Por una parte,
los Juegos Olímpicos han mantenido la libertad religiosa en China en el candelero. El escaparate de Beijing sólo ha servido para evidenciar que tras el telón chino se encuentra una tramoya llena de oscuros:
pastores detenidos -y desaparecidos- ante la visita de Bush, capellanes de los JJOO que
son funcionarios del gobierno y que no permiten que acudan “reverendos” extranjeros... aún queda mucho por andar ¡si es que dejan que se ande!
Y hablando de libertad religiosa, la denuncia de la Alianza Evangélica Española ante la terrible realidad de la persecución religiosa contra los evangélicos indígenas en México sigue activa. Esta semana,
Carlos Martínez García, un conocido sociólogo y escritor mexicano ha escrito en “La Jornada” (y en Protestante Digital) un artículo volviendo a denunciar y profundizar en la violación de los derechos humanos que se produce de manera constante en el querido país mexicano.
Quienes sean españoles valorarán también la noticia de última hora del
ingreso por una enfermedad cardiaca de un emblema del protestantismo español: Jose María Martínez, a quien le han implantado con éxito un marcapasos. Ejemplos como el suyo son una fuente inagotable de estímulo para seguir a quienes como él siguieron con integridad, por encima de intereses personales, económicos, o de otro tipo a Jesús de Nazareth.
Por si fuera poco, ha saltado a todos los medios de comunicación
el enorme impacto mediático del encuentro de Obama y McCain con el pastor R. Warren. Hemos hecho un esfuerzo para integrar al máximo el contenido del encuentro y de las principales ideas que ambos candidatos a la Casa Blanca vertieron en el amplio “interrogatorio” al que se sometió a los dos candidatos.
Y es que la que es “different” no es “Spain” sino EEUU. ¿Se imaginan a cualquier candidato a la presidencia de un país, contestando a públicamente a las preguntas sobre sus creencias y su moral de un líder religioso?
No digamos ya sólo en España (inimaginable y casi de pesadilla pensar en un encuentro similar, por ejemplo, de Rayoy y Zapatero con Rouco-Varela). En prácticamente ningún país esto es posible.
Al margen de reflexiones a favor y en contra de este tipo de encuentro, queremos plasmar dos ideas.
La primera: hace falta humildad para enfrentarse a una persona que nos pregunta por nuestros defectos (pecados, errores) personales y como nación. Por mucho que queramos un cargo, es sin duda una cura de humildad. Y esa cura sí que sería muy positiva y necesaria para muchos políticos endiosados (y para algunos líderes religiosos, sea dicho de paso).
La segunda: cuando cada uno de nosotros estemos ante el tribunal de Dios rendiremos cuentas de nuestros errores. Será mucho más importante, más profundo, y más terrible que un juicio público humano para cualquiera de nosotros… porque como dice la Biblia, todos pecamos, todos nos apartamos de Dios. Unos más, otros menos, pero en un desierto perderse por un poco o por un mucho es lo mismo: estamos perdidos.
No queremos dejarles en medio del verano con este mensaje de perdidos, calor y condena: alguien pagó por todas esas culpas (unas que conocemos, otras que no queremos o no podemos conocer ahora). Pero la solución, como una medicina, es necesario que la aplique sobre su corazón: es la sangre del que pagó sus culpas y venció a la muerte. Dígale a El que le necesita para ser perdonado y para poder seguir viviendo y luchando en un mundo de culpables, todos nosotros entre ellos. Hallará la paz ahora y para siempre, incluido el día en que Dios le interrogue por su vida.
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