En cuanto al catolicismo, quitando personas y entidades razonables, se hace un bastión de “
Santiago y cierra España” a un hecho que es de simple lógica y justicia.
Antes de entrar en materia, queremos aclarar que el cristianismo evangélico no tiene símbolos religiosos, y por lo tanto carece de crucifijos por la imagen del Jesús clavado en el madero, pero sí es usual ver la cruz presidiendo los templos. Pero podemos afirmar que -sin existir identificación- sí que no hay animadversión contra el crucifijo; pero
defendemos su ausencia de la misma forma que defenderíamos que no haya símbolos religiosos musulmanes en las escuelas públicas de los países islámicos. Una pretensión que tristemente parece lejos de la realidad tanto en la Europa católica como en los países árabes. ¿Por qué? Porque nadie renuncia a su cuota de poder fáctico.
Se habla desde el catolicismo que el crucifijo representa la cultura española. Esto nos retrotrae al momento de la Reforma protestante. Su influencia religiosa, social y cultural fue desarraigada de España; y no expulsando a extranjeros, sino aniquilando y llevando al exilio a muchos españoles (se conmemoran los 450 años de las Autos de Fe de Valladolid y Sevilla). Se les negó a estos ciudadanos su derecho a la libertad de conciencia y a una fe diferente a la oficial, y se borró su memoria por el mecanismo del terror del Santo Oficio, que impuso una España culturalmente monolítica, de blanco y negro, uniconfesional, y de identidad católico-romana. España o era católica o no era.
No hablamos desde el rencor, pero si desde la realidad de que aunque aquella España terminó, se mantienen aún rescoldos, como este deseo de que se perpetúe el uso del espacio público con el sello de la “denominación de origen” católica de una España que ya no es. Se está queriendo defender un principio que se origina en el terror, la tortura, la exclusión y la tiranía cultural, social y política durante siglos.
Yendo a tiempos más recientes, el mismo franquismo supuso para muchos una fusión del crucifijo y el poder militar y político absolutos. Sólo por esto, un gesto restaurador por parte del catolicismo actual creemos que supondría dar un gesto e imagen diferentes, una señal de que algo ha cambiado en la jerarquía católica en su concepto de relación con la sociedad.
Por otro lado, como decíamos, y desde nuestra perspectiva de laicidad respetuosa con todas las confesiones y formas de creer y no creer, es fundamental que no se utilice esta necesidad de una España pluriconfesional y laica con un mecanismo antireligioso.
Como bien dice Jaume Llenas (Secretario general de la Alianza Evangélica Española) “
reconociendo y defendiendo la ausencia de símbolos religiosos en la esfera de las instituciones públicas, hay grupos que aprovechan este debate para no sólo quitar las simbologías -en lo que coincidiríamos- sino para ir un paso más y expulsar a la voz de la moral religiosa del debate público, que es algo muy distinto”. Y esto es grave, porque piensa Llenas que “
el debate público debe formarse del conjunto de las opiniones y grupos de la sociedad, tengan o no tengan posturas religiosas. Las leyes, la conciencia social, debe ser resultado de la participación libre e igualitaria de todos los ciudadanos, cristianos y no cristianos. Y a veces hay agendas ocultas que usan un terreno como el de los símbolos religiosos para expulsarlos del debate público” social y político.
Resumiendo y concluyendo, el espacio público es de todos; y esto implica tanto ausencia de símbolos religiosos como el no impedir que todas las confesiones -como un grupo social más- participen en la vida pública.
MÁS INFORMACIÓN
- NOTICIA:
El Tribunal de Estrasburgo concluye que los crucifijos en las aulas violan la libertad religiosa
- NOTICIA:
La Alianza Evangélica Española apoya la sentencia de Estrasburgo, por avalar un espacio público neutral
- VIDEO:
El Tribunal de Estrasburgo declara que el crucifijo en el aula viola la libertad religiosa
Si quieres comentar o