La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) presentó este pasado 27 de julio sus conclusiones sobre el
accidente del vuelo de Spanair del 20 de agosto de 2008, en el que fallecieron 154 personas en el aeropuerto de Barajas.
La CIAIAC estima que
la tripulación no configuró correctamente el aparato.
Del mismo modo, no identificó «los avisos de pérdida ni corrigió dicha situación después del despegue». Tampoco «detectó el error de configuración al no utilizar adecuadamente las listas de comprobación (…) en las labores de preparación de vuelo».
Por otro lado, otro reciente informe concluye que la
escasa formación y la falta de reacción de la tripulación del vuelo de Air France que cayó en 2009 en aguas del Atlántico podría ser uno de los motivos del accidente que terminó con la vida de sus 228 pasajeros.
Sin duda
el error humano no es el único factor que causó ambos accidentes, pero sí son fundamentales y –sobre todo- evitables. Alcanzan por ello una especial dimensión.
Estos errores humanos suponen además una enorme trascendencia por sus consecuencias. Si en el reciente y terrible atentado de Oslo las víctimas no llegan a 80, sólo en estos dos accidentes aéreos mencionados suponen una cifra total de 382 personas fallecidas.
Es por ello que
quienes asumen responsabilidades públicas tienen una influencia que se multiplica para bien o para mal. Recientemente
ha fallecido John Stott, un hombre que ha sido referente fundamental como guía e influencia en todo el planeta con su argumentación sólida en cuestiones fundamentales (que no fundamentalista) frente a
ultraliberales y
literalistas. Una persona responsable que ha logrado mantener la esencia de la fe cristiana sin dejar de cumplir el “Iglesia reformada siempre en reforma”.
Miramos a nuestro alrededor, y les preguntamos quiénes “pìlotan espiritualmente” en los lugares de influencia. Las cartas del apóstol Pablo nos hablan por una parte de líderes que tienden a centrarse en las luchas de poder, los intereses, el amiguismo, las estructuras jerárquicas rígidas, las vanas disputas y el ser antes asalariados que buenos pastores y apasionados seguidores de Jesús.
También nos habla el otrora llamado Saulo de otro grupo de personas honradas, generosas, entregadas y seguidoras de los valores y las enseñanzas del
maestro de Galilea; falibles y con errores pero con total desapego a la escala de valores del anterior grupo.
El futuro del avión que es la iglesia local, así como de los movimientos, denominaciones e instituciones (que al fin y al cabo son “aerobuses” que afectan a muchas iglesias locales y personas)
depende en gran parte de quienes pilotan los mandos.
Ante la existencia de los dos grupos que mencionábamos en las cartas del Nuevo Testamento está claro que el camino va a ser muy diferente en uno u otro caso. Ya hemos asistido y estamos asistiendo a la demolición material y/o espiritual de numerosos proyectos; aunque lo grave no es el proyecto en sí, sino los cadáveres y malheridos espirituales que los siniestros van dejando. Y en segundo lugar lo que se pudo alcanzar y no se logró.
Llega el verano y un parón de las actividades. También un tiempo para meditar.De la misma forma que en la vida social y política, la espiritual necesita referentes como lo fue John Stott.
Porque la ausencia de referentes llevará a que los malos pilotos asuman el control de los mandos. Da miedo pensarlo ¿verdad?
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