Arde Misisipi

Todo eso es una verdad a medias: la peor de las mentiras, como ha venido a demostrar el pastor gitano onubense Juan José Cortés. Un testimonio que ha destrozado todos esos prejuicios, para mostrar a una persona y ciudadano ejemplares. Un hombre que no sólo no responde a la sangre con la sangre, sino que sabe erigirse sobre su dolor y pedir justicia sin rencor, verdad sin odio y paz sin simplismos.

Otro arquetipo es el de los “evangelicales”, especialmente los pentecostales… ¡qué más añadir si son negros! Un pastor evangélico de Asambleas de Dios, por ejemplo. Emoción, lenguas, palmas, música llena de ritmo, oraciones extremas.

Pues bien, uno de esos “evangelicales” (James Young) acaba de ser nombrado alcalde en un pueblecito de Estados Unidos. Poca cosa, podrá pensar alguno.

Pero ese pueblecito es Philadelphia, cuna del KKK (el Ku Kux Klan). No en vano allí se produjeron en 1964 los hechos que rememoró la película “Arde Misisipi” en 1988 (protagonizada por Gene Hackman): fueron asesinados tres jóvenes negros que luchaban en favor de los derechos civiles de la comunidad afroamericana. Como bien muestra la película, la investigación sacó a flote la complicidad de las autoridades y la mayoría de los habitantes del pueblo en los terribles hechos ocurridos con el responsable directo de aquellos asesinatos: el Ku Klux Klan.

El ahora alcalde Young recuerda perfectamente la pesadilla que representó en su niñez este grupo defensor de la supremacía de la raza blanca, y cómo su padre debía tener un rifle a su lado en el sofá para proteger a la familia de los ataques del KKK.

Young ha alcanzado la alcaldía a pesar de que los blancos suponen el 55% de los habitantes y que su opositor al cargo era blanco. ¿Por qué? Por una vida de superación, de lucha, de vencer obstáculos injustos, de responder con respeto al odio y los prejuicios. Un testimonio vivo que le ha valido la confianza de la mayoría de los habitantes, pese a todo.

Y como parte de ese testimonio, su trabajo como pastor evangélico pentecostal.

Ahora Misisipi arde en el gospel, las palmas, y las oraciones de las iglesias de negros y blancos que adoran a Dios, al Dios vivo. Por encima de tópicos, de prejuicios y de barreras artificiales.

Porque la verdad de una persona no está en la apariencia, que es lo que mira el hombre, sino en su corazón, que es lo que mira Dios.