Europa persigue a los protestantes

Con su habitual maestría, mezcla de profundidad y pasión, nuestro querido hermano nos hizo pensar sobre la importancia de que la fe esté arraigada en un elemento de autoridad que vaya más allá de la sinceridad y la intensidad de una experiencia espiritual. Para nosotros como evangélicos, la autoridad última está en la Palabra de Dios. Cristo se asió de la Palabra en la hora de la prueba como vemos por sus respuestas a las tentaciones.

Esta idea me parece de capital importancia en este momento histórico que estamos viviendo. ¿Por qué? Hoy, en el supermercado de las nuevas "fes" cada uno se construye sus creencias a modo de cómodo bricolaje espiritual. Esta espiritualidad a la carta predomina hoy porque al hombre no le interesa más que su propia verdad; rechaza cualquier elemento que huela a autoridad porque molesta, coarta la libertad personal. “Y si no hay una autoridad por encima de mi, entonces el que mando soy yo”.

Por supuesto esta situación no es novedosa; aunque se quiera disfrazar de un ropaje muy progresista; la filosofía postmoderna, en el fondo, no es más que neopaganismo. Es el tema recurrente de Romanos 1.18-32 que Niezteche inmortalizó con su memorable frase de “Dios ha muerto”. Hoy también el hombre necesita matar a Dios porque, ebrio de autosuficiencia, quiere vivir su vida.

¿Qué hay de nuevo, entonces, en este panorama? Las consecuencias para el pueblo de Dios en España y en Europa.

Lo singular de la situación hoy es que no sólo se rechaza la fe cristiana -“ya te oiremos mañana”-, sino que estamos asistiendo a los primeros síntomas de una clara discriminación e incluso persecución de los evangélicos en Europa.

Con preocupación observamos por ejemplo cómo la libertad de expresión -ídolo intocable de muchos- termina tan pronto como un creyente intenta dar su opinión sobre cualquier tema. Todos parecen tener derecho a ser escuchados y respetados menos los cristianos.

En un reciente viaje a Alemania varios testimonios de primera mano me han encendido las alarmas: en tres países distintos, Suiza, Inglaterra y Alemania -todos ellos de rica tradición protestante y democrática- a cristianos evangélicos se les ha discriminado abiertamente en sus trabajos respectivos por sus creencias (estoy hablando de niveles altos de empleo: profesores de Universidad y cargos directivos de hospitales) ¡A uno de ellos se le obligó a renunciar a cualquier tipo de actividad cristiana si no quería perder su trabajo.

Ahí está nuestro reto como pueblo de Dios para los próximos años. Hasta ahora, nuestras dificultades en Occidente nacían más bien de la indiferencia hacia nosotros. Esta etapa parece estar tocando a su fin. La oposición ahora va a ser frontal. Mucho más duro de llevar, pero también una gran oportunidad: la Iglesia siempre ha crecido y se ha avivado en tiempos de hostilidad. ¿Estamos preparados para que “digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”? La clave para resistir la prueba está en asirnos de Cristo y de su Palabra, los pilares objetivos de nuestra fe, la Roca de los siglos.

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Este Editorial es el mismo que el del último número de la revista “IDEA” (Idea nº 13, 2007 Enero - abril). IDEA es la revista oficial de la Alianza Evangélica Española (AEE), y está firmado por Pablo Martínez Vila, Presidente de la AEE.