«Día internacional de la mujer en la Iglesia del siglo XXI», según la pastora Asun Quintana

Explica en una entrevista en eMision, realizada al hilo del día Internacional de la Mujer, que los orígenes del feminismo están ligados al movimiento protestante en el siglo XIX en EEUU.

El movimiento feminista en Estados Unidos se consolidó rápidamente debido a las condiciones socio-políticas y económicas propias de la sociedad americana. La importante participación femenina en movimientos humanitarios por la abolición de la esclavitud ayudó a la rápida concienciación de las mujeres. La analogía entre los esclavos sin derechos y las mujeres era evidente. Los principios protestantes que promovían la lectura e interpretación individual de los textos sagrados favorecieron el acceso de las mujeres a niveles básicos de alfabetización, lo que provocó que el analfabetismo femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del siglo XIX.

HISTORIA DE LA IGUALDAD DE LA MUJER
A diferencia de Europa, desde mediados del siglo XIX nos encontramos con una amplia capa de mujeres educadas de clase media que se convirtieron en el núcleo impulsor del primer feminismo norteamericano. El primer documento colectivo del feminismo norteamericano lo constituye la denominada Declaración de Seneca Falls, aprobada el 19 de julio de 1848 en una capilla metodista de esa localidad del estado de Nueva York.

El movimiento a favor de la educación superior de la mujer surge de allí. Las pioneras fueron Emma Willard, C. Bekham, y Mary Lyon, fundadora del Mount Holyoke Seminary. Se empezaron a crear una serie de Colleges, para la educación superior de la mujer.

Entre las luchadores cristianas más sobresalientes hay que destacar a Alice Freeman, con la que hizo gran amistad A. Gordon Gulik, fundadora en España del Instituto Internacional de señoritas. En la década de los 90 las mujeres en EEUU ya son ministros en los cultos, médicos y maestras.

EN ESPAÑA
En España sin embargo, la resistencia a la generalización de la enseñanza femenina fue muy acentuada. El reconocimiento oficial del derecho a la educación superior no se produjo hasta 1910. A lo largo de todo el siglo XIX, el analfabetismo femenino se mantuvo en tasas enormemente altas que rondaban el 70% en muchas zonas. No había escuelas, la educación pública era mala e insuficiente, los colegios privados inaccesibles para as clases bajas. En medio de estas circunstancias, en 1877 A. Gordon Gulick empieza en su casa de Santander un internado para estudiar las mujeres. Empezó con dos internas, y ya en 1886 tenían 41 estudiantes de toda España. El Instituto de los Gulick (el Instituto Internacional para mujeres) es de prestigio nacional, los intelectuales de la época lo conocen, y los Gulick conectan con figuras intelectuales de la talla de los Fliedner, Giner de los Ríos, Usoz Ríos, y Salmerón…ligados a la Institución Libre de Enseñanza, por donde pasarían los grandes escritores del 98 y del 27. El Instituto Internacional para mujeres en 1903 se traslada a Madrid (Miguel Angel), año en que muere A. Gordon Gulik. Su funeral fue muy concurrido y presidio por Cipriano de Tornos.

Entre las mujeres que se matricularon en la Universidad española antes que finalizara el siglo XIX, desafiando a los que insistían en su inferioridad intelectual, hay que destacar a tres jóvenes evangélicas, que se prepararon en el Instituto Internacional, dirigido por Alice Gordon Gulick: Ester Alonso, Juliana Campo, Marina Rodríguez. Las dos primeras se licenciaron en Filosofía y Letras en 1897. La tercera se licenció en Farmacia en 1900. Era la primera vez que estudiantes preparadas por mujeres y presentándose por libre, obtenían licenciatura en una universidad española.

A. Quintana no se identifica con el movimiento feminista, tal y como hoy se plantea. Sí en cuanto a la lucha por la igualdad derechos y oportunidades, pero no en cuanto a cuestiones como el aborto, ek enfrentamiento entre exos y otros aspectos.

LA IGLESIA Y LA MUJER
“Incluso en una iglesia que vea teóricamente bien que se permita a la mujer asumir puestos de responsabilidad, cuesta admitirla a no ser en la Escuela dominical o como líder de mujeres”, expresa.

Cita Quintana al teólogo español José Grau: "Todos, mujeres y hombres hemos sido llamados a desarrollar nuestros dones para edificación de los demás (...) Dios no hace diferencias de sexos para dotarnos de dones”. "Ministerio" es "servicio", no ejercer poder, y los ministerios se ejercen en función de los dones y no en función del sexo. Si Dios concede dones espirituales a las mujeres, y las llama a ejercer esos dones,(...) la iglesia debe reconocer los dones y el llamamiento que vienen de Dios.(...) Si Dios ha dado dones hay que desarrollarlos. La mujer, a la que Dios ha dado dones, que es igual que el varón, compañera, complemento como lo es el varón, llamada a señorear con el hombre, ¿será menos responsable, activa, menos valiosa e importante en el ámbito cristiano. ( J.Grau, Revista Aletheia).

En cuanto al proceso Quintana piensa que primero es el llamamiento, el deseo de servir, de trabajar, luego en áreas concretas; “si hay llamamiento, Dios nos capacita con dones, los cuales tenemos la responsabilidad de desarrollar. Cuando hay un trabajo hecho, una tarea desarrollada, entonces esa tarea se debe ser reconocida por la iglesia local, y podemos poner un nombre a esa tarea, a ese ministerio: pastor, evangelista, maestro, músico, director de alabanza”.

No se opone en absoluto a la mujer como ama de casa. “La mujer que decide estar dedicada a su casa es su decisión y es libre. Muchas mujeres están siendo presionadas a devaluar el rol de esposa y madre y asumir que la satisfacción personal sólo se puede encontrar en una carrera profesional o en un ministerio público que se asemeje al del hombre. Pienso que la mujer casada debe tener claro su papel absolutamente vital de esposa y madre, en medio de una sociedad en la que la familia se está desintegrando y los hijos están sufriendo las consecuencias del vacío del hogar. Si la mujer ve su hogar como motivo de entrega total y exclusiva, no debe ser despreciada o minusvalorada.” Defiende Asun Quintana.

“Pero es lícito dedicar también nuestra vida a desarrollar nuestros dones o capacidades en otras áreas que no son sólo el hogar, a lo cual no sólo no debe oponerse el marido, sino que debe ayudarnos y apoyarnos. Ambos, hombres y mujeres debemos ocupar nuestro lugar. El estrés que supone el que la mujer actual asuma estos 4 roles (esposa, madre, trabajadora fuera del hogar y trabajadora dentro del hogar), se debe muchas veces a que el hombre tampoco está en su lugar, lo ha desocupado hace mucho tiempo, recayendo sobre la mujer toda la responsabilidad del hogar y de la educación de los hijos. Hombres y mujeres cristianos, debemos reencontrar nuestro sitio delante de Dios. Como mujeres cristianas, pienso, no debemos renunciar a ninguno de estos roles, pero sí establecer unas prioridades muy claras, sin pretender obtener un diez en todo. Ante Dios tendremos que responder de cuidar y desarrollar todo aquello que El nos ha entregado : nuestros maridos y nuestros hijos, pero también nuestros talentos y capacidades en otras áreas“.

En cuanto a compaginar el trabajo fuera con la educación de los hijos, aconseja estar en casa al menos hasta que el niño tiene 3 años. “Si podemos estar en casa mejor. Si no queda otro remedio…tendrá que hacerse el pino para que los hijos no estén desatendidos a nivel emocional, espiritual y material”.

Su mayor satisfacción: sus hijos, y su desarrollo en la iglesia, “sobre todo en la relación con las personas, el enriquecimiento que supone, la pasión de conocer, vivir a otros y enriquecerme con los demás”.

MULTIMEDIA
Puede escuchar la entrevista “Día internacional de la mujer en la Iglesia del siglo XXI”, realizada por Esperanza Suárez a Asun Quintana AQUÍ (audio, 6 Mb)