Como en los días de Noé

Y es que la organización ecologista internacional Greenpeace está construyendo una réplica del arca de Noé en el monte Ararat, noreste de Turquía, donde según la tradición cristiana reposarían los restos de la embarcación.

Es curioso que se haya elegido este paralelismo tan cercano, hasta el punto de construir un nuevo arca en el mismo monte donde reposó el arca tras el Diluvio, según el relato bíblico da a entender.

Lo que es cierto es que estamos ante un Diluvio originado, igual que el primero, por la maldad del hombre. Y maldad quiere decir depravación.

Depravación de un consumismo desaforado del mundo rico que se ha convertido en adicto de la necesidad de mantener el vender y el comprar… como en los días de Noé, comprando y vendiendo (*) Consumismo que ha llevado a la expoliación y destrucción de lo que Dios nos regaló para que cuidáramos.

Maldad que –no podemos olvidar- tiene una vertiente en la relación humana, y que quiere decir inmadurez egoísta en las relaciones personales, rompiendo y adquiriendo (¿comprando?) amistades y parejas o matrimonios (civiles, religiosos, virtuales o de alquiler)… como en los días de Noé, casándose y dándose en casamiento (*).

En definitiva, una vida volcada en el aquí y ahora como si nada más existiera… como en los días de Noé. Y un día la sociedad entera se vio sacudida por lo inesperado, por una destrucción repentina… ¿como el final del cambio climático en el que caminamos?

Podría ser que se trastocase la temperatura, que las estaciones se rompieran y con ellas cosechas y fuentes de energía y de agua, que enfermedades conocidas o desconocidas encontrasen leña para su fuego de inquisición de la salud humana… Podría ser.

Vivamos o no todo esto, todos debemos enfrentarnos a ese cambio climático interior que arrasará con la vida en nuestro planeta cuerpo. Hoy mismo, mañana, en quince, veinte o cincuenta años.. ¿quién da más?

Pero podemos decir que hay un arca, aún abierta, como la de Greenpeace, pero no en forma de anuncio de lo que puede ocurrir, sino como anuncio de la salvación eterna.

Está construida con la madera de una cruz. ¿Quieres entrar en ella? El que logró construirla la probó primero ¡y funciona! Ha superado la prueba. Es segura, sólida. ¡Y entrar en ella nos quita años!: “De cierto os digo que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Lucas 18:17)

No esperes. Si estás leyendo esto, hoy es aún el día. Después… ya no lo sabemos. ¡Sube al arca!

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(*) Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos (Lucas 17:26-27)