Comienza 2014. Un momento creado por el ser humano para marcar el paso del tiempo, el cambio de año. ¿Por qué ahora? Porque sí, porque artificialmente se ha establecido de esta manera en nuestra cultura occidental.
Y el caso es que para muchos 2013 se trata de
un año en blanco.Salvo por el acúmulo del polvo de problemas, de manchas y borrones. Pero en definitiva, un año en blanco salvo los disgustos y penas.
Tener en blanco el pasado es siempre malo. Significa que ha estado vacío de contenido real. O que se ha llenado del vacío del olvido, sin nada importante que recordar. La tinta blanca de la rutina a menudo ocupa líneas y líneas que impiden escribir lo verdaderamente esencial. Y caer en la rutina es fácil.
Y al hablar de cosas importantes que recordar no hablamos de éxito, de dinero, de grandes hechos. Hablamos de las tres cosas que para la vida son básicas: fe, esperanza y amor (¡lo dicen hasta los psiquiatras!). Tres factores que si hacemos que dejen de ser teóricos, se convierten en tinta indeleble en la práctica de nuestras vidas, de este año que comienza.
Fe en el futuro, no por lo que digan los políticos y economistas, incluso a pesar de ellos. Porque la confianza es válida dependiendo de en quién o en qué la depositamos. Y la confianza es el motor que nos lleva a esforzarnos en momentos buenos o malos, con el viento a favor o en contra de cualquier obstáculo.
Esperanza por lo que esperamos. El que tiene fe lucha, y el que se esfuerza debe saber que espera cosas concretas. Para 2014, por ejemplo. Metas concretas, objetivos soñados.
Y amor. No sensiblería. No un ñoño mensaje sms o una postal de
fotoshop con una frase a tono. Amor es entrega, disposición a pensar en el otro, voluntad de ponernos en segundo o tercer lugar para buscar lo que es mejor para quien tenemos próximo, comenzando por nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro barrio… nuestra sociedad global.
Este nuevo año es un proyecto en blanco. Pero el futuro en blanco siempre es ilusión si escribimos con fe, esperanza y amor.
Todo está por hacer, pero a la vez casi todo es posible. No por confiar en lo que es inconsistente, ni por esperar lo que es vano. Ni sembrando o buscando un amor rosa y estéril.
Pero sí puedes descansar en el Dios del que habló Jesús, que posee todos los ingredientes indispensables para escribir tu vida este año. Una vida que seguro que tendrá momentos difíciles, con renglones torcidos, con letras que unas veces reirán y otras brillarán como lágrimas.
Que cuando acabe 2014, y vuelvas a leer los meses pasados, puedas (podamos) ver que no ha sido un año más, un año en blanco, sino que está lleno de una fe sólida, con la espera gozosa de metas realizadas a través del amor.
Dios también quiere escribir en 2014, en nuestros corazones. El confía en nosotros, en que le busquemos. Y espera que respondamos a su amor, porque es lo mejor que puede ocurrir en nuestras vidas.
Sigamos la estrella que nos lleva al niño de Belén, el del pesebre y la futura cruz vacía. Confiemos en que Él es también verdadero Dios, y esperemos por eso cosas maravillosas más allá de lo racional en nuestra vida. De hecho, ¿hay algo más irracional que un Dios todopoderoso convertido en un pobre niño indefenso, sólo para que podamos confiar, esperar y entender su amor?
Feliz escritura en este año. Tu libro está en blanco, y ahora todo depende de ti, porque de lo imposible ya se ha encargado y encarga Dios.
Si quieres comentar o