Steven Spielberg visita estos días España con motivo del estreno de su última película. Estreno de éxito en noviembre en Estados Unidos, llega a las pantallas europeas con el aval de doce nominaciones a los Oscar y una crítica mayoritariamente favorable en los medios especializados.
La película se centra en sólo unos meses de la vida de Lincoln, pero su historia ha sido una de las más referenciadas en biografías, películas y discursos en la historia de Estados Unidos. Además
es el personaje con “mejor reputación: según una encuesta realizada el año pasado en Estados Unidos, el 91% lo reconocieron como una figura positiva para el país, por encima de otras figuras históricas como Martin Luther King o el mismo Jesucristo.
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Curiosamente uno de los aspectos más discutidos es el referido a la fe de Lincoln.
Así lo refiere en una serie de artículos en Protestante Digital el historiador
Mario Escobar. “Las creencias de Abraham Lincoln han sido un tema de debate constante.
A pesar de sus numerosas referencias a Dios y la Biblia , muchos han cuestionado la fe de uno de los presidentes más conocidos de la Historia de los Estados Unidos”, explica.
En este sentido,
un experto es el historiador César Vidal, que escribió la novela histórica "Lincoln" , en la que concluye que la experiencia religiosa del Presidente de los EE.UU. no le convirtió en un librepensador, sino en una especie de cristiano “no confesional”.
FUNDADOR DEL PARTIDO REPUBLICANO
Lincoln era un abogado de Kentucky hijo de pioneros que se habían instalado en el inhóspito Oeste. La vida itinerante de su padre le obligó a viajar por medio país. En su juventud se enroló en el ejército como capitán y luchó en la Guerra del Halcón Negro. Desde muy joven se interesó en la política, militó en el partido Whig y fue elegido como diputado por ese partido en el año 1847.
Tras su matrimonio con Mary Todd contribuyó a la fundación del Partido Republicano. La carrera política de Lincoln despegó poco tiempo después, cuando fue elegido presidente de su partido y candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
HOMBRE DE FE ¿SIN IGLESIA?
Abraham Lincoln nunca perteneció formalmente a ninguna iglesia. Sus padres eran bautistas, aunque procedían del calvinismo. “Al parecer, la predestinación fue una de las creencias fundamentales en la fe de Lincoln”, matiza Escobar.
En la campaña de 1846, cuando aspiraba a ser diputado, f
ue acusado por el evangelista Peter Cartwright de ateo, se defendió alegando, que si bien no pertenecía a ninguna iglesia, nunca había negado la veracidad de las Escrituras, siempre había respetado a todas las denominaciones y creía en la tolerancia religiosa.
Según César Vidal, Lincoln estaba convencido de que Dios actúa activamente en la Historia, y también conectaba los principios de los Padres Fundadores con sus orígenes bíblicos. Y en medio de los problemas
“se le veía a menudo con la Biblia en la mano y se sabe que oraba con frecuencia. Su relación personal con Dios ocupaba mucho su mente”.
UN LUCHADOR
Aunque la victoria en las presidenciales daba a Lincoln una mayoría en el Congreso, sus votos eran inferiores a la suma de los tres candidatos opositores. Con ese difícil equilibrio electoral, Lincoln tomó la presidencia, después de sufrir su primer atentado.
Desde el Sur se oían voces discordantes y todos esperaban lo peor. El nuevo presidente se había declarado abolicionista y muchos temían que sus negocios y su forma de vida sufrieran un retroceso con la emancipación de los esclavos. De nada sirvió el discurso reconciliador del Presidente, el Sur había decido emprender su propio camino.
Los estados rebeldes tomaron la iniciativa y antes de que Lincoln proclamara la emancipación de los negros, se separaron de la Unión. La reacción de Lincoln no se hizo esperar, habría guerra.
El 12 de abril los Confederados atacaron Fort Sumter y las hostilidades comenzaron. Las habilidades del general Lee, en el bando rebelde, llevaron hasta el límite la capacidad de la Unión. La batalla de Gettysburg inclinó la balanza a favor de las fuerzas de Lincoln. La incorporación al ejército de la Unión del general Grant devolvió la confianza a los norteños y los Confederados comenzaron a perder batalla tras batalla.
Pocos después de la toma de posesión, Abraham Lincoln compartió con sus colaboradores sus inquietudes con respecto a la Unión: “A menos que el gran Dios que ayudó a Washington esté conmigo y me preste auxilio, voy a fracasar; pero si la misma mente Omnipotente y el mismo Brazo Poderoso que lo dirigió y protegió me ayuda, no voy a fracasar…oremos para que el Dios de nuestros padres no nos abandone ahora”.
VOTO ANTE DIOS
En medio del combate, Lincoln reconoció haber hecho un pacto con Dios. “Cuando todo parecían espantados y nadie podía predecir lo que iba a suceder, fui a mi habitación, cerré la puerta, me arrodillé delante de Dios Todopoderoso y oré con poder por la victoria. Le dije que era su guerra, y que nuestra causa era su causa, pero que no podríamos resistir otro Fredericksburg o Chancelorsville. Entonces
hice un voto solemne al Dios Todopoderoso de que sí Él estaba con ustedes yo estaría con Él. Y después de eso, un dulce consuelo en mi alma”, afirmaba.
El 15 de julio de 1863, Lincoln pidió un día nacional de acción de gracias por la paz y la reconciliación, pero la paz tardaría todavía en llegar. Este día de acción de gracias todavía se celebra en el mes de noviembre en Estados Unidos.
El 9 de abril de 1865 la guerra fraticida terminaba, pero tras ella se creaba una división social y racial, que perduraría hasta el siglo XX.
Precisamente al terminar el conflicto bélico, expresa César Vidal,
otro aspecto le distinguió en alineamiento con el espíritu del Evangelio y fue su expreso deseo de ser misericordioso con los perdedores y cerrar cuanto antes las heridas abiertas. A pesar de la oposición de los radicales, fue reelegido presidente con un discurso claro y polémico para muchos, anunció que iba a actuar: “
con malicia hacia nadie, con caridad hacia todos; con firmeza en lo justo, según Dios nos conceda ver lo justo, prosigamos para concluir la labor en la que nos hallamos”. Estas palabras fueron su sentencia de muerte, ya que poco después fue asesinado.
“La fe de Abraham Lincoln era indudable, podemos cuestionar el conjunto de sus creencias, pero nunca su fe y dependencia de Dios. En uno de sus últimos discursos dijo: 'Mi preocupación y oración es que esta nación y yo debemos estar del lado del Señor'”, explica Escobar.
Lo mismo expresa César Vidal, que concluye que su experiencia religiosa no le convirtió en un librepensador, sino en una especie de cristiano “no confesional”.
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