Seguimos

Sinceramente nunca hubiéramos pensado llegar hasta este punto y tan pronto. Estamos preparando algo especial para este aniversario, pero preferimos no adelantar nada. Siempre la sorpresa tiene una luz especial.

Pero si queremos hacer tres menciones personales.

La primera para Juan Antonio Monroy. Ha sido un fiel amigo, además de trabajador incansable (no para de viajar predicando y ayudando a muchos, pero nunca deja de enviar sus artículos semanales, pase lo que pase). El sólo por si mismo es una revista, igual que esos jugadores que por sí solos levantan un equipo. Y apostó por jugar en este proyecto cuando era un simple boceto sin futuro claro. Porque creyó en él a pesar de todos los pesares, que fueron bastantes.

Además, su confianza, como una semilla sembrada, ha generado confianza en quienes participamos sosteniéndonos en momentos difíciles.

La segunda es doble. La Alianza Evangélica Española ha hecho también una apuesta decidida, a veces valiente. Nosotros la personificaríamos de forma especial en su Presidente –Pablo Martínez Vila- y su Secretario general, Jaume Llenas. Ya no sólo en lo económico, sino en la implicación en todos los aspectos. Han sabido ser timoneles, sufridores, y sensibles al valor y proyección del trabajo que estamos haciendo. Y con ellos el resto de miembros de la Junta Directiva.

La tercera persona es plural. Otras veces hemos hablado de los que no se ven (y ahí siguen, invisibles pero permanentes), pero esta vez queremos resaltar a los visibles en dos aspectos poco valorados. El que todos ellos están ocupados, no es ningún secreto: algunos no sabemos cómo sacan tiempo de su frenético ritmo y ocupaciones. A veces –como Carles Pujol, siempre presente entre nosotros a pesar de su temprana muerte- escribiendo desde la enfermedad y el dolor.

Pero lo que queremos relatar es que los que escriben, aunque tienen una plataforma de visibilidad y de hacer ori su voz, son precisamente por ello criticados. Se arriesgan a opinar, se definen sin esconderse. Quedan expuestos porque tienen y quieren comunicar algo. Y eso en este tiempo de camaleones que vivimos tiene mérito.

A la vez, en esas posturas diferentes de tantos colaboradores que -en ocasiones- chocan, tienen el exquisito cuidado de contradecirse o responderse sin “llegar a las manos”. Saben respetarse y a la vez respetar este medio que sirve de foro y cobijo para entender juntos la realidad desde una perspectiva cristiana evangélica o protestante concreta que entre todos formamos.

Nos sentimos a gusto, lo que no quiere decir que sin tensiones. Nos sentimos cómodos, que no significa que falten los problemas. Somos felices, sin que esto quite frustraciones y agobios que a veces nos acompañan.

Y aquí estamos, a las puertas del número 200. A veces, como ahora que escribimos estas líneas, quitando horas al sueño para que esta aventura, que es un sueño hecho realidad semana a semana, siga adelante.

Seguimos. Que no es poco.