Contrastes

Un hombre sin brazos ni piernas rehace su vida y sirve de ejemplo a todos por su superación, su alegría y serenidad, y su servicio a los demás.

Mientras, en el mismo planeta, otros seres humanos con dos brazos y dos piernas corren a lapidar a hombres, mujeres y niñas porque no cumplen con sus conceptos y valores morales. Valores que en la inmensa mayoría de los casos ellos tampoco cumplen.

Unos chicos ejemplares que ganan millones de euros cada año con su arte siguen amando y respetando a sus padres, se comprometen en actividades solidarias, dan el diez por ciento de sus ingresos para ONGs, y deciden no tener relaciones sexuales hasta que llegue el amor verdadero.

A la vez, en su misma generación, muchos hijos pegan a sus padres, celebran el poco dinero que les dan en gastarlo en botellones, y tienen relaciones sexuales continuas de manera que se producen enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Sin contar con la violencia y los accidentes de tráfico consecuencia del consumo de alcohol.

En los dos primeros casos se trata de cristianos (evangélicos o protestantes), en noticias que publicamos esta semana (Nick Vujicic y los Jonas Brothers). Son cristianos tradicionales, moralmente conservadores, a los que la moda actual trataría (y trata) como “religiosos” (a veces con adjetivos poco cariñosos añadidos) por el simple hecho de creer, saber lo que creen, y practicarlo.

A muchos les impresiona lo que hacen. Pero no les gusta por qué lo hacen. Llegamos así a una paradoja social y moral de difícil respuesta.

No queremos decir que sólo los creyentes sean buenos ciudadanos, sino que también -por norma- suelen serlo, y a veces ejemplares.

Ante esta situación, hace falta un nuevo diálogo. Por ambas partes.

Los que creen, a saber escuchar y comprender. Por ejemplo, no haciendo lo que ha ocurrido con el I Certamen de relato erótico bíblico, en el que muchos han condenado el tema antes de conocer el contenido, que sólo quería rescatar algo tan cristiano como el Cantar de los Cantares, como bien dicen los organizadores de este certamen. Y si quieren saber más, escuchen la entrevista a Luis Marián o a José de Segovia sobre “Erotismo y Biblia”.

A los que no creen... lo mismo. Es fácil poner la etiqueta de religioso a alguien que no comparte nuestras mismas ideas sin querer siquiera saber el fondo del tema. Se puede hablar de política, de fútbol, o de cualquier otro tema que levanta pasiones (a veces bastante irracionales, dicho sea de paso), sin que sin embargo se pueda hablar de fe o de creencias.

No sabemos si se logrará, pero si que al menos debe intentarse. Debemos intentarlo.