En lo positivo, ya anunciamos que Europa Press se hizo eco el mes pasado de la publicación en Protestante Digital de la entrega de 4000 firmas de evangélicos españoles en la embajada de Turquía en Madrid, pidiendo libertad religiosa en su país Pues bien, este pasado domingo 8 de julio La Vanguardia publicó un artículo sobre César Vidal, y citaba como fuente sus opiniones expresadas en esta misma revista digital. Lo mismo ha hecho el ABC con una noticia sobre el mismo autor, que incluimos en la sección de Nacional de este número.
Nos siguen y leen. Estamos en el foro público. Lo que nos hace sentir una enorme responsabilidad y a la vez satisfacción por haber logrado una presencia ante la sociedad en la que vivimos (hasta hace poco de manera casi invisible, salvo para el prejuicio y los tópicos). Por esta misma razón queremos ser rigurosos en todo, en lo que respecta a nuestra actuación, y también en la participación de quienes nos leen.
Dentro las reacciones que no son tan positivas, algunas nos llegan “desde adentro”, y las etiquetaríamos como de enorme sensibilidad o susceptibilidad ante situaciones que no deberían provocar ninguna reacción personalizada, y que por lo tanto entran en el terreno de la subjetividad más absoluta.
Por ejemplo, hay quienes nos acusan sistemáticamente de ser anticatólicos, a la vez que otros nos dicen que estamos vendidos y rendidos al ecumenismo incondicional con Roma. O que apoyamos la política de derechas, mientras que otras opiniones nos acusan de ser “rojos” vestidos de corderos cristianos. Señal de que no estamos ni en uno ni otro extremo, y que las opiniones llegan, aunque haya que aprender a entender lo que se lee.
Otro ejemplo tiene que ver precisamente con la mala interpretación que hace el lector de lo que se publica. Por ejemplo, en un reciente artículo de César Vidal en Protestante Digital (en el que relataba su
postura contraria a la “canonización” de líderes evangélicos) se hacía a modo de ejemplo alusión crítica a uno de ellos –sin dato alguno que lo identificase- mencionando algún detalle concreto de su funeral. Nos han llegado varias cartas interpretando quién sería este líder, relacionándolo con uno u otro personaje conocido. Algunas las hemos publicado, otras no, siempre con las ideas que nos exponían pero sin mencionar los diversos nombres que se nos daban, por considerar que no existía fundamento alguno para personalizar.
En cualquier caso, lo que está claro (y por esto publicamos el artículo mencionado) es que no se trata de nadie identificable, y menos de un fallecimiento reciente. En primer lugar porque el propio César Vidal aclara en el mismo artículo que no asiste desde hace varios años a funerales de este tipo, y hace alusiones directas a su presencia en el acto (el tono de “ironía” de alguna de las participaciones), y en nada menciona que se trate de una persona o fecha más o menos reciente. Así que cualquier interpretación en este sentido no se relaciona con la realidad de lo escrito, por lo que se trata, no ya de especulaciones, sino de interpretaciones alejadas de las palabras publicadas en el artículo de Vidal.
Otro aspecto que hemos vivido en esta misma línea de interpretar lo que publicamos más allá de los que se desprende de lo escrito es la reacción que hemos recibido de una persona conocida en el mundo evangélico (no decimos más por evitar de nuevo que se siente “aludida”) que quería responder a un artículo en el que no era mencionada, ni de cerca ni de lejos, salvo por el hecho de entrar la faceta de su actividad teológica en una crítica claramente general hacia los teólogos sin personificar en nadie. Su respuesta se consideró que no era adecuada publicarla, además de por otras razones, porque respondía de manera muy personal a cuestiones que nunca se realizaron en este terreno. Se nos cuestionó por esta razón estar cercenando el derecho a réplica.
Es nuestra voluntad como publicación, y así lo intentamos, reflejar todas las posturas, ideas y reacciones, dentro del respeto mínimo exigible en la forma y a las personas, y con la máxima flexibilidad en el campo de las ideas. Así estamos convencidos de haberlo hecho siempre. Pero esta práctica nunca puede convertirse en que cada cual interprete y reaccione en base a palabras o cuestiones o personas que nunca han sido expresadas ni sugeridas. Convertiríamos el diálogo de conceptos e ideas en una auténtica jaula de grillos.
Podemos asegurar que cuando aludimos a una persona o institución en nuestra opinión o información, y ustedes pueden dar fe de ello, lo hacemos de manera tan clara que no se da lugar a ningún equívoco o incertidumbre.
Por la misma razón, defendemos que el derecho a opinar y a réplica no es el derecho a responder por falsas alusiones que nunca existieron.
Y que nadie se dé por aludido, simplemente por informado.
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