Estos días es notoria la presencia de personajes de la vida pública que pertenecen a la fe evangélica, y que por uno u otro motivo han sido noticia en los medios masivos de comunicación.
Es frecuente que esto ocurra. Así, en los últimos días y semanas hemos publicado noticias sobre
Merkel y Gauck,
Jeremy Lin,
Tim Tebow,
Whitney Houston,
John Houghton,
Kylie Bisutti,
Kaká, o
Juan Luis Guerra (habría bastantes más, pero lo dejamos aquí como botón de muestra).
Esto siempre reabre cuestiones repetitivas. La primera sobre el uso de la información acerca de estos personajes públicos. Creemos que es estéril debatir este punto, cuando estamos en un medio de información que quiere llegar a “todos los públicos”, y estas mismas noticias surgen en multitud de medios. Es noticia, atañe a la información no sólo religiosa sino vinculada a la fe evangélica; y por lo tanto no publicarlo sería casi que pareciese querer ocultarlo, y que se perdiese la perspectiva que ofrece Protestante Digital (más o menos acertada, pero creemos que siempre mejor que la de un medio con una visión secular o de otro tipo).
La segunda cuestión sería si podría ser negativo que algunas de estas personas lleguen en el futuro a ser un mal testimonio, o desviarse de su fe (algo que ha ocurrido con Hanna Montana, por poner un ejemplo más o menos reciente).
A este aspecto respondemos que es la realidad de la vida. Nada hay que esconder, y ni la propia Biblia oculta este aspecto en sus personajes más representativos e ilustres (baste recordar los enormes errores del rey David, o el abandono-traición de Pedro –y el resto de apóstoles- con Jesús). Es interesante que incluso la genealogía de Jesús incluya explícitamente a Rahab, la ramera de Jericó, a la adúltera Betsabé y la extranjera Ruth (una gentil para los judíos).
Por otro lado, por esta misma razón, ningún creyente debería dar testimonio público de su fe: todos podemos caer algún día. Y sin embargo, ver el impacto del poder del Evangelio en las vidas de personas conocidas sirve como muestra de lo que Dios hace en cualquier vida, incluidas las "no famosas". En estas últimas es un hecho igual de importante, pero sin duda menos noticiable, aunque no por ello dejamos de intentar hacerlo siempre que podemos.
Creemos que debemos dar gracias por quienes siguen a Jesús en lugares de notoriedad. Y sería importante orar por ellos, especialmente si no son maduros en la fe; ya que lo que sí es cierto es que a las presiones que todos vivimos en los múltiples aspectos de la vida, ellos añaden una carga extra que arrastra la fama. Y por ello deben estar en las oraciones de quienes creen en Dios como ellos, más que entrar en aspectos negativos en torno a los debates mencionados.
Y, dicho sea de paso, nos parece especialmente doloroso cuando ante la caída del famoso de turno vemos más inmisericordia que deseo de restaurar al herido. Recuerda el viejo dicho de que no hay peor ejército que aquél que remata a sus propios heridos (o dicho en lenguaje religioso, ¿dónde queda.aquello de rechazar el pecado, pero amar al paecador?).
Es bueno que haya “famosos” que dan testimonio público de su fe en Jesús (lo negativo sería lo contrario). Y no es malo reconocer la realidad de que son personas humanas y falibles. Al fin y al cabo esa es la esencia del propio mensaje del Evangelio: gracia y perdón para un ser humano que sólo en Dios encuentra su sentido y vida espiritual; y que sin Él está perdido.
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