Y esto es
contra natura, opuesto a la vocación de Jesús y de quienes afirman seguirle. Y lleva a una desconfianza y rechazo de la institución que preside el Vaticano. De la misma forma que la generalizada corrupción y abuso del poder político implica que las personas que forman la sociedad den cada vez más la espalda a toda institución política, salvo para pedir un cambio de Gobierno de vez en cuando; para que no roben y abusen del poder los de siempre, teniendo así al menos la capacidad de cortar la mala hierba, aunque no sea de raíz.
Pero en esta cuestión de la pederastia en Irlanda (y en otros países) llama la atención el papel de los encubridores que han ayudado con su pasividad en el poder religioso, legal, y en los medios de comunicación. Tantos testigos de la infamia, tantos hechos vergonzantes, y un silencio cubriendo la tragedia humana, millones de ojos mirando para otro lado, de voces amordazadas por los intereses, el miedo o la indiferencia.
Sin duda estos encubridores son aún más culpables que los perversos pederastas.
Por eso nos parece que
la correcta denuncia de la pederastia que hace Benedicto XVI es un brindis al sol, diciendo que condena el pecado, pero hay que amar y perdonar al pecador (utilizando la historia de Jesús con la mujer adúltera, que iba a ser apedreada por los fariseos).
Dice el Papa lo que tiene que decir, pero no hace lo que tiene de hacer. No se trata de apedrear a la adúltera, sino sacarla del burdel en que convirtió su hogar, y que regentó durante años, para que alguien ponga orden y limpieza, haciendo justicia (que no apedreamiento) y además evitando que se repita la misma historia.
Por desgracia, es noticia reciente que
cuatro casos de abusos sexuales ocurrieron en una institución evangélica de Alemania, aunque denunciados y hechos públicos por la misma institución.
También hay casos públicos de pastores evangélicos pederastas, ciertamente muchísimo más escasos que en el catolicismo, no sólo por no existir el celibato obligatorio, sino dada la –feliz- ausencia de poder jerárquico y político de la Iglesia protestante como un
quinto poder, en comparación con el Estado Vaticano y sus embajadas y Acuerdos multinacionales. Pero no es decir nada nuevo que la cobardía y el querer proteger a la institución antes que a las personas y a los principios básicos de la ética cristiana es un hecho que forma parte de la depravada naturaleza humana, depravación potencial que es parte constitucional de los cristianos evangélicos, como seres humanos que son.
En relación con esta necesaria labor de control de la vida eclesial y social desde los medios cristianos
hace unos días se celebró la
Cumbre Latinoamericana de Informadores y Comunicadores Cristianos, organizada por el Consejo Nacional Cristiano de Comunicadores de México y la organización The Media Project. Intervino Arne Fjeldstad, un pastor luterano con más de 30 años de trabajo como periodista en su país, Noruega, y en el Medio Oriente. Teólogo doctorado en el Seminario Fuller en California, es presidente de Gegrapha y director ejecutivo de The Media Project, red internacional de periodistas cristianos que trabajan en medios de comunicación seculares.
En una de sus dos intervenciones, informa Pulso Cristiano,
Fjeldstad trazó una ruta de acción para que los periodistas cristianos puedan ejercer este oficio con impacto en sus ambientes. “Estamos llamados a pelear contra las mentiras”, afirmó este pastor noruego, quien recordó que la Biblia describe a sus personajes “sin maquillaje”, como los casos de David y Betsabé, o Pedro negando a Jesús, o Pablo confrontando a Pedro. “Debemos estar opuestos a la censura y la autocensura”, en especial “cuando trabajamos en medios cristianos, donde queremos sólo decir las cosas bonitas de las personas”, señaló Fjeldstad, en referencia al periodismo acrítico y superficial que predomina en las iglesias. “Debemos ser leales al lector, no a una iglesia o las instituciones, para promover los valores bíblicos. Debemos reconocer los errores y corregirlos, y mantener la lealtad a la verdad”, concluyó.
Sólo finalizar diciéndoles que desde aquí siempre hemos querido ejercer responsablemente nuestro papel diciendo toda la verdad y nada más que la verdad, pero como ya hemos dicho con anterioridad sólo podemos hacerlo en ocasiones en profundidad para quienes quieren leer entre líneas; y aún así pagamos un alto precio en forma de presiones, ataques, calumnias, vacíos y desprecios. No nos importa, aunque lo sintamos, porque hace mucho que asumimos que va incluido en el trabajo que hacemos. Algún día, si poco a poco logramos ganar más espacio de libertad real, podremos ser más claros, que no más veraces. De esta forma queremos seguir poniendo gota a gota un caudal de agua que corre por los afluentes que conducen al mar abierto de la auténtica verdad y libertad.
Porque cuando ocurren circunstancias de injusticia, de falsedades, de corrupción, de perversión, de chantajes y abuso de autoridad, no queremos mirar para otro lado, ni callar en una correcta posición de oración, con los ojos cerrados, que nos impida mirar hacia la verdad. Eso es fariseísmo. Nosotros queremos ser parte de la verdad sin tapujos, de la justicia con amor. Nunca de los encubridores.
Si quieres comentar o