Y Dios es un profundo soñador. Hizo dormir a Adán para crear a Eva. Dormía Jacob cuando Dios le habló en su huida de Esaú. Y en el nuevo pacto anunciado por el profeta Joel adelanta que los ancianos soñarán sueños.
Nos gusta ser hacedores de sueños. No nos gusta atarnos al pragmatismo, a lo que interesa o a lo simplemente posible. Porque si no fuera por el sueño de Dios de hacerse niño hace ya más de dos mil años, su sueño de amor y fidelidad para con quienes tendemos a ser egoistas e infieles por naturaleza, nuestra realidad sería una pesadilla ahora y en la eternidad.
Pero gracias a su sueño tenemos la oportunidad de despertar a una realidad eterna con Dios, donde no habrás más llanto, ni dolor, ni injusticias, ni maldad, porque la presencia de su luz lo llenará todo en todos.
Por eso nos atrevemos a soñar.
Soñamos con crear un medio de comunicación de clara identidad evangélica, que fuese creible por su forma profesional, por su credibilidad en cuanto a honradez, transparencia y fiabilidad; de manera que la imagen de los protestantes españoles se reconociese en su contenido y mensaje.
Y creemos que lo hemos conseguido. No representamos a todos los evangélicos españoles, porque es imposible y hasta contraproducente, pero estamos seguros de que la inmensa mayoría se identifica con el conjunto de lo que somos, hacemos y decimos.
No gusta a todos, ni siempre, lo que exponemos, pero tras cinco años de trabajo, la realidad de que nuestra información es plural, integradora y fiable está a la vista. No hay hechos que hayamos ocultado. No hay opiniones representativas que hayamos amordazado. No hay datos que hayamos divulgado que luego no fuesen ciertos. Matices, todos los que quieran, pero hasta en eso sabemos que hemos dicho lo que honradamente creíamos que era cierto, y al día de hoy lo seguiríamos diciendo igual, respetando a quienes quieren ver gris oscuro donde nosotros vemos gris claro.
Soñamos con alcanzar a la sociedad, de manera que no sólo la imagen y el contenido fuesen adecuados, sino que llegase a quienes nos rodeaban. Hoy en día nos siguen periodistas, políticos, medios de comunicación, cristianos no evangélicos, creyentes de otras confesiones y no creyentes. Nos lo dicen, se refleja en las encuestas que hemos hecho, y se plasma en la realidad de la presencia en multitud de revistas (en internet y escritas) del contenido que publicamos, tanto información como opinión.
Soñamos con apoyar una iniciativa que aglutinase a los escritores y comunicadores evangélicos, que sirviese para plasmar la realidad que ya existía, y que se aglutinaba alrededor de esta publicación (no tienen más que ver la lista de colaboradores fijos, habituales u ocasionales), y se plasmó en
ADECE (Alianza de Escritores y Comunicadores evangélicos). No quisimos ni esta publicación ni la Alianza Evangélica Española apropiarnos –lo que hubiera sido legítimo- de la idea y el proyecto. Pero, por responsabilidad, tampoco quisimos perder una influencia específica en el mismo, aunque abriéndolo a otras instituciones y a todos quienes quisieran participar en él, desde los cimientos de una identidad evangélica plasmada en la base de fe de la AEE (la misma que tienen la FEREDE y la Alianza Evangélica Mundial).
Este proyecto, estamos convencidos (Dios mediante) que será una plataforma para la pujante nueva generación que está queriendo ser partícipe de una nueva forma de entender la comunicación desde el protestantismo, y que aportará a todos los campos de la comunicación (presencia social, evangelización, vida eclesial) una savia nueva que se necesita.
Aunque, como le pasó a José (el hijo de Jacob), siempre los sueños van acompañados de problemas. Nuestro descanso es que aunque cometamos errores -como sin duda José los cometió- al fin y al cabo, nuestros sueños (como los de José) acabarán realizándose si realmente soñamos en y por la voluntad de Dios. Como hasta ahora hemos querido siempre hacerlo.
Felices sueños.
Si quieres comentar o