El gran mal de este siglo es la falta de confianza, de fe, en las instituciones. Y como consecuencia en las personas que las representan.
Hemos pasado de la palabra de honor inviolable al “papel mojado” de los programas electorales incumplidos, las promesas de amor eterno con fecha de caducidad, y el
donde dije digo no dije digo sino que dije Diego.
La ética es sustituida por el pragmatismo. Ya no sólo la corrupción ilegal encubierta, sino la inmoralidad más profunda, la amparada por las leyesincluso a cargo de quienes quieren proclamarse referentes morales.
Por ejemplo,
la implantación en España de ese Eurovegas que es un paraíso fiscal, mafioso, captador de ludópatas y reino de taifa con una legislación distinta e inmoral para este pequeño país del juego en el que lo que no está en juego es el negocio y el amor al dinero por encima de cualquier otra consideración.
Y es alarmante que un 40% de los españoles (en una encuesta reciente) lo apoya. Para esta parte de la ciudadanía el simple hecho de que algo deje dinero lo convierte en lícito. Exactamente el mismo planteamiento que el de los responsables de Eurovegas y quienes les apoyan. O los mercaderes de esclavos, trata de personas incluidas, o el tráfico de armas y de drogas…
Podríamos poner muchas pegas. Una de tipo práctico: que a la larga quienes vienen a sacar “pasta” les importa un bledo el bien de donde están, con lo que a la larga es fácil que no sean tantos los beneficios y sí las consecuencias negativas. Como destrozar personas y familias. Y una segunda de más calado: aceptar este
negocio es implantar el mensaje de que
todo vale por un puñado de dólares.
Seres humanos al servicio del dinero. Esclavos con una amplia jaula que les hace sentir falsamente que son más o menos libres. ¿No fue esto la burbuja inmobiliaria, la codicia que ha llevado a la crisis global? ¿No es esto en definitiva la desconfianza en el sistema institucional, en sus bajos (aunque
muy altos) intereses barnizados de ofertas publicitarias de un beneficio a corto plazo que están destruyendo nuestra sociedad?
Necesitamos personas que den credibilidad, en las que se pueda confiar. Los indignados, de quienes estos días se ha conmemorado el aniversario del 15M en España, es una muestra de que la mayoría de los ciudadanos están cansados del pragmatismo, de confundir lo correcto con lo legal. De ser piezas utilizadas para construir una pirámide donde enterrar con todo lujo la verdad, la ética, el honor y el respeto al ser humano.
En momentos de crisis es cuando de verdad sale lo mejor y lo peor del ser humano, como en esas películas de catástrofes con antihéroes inesperados, y villanos que antes eran distinguidas y buenas personas socialmente hablando.
Y en esta encrucijada debemos mirar y seguir el ejemplo de quien nos demostró ser confiable al cien por cien: Jesús.
El vivió la mayor crisis posible. No sólo renunció a ser elegido rey, sino que finalmente perdió todo materialmente, y por defender la verdad de su Palabra fue abandonado por sus amigos más íntimos. Sumido en la soledad, la incomprensión y el mayor de los desprecios y rechazos, siguió hasta el fin sus ideales. Aunque esos ideales suponían lo menos pragmático del mundo; dar todo lo que tenía a los demás, para perderlo todo a cambio, incluyendo la vida en la forma de muerte más cruel y vil de su tiempo.
Pero su mensaje claro es que El (antes que beneficios sociales, económicos, políticos o de popularidad) depositó su meta y su confianza absoluta en su Padre, una Persona, no una institución. Un Padre que le rescató, le resucitó de las
cenizas de su vida, y le glorificó hasta lo máximo. De tal manera que algún día ante Él se doblará toda rodilla y toda lengua confesará que Jesús es el Señor, el Rey de Reyes, el alfa y la omega del Universo.
Nada que ver con Eurovegas ¿verdad? ¿A quién eliges seguir hoy? ¿en quién depositarás tu confianza? Piénsalo… y decide ante quién o ante qué doblas tu rodilla.
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