El actor Denzel Washington ha vuelto a tratar el tema de su fe, en este caso en una entrevista con la revista GQ, en la que habló de su experiencia con Jesucristo y la importancia que juega la lectura diaria de la Biblia en su vida.
El actor de 57 años de edad, hijo de un predicador pentecostal, habló emocionado de su primera experiencia de haber recibido el Espíritu Santo durante un servicio en su iglesia. “Fue muy intenso. Casi me tumba”, señaló. “Después llamé a mi madre y al explicarle lo que pasó, me dijo que estaba siendo lleno del Espíritu Santo”.
El múltiple ganador del premio Oscar, quien ha aparecido en películas desde su debut en 1977,
se ha mantenido a lo largo de los años dando testimonio acerca de su fe cristiana. En una entrevista anterior con Beliefnet, Washington habló sobre la importancia de su espiritualidad, no sólo su vida, sino también su carrera.
Él
aseguró que lee la Biblia y agregó: “Hace poco leí algo genial: ‘No aspires a ganarte la vida, aspira a hacer la diferencia’”.
TRAYECTORIA EXITOSA
Denzel Washington es uno de los actores más exitosos y respetados de Hollywood. Sin embargo, el ganador por dos veces del Premio de la Academia (por Tiempos de Gloria en 1989 y por Training Day en 2001) es también uno de los cristianos evangélicos más renombrados de Hollywood.
Hijo de un predicador pentecostal de Mount Vernon, New York, es desde hace 30 años miembro activo de la “West Angeles Church of God in Christ” (Iglesia de Dios en Cristo, Los Angeles), lee la Biblia cada mañana y
siempre elige papeles con los cuales pueda dar un mensaje positivo o una reflexión de su profunda fe personal.Para Washington, “vivir según la Biblia” está determinado principalmente por el amor y el sacrificio.
VIVIR POR PRINCIPIOS BÍBLICOS
Aunque Washington no es partidario de la palabra “religión” y se abstiene de pronunciar frases como “yo estoy en lo cierto, tú estás equivocado”, no se avergüenza de hablar sin rodeos de sus creencias cristianas.
“Creo que Jesús es el Hijo de Dios”, dice.
“Oramos por todo, cada día”, dijo Washington a la prensa en la presentación de El Libro de Elí. “Y siempre acabamos diciendo Amen, Dios es amor. Yo creía que ´Dios es amor´ era sólo una frase. Me llevó mucho tiempo aprender lo que significa. No importa el libro que leas o lo que creas, si no tienes amor, si no amas a tus semejantes, no tienes nada”.
Washington afirma que
basa su vida en principios bíblicos. Cuenta que estando un día en su casa, leyendo la Biblia (era la tercera vez que leía lo mismo) encontró un pasaje acerca de la sabiduría y el entendimiento en Proverbios 4, que le hizo reflexionar sobre su vida.
“Estoy en esta casa tan grande con todas estas cosas”, se dijo. “He oído este dicho: Nunca verás un botín detrás de un coche fúnebre. No puedes llevarte nada. Los egipcios lo intentaron, y les robaron. Me dije: ¿Qué es lo que quieres Denzel? Una de las palabras del devocional de aquel día era “sabiduría”. Así que empecé a orar: Señor, dame más dosis de esto; yo no puedo tener más éxito, pero puedo ser mejor; puedo aprender a amar mejor; puedo aprender a ser más comprensivo; puedo conseguir más sabiduría”.
UN LLAMADO PROFÉTICO
Al igual que su personaje de la película,
Washington cree en la llamada profética y procura trabajar lo mejor que puede con el don que cree que Dios le ha dado. En su caso, fama en todo el mundo y una de las más célebres carreras de actor de su generación.
Recuerda una anécdota de cuando tenía 20 años que demuestra lo íntimamente que relaciona su fe con su carrera.
Era el 27 de marzo de 1975, y Washington, que acababa de ser expulsado de la escuela, estaba sentado en el salón de belleza de su madre. Una señora mayor estaba debajo del secador mirando atentamente a Washington y le pidió una hoja de papel, en la que, con mano temblorosa, escribió la palabra “profecía”. La señora se llamaba Ruth Green, uno de los más antiguos miembros de la iglesia de la ciudad, que era conocida por tener el don de profecía. Aquel día le dijo a Washington: “Muchacho, tu viajarás por todo el mundo y hablarás a millones de personas”.
Aquel verano, Washington era consejero en el campamento YMCA en Connecticut. Los consejeros representaban parodias para los chicos y alguien le sugirió que tenía talento natural y que debería dedicarse a actuar. En el otoño del mismo año, Washington regresó a la escuela en el campus Lincoln Center de la Universidad de Fordham, donde empezó su formación como actor.
“Años más tarde” recuerda, “le pregunté a mi pastor si creía que yo estaba llamado a ser predicador y me contestó: Bien, ¿No estás hablando a millones de personas? ¿No has viajado por todo el mundo?”
Washington reconoce que está situado en una posición única y se siente obligado a dar lo mejor de sí, “predicando” mensajes positivos siempre que puede, a través de sus actuaciones.
“He procurado adaptar mis papeles” dice, “incluso los peores como el de ´Training Day´. La primera cosa que escribí en mi guión (para Training Day) fue ´el salario del pecado es la muerte´. En el guión original, (mi personaje) muere por televisión. Y yo dije: ´No, no; para que yo pueda justificar su mala vida, tiene que morir de la peor forma´. E hice que Ethan Hawke me arrojara del coche y me arrastré como una serpiente. Todos los viandantes se volvieron contra mí y quedé hecho pedazos”.
SU VIDA TRAS LA PANTALLA
Aunque ha interpretado a personajes ásperos y violentos en películas como Training Day, American Gangster o Elí,
en la vida real Washington es un padre de familia amable y tranquilo. Está casado con su esposa Paulette desde hace 27 años y tienen cuatro hijos, John David, Katia y los gemelos Malcolm y Olivia. Washington está lejos de ser el estereotipo de Hollywood.
Además de la implicación en su iglesia local (donó 2,5 millones de dólares en 1995 para construir unas nuevas instalaciones en el West Angeles COGIC), Washington, quien siempre firma los autógrafos con “Dios le bendiga”, es seguidor de los Clubes de Chicos y Chicas de América (en los cuales él también fue un “chico” activo), entre otras fundaciones benéficas.
Washington sabe que ha recibido muchas bendiciones y está dispuesto a minimizar su fama y su éxito y considerarlo como un don de Dios.
“Yo no soy importante”, dijo en 2007 en una entrevista concedida al Reader’s Digest. “Me han sido dadas ciertas aptitudes y yo lo veo de esta manera: ¿Qué vas a hacer con lo que tienes? ¿A quién vas a ayudar?”.
Porque Denzel Washington es una estrella de Hollywood que, aunque no es perfecto, presenta el ejemplo de un cristiano que se halla en un lugar de elogios y éxitos excesivos, pero que no ha perdido la cabeza, sino que sigue basando su vida en la Biblia y en la dependencia de Dios.
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