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Análisis: 7 voces femeninas hablan de la iglesia evangélica actual y la mujer

Ante la reciente celebración del ‘Día de la Mujer Trabajadora’, Protestante Digital envió un cuestionario a una treintena de personas representativas de diferentes ámbitos del protestantismo español, hombres y mujeres. De estas personas, algunas nos han respondido con sus opiniones, que sintetizaremos en dos partes, comenzando en primer lugar por la mujer.
BARCELONA 23 DE MARZO DE 2009 23:00 h

Sobre el lugar y las funciones de la Mujer en la iglesia se ha debatido y escrito mucho al largo de la historia del cristianismo. Algunas posiciones han ido cambiando, otras se han mantenido, pero es claro que en estos momentos estamos en un contexto en el que el debate está siendo más abierto y plural que nunca.

Empezamos con la visión de las propias mujeres. La semana que viene veremos las respuestas de algunos hombres. Aunque no daremos todos los nombres de personas a los que hemos enviado las preguntas, sí queremos dejar constancia de que lo hemos hecho de tal manera que se ha cubiero si no todo si casi todo el panorama evangélico. No todos han respondido (ni algunas mujeres –pocas-, ni unos cuantos varones). Desde que no les haya llegado el correo electrónico, hasta la posibilidad de no haber podido o no haber querido contestar, cualquier respuesta es posible.

La cuestión del “Papel de la mujer en la iglesia, hoy” se está abriendo más y más a un debate plural, en el que las mismas mujeres están tomando muchas veces la iniciativa. Siete de estas mujeres han querido dar su opinión contestando al cuestionario que le hemos hecho llegar: Beatriz Garrido (locutora de radio y escritora, miembro de Asambleas de Hermanos), Susana Mefford (Concejala municipal del PSOE, vicepresidenta de la Unión de Mujeres Bautistas), Isabel Pavón (escritora y secretaria de actas de la Alianza de Escritores evangélicos ADECE, miembro de una iglesia pentecostal), Asun Quintana (pastora de Asamblea Cristiana de Madrid y licenciada en Filología), Elisabet Rodríguez (co-pastora en una iglesia carismática y responsable política del PP en Cataluña), Elena Santos (Coordinadora nacional de Aglow y miembro de la iglesia Amistad Cristiana) y Esperanza Suárez (locutora de radio y directora de alabanza, miembro de una iglesia de Buenas Noticias).

Antes de entrar en las respuestas a temas concretos, cabe destacar la reacción positiva que han tenido a la invitación a opinar, y por tanto, su disposición a colaborar. Susana Mefford, por ejemplo, agradece el “interés” en la opinión de las mujeres sobre este tema, y considera que “nuestro punto de vista de mujer es diferente que el del hombre y por ello, aunque solo sea por ello, enriquecedor”, a lo que añade que hay un deseo de “abordar temas que tienen que ver con nosotras y nuestras necesidades, y ministerios”. Elena Santos, por su parte, agradece que haya estas “inquietudes en el corazón”, mientras que Isabel Pavón cree que “es una verdadera pena que todavía tengamos que plantearnos este tipo de situaciones”.

El domingo próximo publicaremos las respuestas completas de estas mujeres. Y el martes de la semana que viene haremos el análisis de las respuestas masculinas.

FUNCIONES DE LA MUJER EN SU IGLESIA
La primera parte del cuestionario se refería a diferentes grados de responsabilidad en una iglesia, y planteaba en qué casos la mujer debe o no ocupar estos puestos, a la luz de la Biblia. Susana Mefford es clara en su convicción, cree que la mujer puede ocupar cualquier puesto en una iglesia “inclusive el pastorado”, porque “ya no hay no hay varón ni mujer” en este aspecto. Asun Quintana no sólo cree que “puede” sino que también “debe” hacerlo. Isabel Pavón piensa igual y lo argumenta con una referencia bíblica: “En Gn 1,27 podemos leer que Dios creó ‘al hombre’ (nótese el singular); ‘varón y hembra los creó’, (nótese el plural)”, dice, y sigue, “y en el 5:1,2 que cuando Dios creó al hombre, lo hizo semejante a Dios mismo; los creó hombre y mujer, y les dio su bendición. El día en que fueron creados, Dios dijo: ‘Se llamarán hombres’”. Por tanto, Pavón también concluye que no “hay diferencia entre mujer y hombre desde el comienzo de los tiempos”.

Elisabet Rodríguez dice que “dentro de cada mujer existe una fuente tremenda de riqueza puesta por Dios, y tristemente la estrategia del enemigo durante muchos años ha sido que la mujer ignore su propio potencial”. Por tanto, la mujer debe poder trabajar “junto al Ministerio Pastoral, ejerciendo los dones y talentos que Dios le haya dado”. Elena Santos también enfatiza en el potencial de las mujeres dentro de las iglesias, y pone como ejemplos a “Junia (Rom.16:7); Febe (Rom. 16:1 y 2); Priscila, Evodia y Síntique”, a las que añade en la actualidad a “muchas mujeres que realizan tareas que implícitamente llevan autoridad, como diáconos, maestras, contables”. Esperanza Suárez se refiere de la misma forma a “ejemplos suficientes” al largo de la Biblia, en los que “mujeres asumieron responsabilidades de autoridad”.

En base a estas opiniones, hay también, pues, una unidad de opiniones en cuanto a la cuestión de si la mujer ha de poder compartir la Palabra, predicar en la iglesia. Beatriz Garrido lo da por supuesto, porque “el Espíritu [Santo] reparte dones” tanto a hombres como mujeres. Elisabet Rodríguez también considera que tanto hombre como mujer puedan enseñar “siempre que tengan el conocimiento, la unción y la facilidad de comunicar la Palabra de Dios de una manera veraz y con fundamento”. No piensa diferente Elena Santos, que cree que “los dones espirituales y los talentos naturales son dados a las personas por ser personas, sin distinción de sexo, raza o color”.

Esperanza Suárez añade que “no hay que olvidarse que Dios no solo tiene voz de varón, Dios también tiene voz de mujer”, y que por tanto, el quid de la cuestión es si hay o no un “llamamiento” por parte de Dios a la persona que predica. Isabel Pavón, concluye que todas estas ideas “suelen tener una respuesta teórico-positiva dentro de las iglesias”, pero que acaban teniendo una “realidad práctica-negativa”.

EL PASTORADO DE LA MUJER
¿Y puede ser una mujer pastora de una iglesia, a la luz de la Biblia? Es la cuestión más debatida, en las diferentes iglesias. Es la pregunta, también, en la que surgen más matices. Beatriz Garrido cree que aunque “la mujer puede ejercer cualquier ministerio en la iglesia”, debe ser “bajo autoridad”, porque no debería romperse “el orden: Dios, Cristo, varón y mujer”. Así, pues, “no ve mal” que haya mujeres que pastoreen una iglesia, pero “bajo la autoridad de un consejo de ancianos”. Una opinión parecida tiene Elisabet Rodríguez, que apunta que “muchas ‘mujeres de pastor’ actualmente están ejerciendo el pastorado, aunque no se les reconozca”, porque sus funciones son muy parecidas que las de sus maridos: “aconsejan, ministran en oración, lideran a otras mujeres y emplean la mayoría de su tiempo para la Iglesia”. Por tanto, dice, “creo en la familia pastoral”, como una unidad.

No ve inconvenientes para que haya mujeres pastoras ni Susana Mefford, ni Asun Quintana, ni Elena Santos. Esta última pone una vez más el énfasis en la capacidad y la dirección de Dios: “Si una mujer tiene el ‘llamado’ de Dios para tal función y éste va acompañado de las herramientas para desarrollarlo, creo que puede ser pastora de una congregación”.

Esperanza Suárez, por su parte, tampoco tiene dudas: “Rotundamente sí, por citar un solo texto podríamos ir a Efesios 4:7-13; la escritura no dice que diera dones a los ‘varones’ sino a los ‘hombres’ (Antrophos: ser humano o persona)”, y por tanto, cree que estos llamados van dirigidos “a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, y en esos “unos” y “otros” estamos incluidos todos: varones y mujeres”. Pavón, por último, se pregunta “¿cuáles serían las razones, verdaderamente bíblicas y sensatas, para que no lo ejerza [el pastorado]?”. Argumenta que en Nuevo Testamento “hay casos clarísimos” de mujeres recibiendo autoridad y liderazgo, entre los cuales se refiere a Romanos 16, donde “se le da el título de apóstol a una mujer”.

¿HAY UN APOYO CLARO DE LOS HOMBRES?
Al margen de las posturas en cuanto a los temas anteriores, se preguntaba a las mujeres en cuanto al apoyo recibido por parte de los actuales líderes de iglesia, en su gran mayoría hombres. Las encuestadas consideran en que queda mucho que hacer, remarcan que es importante no generalizar, pero a la vez, recalcan que falta mucho camino por hacer para que la mujer tenga un apoyo pleno en su llamado.

Para Asun Quintana, la vocación de la mujer a servir en la iglesia se “tolera”, pero no se “fomenta”. Esto lo ve, dice, en las familias, donde los maridos “en general” no apoyan a la mujer para que desarrolle su papel en la iglesia “todo lo que debieran”. Eso sí, la tendencia, considera, es que la “mentalidad está cambiando entre los jóvenes”. Beatriz Garrido está de acuerdo en que en “muchos casos, para nada” existe un apoyo explícito del marido a que su esposa desarrollen su papel en la iglesia local. Son pocas las congregaciones donde se hace todo lo posible para dar cabida a la mujer de forma plena, y en algunos casos concretos Garrido cree que se vuelve “al siglo XIX”. Le “indigna”, por ello, que haya mujeres con “un ministerio amplísimo” que en su propia iglesia tengan que estar “calladas”.

Aunque en algunas iglesias se está avanzando, “en muchas todavía no”, y no se apoya la vocación de la mujer suficientemente. Muchas de ellas “desean desarrollar sus talentos y no esconderlos”, pero en algunos casos, “se las condena privada y públicamente”, considera Isabel Pavón. En todo caso, “de todo hay en la viña del Señor”, y cree que cada matrimonio es diferente: “Conozco maridos que apoyan y alientan a sus esposas. Hay otros que no, pero se les ve el plumero en otras áreas de la iglesia que tampoco funcionan bien”, opina. Por eso, considera que la solución es buscar “siempre la voluntad del Señor”.

Elena Santos considera que “sinceramente, no” hay un apoyo suficiente al ministerio de las mujeres en la iglesia. “La tecnología, la ciencia, el desarrollo del pensamiento ha avanzado, y sin embargo en algunos sectores de la iglesia, se sigue poniendo veto y obstáculos para este desarrollo y vocación”. En cuanto a el apoyo dentro del matrimonio, “no puedo dar una contestación cierta” dice, “creo que depende mucho del grado de formación de las parejas”. Tampoco no entra a dar una tendencia clara en este asunto Susana Mefford: “Depende del marido”, cree. En cuanto a las iglesias mismas, también depende, esta vez “de las denominaciones y el liderazgo en ellas”. En todo caso, considera que “por supuesto que se puede hacer mucho más” y “ya es hora de que este tema ni se nos plantee”. El motivo es claro para ella: “Así, más de la mitad de la sal y la luz están escondidas”.
 
Elisabet Rodríguez cree que en parte, la falta de apoyo de los hombres es porque “todavía quedan muchos esquemas humanos o culturales que romper”. Por ello, aunque “a veces es más cómodo que la mujer esté en un segundo plano detrás de los ministerios de los hombres”, lo “correcto seria trabajar junto a ellos”. En cuanto al apoyo de los maridos a sus esposas, en este aspecto, también habla de diferencias: “Decir un sí o un no, es ser absolutos. Creo que cada vez más hay una mayoría de hombres comprometidos con el Señor, hombres que en sus vidas personales de relación y compromiso con Él, están demostrando sin complejos de ningún tipo, el papel verdadero de un hombre, tanto en la Iglesia, en la familia y en el trato hacia la mujer”. Son hombres, según Rodríguez, que “disfrutan viendo como sus mujeres son usadas por el Espíritu Santo” y que “aportan, con el respeto y el reconocimiento, dignidad a sus mujeres”.

Esperanza Suárez considera, al igual que Elena Santos, que aunque “en muchos círculos ha habido un cambio notable”, es necesario que la iglesia se renueve “conforme a los tiempos que vive, no se pueden seguir manteniendo estructuras rígidas y masculinas de siglos atrás”. En cuanto a la familia, Suárez se une a la idea de no generalizar, pero opina que “aún en nuestro país hay bastantes maridos que ejercen una hegemonía familiar en la que la mujer se limita únicamente a ‘trabajar y a callar’”. Para ilustrarlo, recurre a una frase de de Rodolfo Loyola: “Más vale que la mujer hable menos en casa y más en la iglesia”.

¿QUÉ PUEDEN HACER LÍDERES, ENTIDADES Y DENOMINACIONES?
Uno de los enfoques de la encuesta estaba en la actitud o predisposición de los mismos líderes de las iglesias, y de las denominaciones a las que están adheridas, para dar lugar a un espacio en el que las mujeres puedan explotar su potencial, dentro de la visión de cada iglesia del papel que la mujer puede desarrollar.

Para Esperanza Suárez tiene que quedar claro que “Dios no es injusto y ha dado las mismas capacidades, dones y ministerios a varones y mujeres”. Por tanto, es necesario que los hombres lo “reconozcan”, para cambiar una situación en la que “el trato, ni muchísimo menos es similar”. En este sentido, Suárez no cree que el problema sea de “denominaciones, sino más bien de individuos. Porque aún dentro de una determinada denominación con estructuras ‘machistas’ siempre encontraremos a aquellos que buscan la verdad y la justicia”. La clave está, según su opinión, en que los cristianos vayan “creciendo en la revelación de la Palabra, ésta ha de ir en aumento. La palabra es un ente vivo y como tal está en continuo movimiento”.
 
Beatriz Garrido también cree que por parte de muchos líderes, se discrimina a las mujeres, “consciente o inconscientemente”. Se pone a sí misma como ejemplo, y explica que “no hay cosa que más me moleste que eso de que me llamen ‘esposa de pastor’”, algo que le duele porque “tengo tanto llamado y tanto trabajo como él”. Por tanto hay que cambiar la realidad de las iglesias, aunque lo vea difícil a nivel interdenominacional, ya que “cada uno manda en su ‘propia parroquia’”. Asun Quintana está en la misma línea, al considerar que sólo una “minoría” de líderes cristianos da un trato similar a hombres y mujeres. Pero es necesario, cree, que aunque sean una minoría, los hombres den la cara por este tema”. Los varones serían “claves” a la hora de tomar iniciativas para mejorar la situación.

El valor que los líderes dan al papel de las mujeres en la iglesia “depende de quien son y como piensan personalmente”, cree Susana Mefford, depende de la visión de cada persona. En este sentido, Elisabet Rodríguez añade que sería un “tremendo ejemplo a seguir” que los mismos líderes den “lugar a su esposa y dejen que ésta se desarrolle ministerialmente”. Eso ayudaría también “a efectos de imagen” ante la sociedad. La mujer tendría que “tomar un compromiso” y a su vez, se le dejaría “un espacio más representativo, sobre todo en áreas públicas”. Así se conseguiría llegar a dinámicas que Elena Santos considera normales, como “incluir mujeres junto con varones en conferencias como oradores y que ambos compartieran para el conjunto del auditorio, no haciendo separaciones como es lo habitual en la actualidad”, en algunas iglesias.

También Isabel Pavón concluye que “el trato no suele ser igual” para hombres y mujeres. Hay casos en que a las mujeres “ni se les permite orar en el culto público. En otras sí, pero no predicar. En otras predicar, pero no ser ordenadas pastoras. En otras pueden hacer todos los oficios de pastoras, pero no presidir la Santa Cena o bautizar”. Pavón concluye que “son relativamente pocas las iglesias a las que se les integra plenamente a cualquier ministerio”. Y se pregunta, en caso que las propias mujeres decidieran impulsar algunos cambios, “¿nos apoyarían los hombres?”. Lo ve difícil, pero espera que “los hombres que creen en la plena igualdad de hombres y mujeres en la iglesia deben apoyarlas de todo corazón”.

MUJERES EVANGÉLICAS ESPAÑOLAS DE REFERENCIA
Después de todo lo comentado hasta ahora, la mayoría de las mujeres encuestadas cree que es más o menos entendible que no haya muchas mujeres en puestos de representación, en España.

Para Beatriz Garrido es una cuestión histórica: “Creo que a la mujer se la ha subyugado tanto siempre, que sólo aquellas con un llamado muy grande y unos dones demostrados se atreven a salir a la palestra”. Asun Quintana habla de razones relacionadas con “la educación, la cultura y la mentalidad”. Con esto de fondo, está de acuerdo en que es posible que “las mismas mujeres estamos un poco retraídas, acomplejadas y con temores”. Pavón se refiere a lo mismo, pero de otra forma: “A veces es la propia mujer la que, cansada de tanto desprecio, asume ese papel pasivo”. Pero opina que no hay que asumir la falta de igualdad. Así que sería necesario que tengan libertad de expresarse, y una “preparación bíblico-teológica seria”. Elena Santos dice que esta falta de oportunidades para la práctica “trae consigo” que también falte la “experiencia”, y añade que no se ha “motivado, alentado, ni preparado a las mujeres para que tomen su lugar en la iglesia”, y por ello, muchas han “desistido, abandonado”, o se han “conformado”.

Susana Mefford apunta a un motivo más práctico para la falta de mujeres en puestos de representividad. Habla de la dificultad por llegar a la “conciliación de la vida laboral-familiar-ministerial”. Si unir dos de estas facetas ya es difícil, “imagínate coordinar y sobrevivir tres!”, opina.

Esperanza Suárez cree que “está costando mucho quitarse este manto cultural que arrastramos en nuestro país donde la mujer ha estado por años escondida por miedo a ser señalada insumisa, rebelde y soberbia”. Remarca que las mujeres cristianas no quieren competir con el varón”, sólo buscan que “se las deje desarrollar el llamamiento que, en muchos casos, está escondido”. Para salir de este escondite, cree Elisabet Rodríguez, “son las mujeres las que han de empezar a romper sus propios esquemas y temores. Muchas veces nos infravaloramos o damos mas importancia a otros ministerios fuera de nuestro país”. Eso sí, existen en “el anonimato del mundo evangélico español, mujeres tremendas de fe y preciosas en sus dones y talentos que no se han dado a conocer por que nadie les ha dado la oportunidad”.

ALGUNOS EJEMPLOS A SEGUIR
La última pregunta de la encuesta daba la posibilidad de citar a alguna mujer que haya sido de un especial impacto, en el ámbito cristiano. Algunas de las encuestadas no se refieren a nadie en concreto, sino al total de las mujeres que en su lugar, están teniendo un labor positiva para su entorno. También hay quien destaca que precisamente por la falta de oportunidades que han tenido, se hace difícil citar a una mujer en concreto.

Por otra parte, algunas de las encuestadas citan a Alice Gordon Gulick y Mary Slessor como referentes internacionales. En el ámbito español, se hace referencia a Marga Muñiz, y las propias Isabel Pavón y Elena Santos también son citadas.

ASÍ PUES…
En conclusión, de las 7 mujeres que se han decidido a dar su opinión, se puede sacar la conclusión que desde su punto de vista, queda aún mucho por hacer para conseguir que su papel en la iglesia sea el que creen que realmente deberían tener.

Todas ellas han insistido en que no se puede generalizar, que se ha avanzado, y se ha apuntado que se ven cambios en las generaciones de cristianos más jóvenes. Pero eso no evita que por parte de muchas de las encuestadas se vea la necesidad de hacer cambios, en los que se quiere incluir también la aportación de los hombres, que no ven –ni quiere que ellos las vean- como contrincantes, sino como colaboradores en la tarea.

Y leyendo el conjunto de las respuestas (que repetimos que se podrán leer en el próximo Dominical de Protestante Digital), la sensación con la que se queda uno es que los cambios que estas mujeres piden, no los buscan por seguir una tendencia social o política, sino desde una perspectiva que quiere buscar un comprensión de como es Dios, y cuál es el propósito que Él tiene para sus vidas.

MULTIMEDIA
Pueden escuchar aquí una entrevista a Asun Quintana, pastora y filóloga, por Esperanza Suárez, tras el Día Internacional de la Mujer, sobre la realidad actual de la mujer en la Iglesia, y también en la sociedad (7 Mb).
 

 


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