¿Nos Obamos?

La terrible situación Israel-Palestina de crónica ha pasado a explosiva. El fenómeno latente del terrorismo mundial no deja de manifestarse. La crisis económica mundial, en la que el propio EEUU está inmerso, comienza a dar dentelladas. Y los brotes como el conflicto del gas, que pudo dejar a parte de Europa sin el aporte indispensable en medio de un crudo invierno, aparecen cuando menos se esperan.

Y aún falta que 2009 nos llegue con la crudeza que va a suponer a todos los niveles el impacto (¿tsunami?) de la crisis económica, que sin duda golpeará sin misericordia a los países y personas, especialmente los más pobres… que también miran a Obama.

Parece que la mirada mundial observa, como un gran ojo que no pestañea, el inicio del mandato de este hombre, como si fuese el salvador de este complicado mundo.

Y he ahí el problema. Solucione o no solucione las caóticas situaciones que vivimos y viviremos, acierte o fracase, sea amigo o enemigo de Dios, creemos que hablamos con cordura al decir que este Universo –que en algún momento Alguien tuvo que crear cuando nada existía- no depende de hombre alguno. Como máximo podemos aspirar a tener cierta influencia, dentro cada cual de nuestra pequeña responsabilidad personal.

Porque la Historia de este planeta que pisamos ha sido un ir y venir de tiranos y sabios, de intereses y pasiones. Un teatro con una obra aparentemente escrita por un variopinto equipo de guionistas para payasos, culebrones, thrillers y películas de terror.

Pero no es así para quienes creen y confían en Dios, para quienes le hemos buscado y encontrado, experimentado de la misma manera que el amor, la amistad o el misterio.

Porque para nosotros, en todo momento de la vida, podemos decir lo que dijo un hombre que, aunque salvó a su pueblo de sus enemigos y le dio una extensión, paz y poder que hasta entonces no había disfrutado, sabía que no dependía de él, sino de Aquel en quien él había confiado. Y así lo expresó el guerrero-poeta:
El Señor es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar.
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
me guiará por senda de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor moraré por largos días.

Y ante este Dios de David, la expectación de Obama se reduce a una mera circunstancia más, sea cual sea, dentro de un plan y una voluntad que nos excede. No descansemos en el hombre, aunque podamos esperar de él, sino en Aquel cuya voluntad es soberana, y ante cuyo nombre se doblará toda rodilla, pueblo y nación. Usted también, querido lector o lectora.

Lo que no quita que, en su justa medida, tengamos cierta expectación por lo que ocurra a partir de mañana en EEUU ¿Nos Obamos?