juega la credibilidad social, su gran arma de autoridad moral, en temas como el de los abusos o el de la pederastia. Y Maciel fue un caso paradigmático, que exige una condena total de su memoria.
Y, aunque el Papa, optase, al final, por una voladura controlada de la Legión, lo que nadie duda es que exigiría la renuncia y la expulsión de todos los dirigentes Legionarios. «Con la cúpula actual incluida, que durante años estuvo al tanto de casi todo e hizo la vista gorda. Y eso que sólo está saliendo la punta del iceberg. Si llega a destaparse todo, los anega la porquería», explica el ex Legionario. Y de hecho, el propio director de España, padre Delgado, reconoce que «es posible que nueva información siga saliendo a la luz». Un escándalo que de ninguna manera interesa a nadie.
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