Sonrisas, abrazos, escucha atenta, complicidades, alguna discrepancia solucionada con humor. El mundo (político) al revés, vamos.
¿Un sueño? No ¿Una broma? Tampoco.
Entendemos que es muy extraño que esto se produzca, máxime en la más que caliente campaña preelectoral que se vive en España. Pero así fue.
Se trataba del I Encuentro de Participación en la Vida Pública, impulsado por el Observatorio Cívico Independiente (OCI, vinculado a la Alianza Evangélica Española). Estamos seguros que en todo el suelo español es el único encuentro de este tipo que se ha celebrado y se celebrará.
No vamos a darles más detalles, ya que la noticia viene en este mismo número, y
a ella les remitimos (también pueden escuchar aquí una
entrevista en audio a Manuel Suárez, Vicepresidente del OCI, sobre este encuentro).
Sólo resaltaremos que hubo una auténtica avalancha de participantes, hasta el punto de tener que cerrar el cupo, ya que la sala quedó abarrotada con cincuenta personas llegadas de todo el territorio español.
Y es que, como era evidente y manifestaban los propios asistentes, “necesitábamos esto”. Y lo necesitaban por dos razones. La primera, porque no se sentían en general entendidos por sus hermanos en la fe a la hora de trabajar en la política, ya que se les tiende a juzgar –tanto a unos como a otros partidos- por sus criterios morales, como si apoyar una u otra tendencia política fuese abrazar todo el contenido ideológico del partido correspondiente y ser cristianos contrarios al Evangelio.
La segunda, porque viven situaciones complejas, en las que queriendo ser honestos e íntegros siempre con su fe, a veces resulta más que difícil encontrar la respuesta adecuada a situaciones “que no vienen en el manual”.
En cualquier caso, la propia reunión fue la mejor expresión del hecho real que define al pueblo evangélico: su pluralidad en todo, y en concreto en el terreno político. Esto, unido a un criterio claro de separación Iglesia-Estado llevaba a los presentes a manifestarse contrarios a que las confesiones influyan como tales en el voto de los creyentes.
Y ahora viene la aplicación del titular de este Editorial, que más de uno se habrá preguntado qué hace ahí encabezando el relato del encuentro que estamos tratando.
Depende del propio PSOE (Partido Socialista Obrero Español) que la neutralidad evangélica pueda (como en el caso de la mujer del César) no sólo serlo sino aparentarlo. Y esto es así porque se está a la espera de que responda el PSOE (de la misma forma que respondió el PP -Partido Popular) a una solicitud de encuentro con el OCI (lo que que se ha recordado personalmente a los responsables del PSOE) y de respuesta a las preguntas sobre su programa electoral que se les ha pedido por escrito (y que el PP ha prometido ya responder).
Si el PSOE no responde, curiosamente será quien haya provocado un sesgo en el intento de actuación neutral por parte del OCI.
Si lo hace, habrá ayudado no sólo a que el voto de los evangélicos españoles se haga con criterio, sino además desde una postura totalmente contraria a la que ha tenido la jerarquía de la Iglesia católica española. Es decir, aportando a las “parroquias y ciudadanos protestantes” lo que cada uno de los grandes partidos proponen en temas importantes, pero sin condicionar jamás que cada cual utilice su mente, juicio y experiencia para decidir lo mejor para nuestro país.
Así pues, esperando al PSOE escribimos este Editorial. Ya les contaremos el desenlace.
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