Juan 14:15-16 y 16:8 Si me amáis, guardad mi mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad... Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Una táctica de Satanás para desviarte del perdón de Dios es abusar de la culpabilidad. Cuando pecas, Jesús nos dice que el papel del Espíritu Santo es convencerte de tu pecado (Juan 16:8) y cuando lo hace, te sientes culpable. Si en este momento reconoces que has pecado y pidesperdón a Dios, el asunto está resuelto y no hay nada más que hacer. De este modo, la culpabilidad ha servido para reconocer cuando has pecado. Pero escúchame bien, la culpabilidad nunca debería llegar a ser lo que te motiva a servir a Dios. Es una buena herramienta para ayudarte a descubrir el pecado en tu corazón, pero será un arma destructiva en la vida sidejas que sea lo que te motiva a obedecer.
Te doy un ejemplo. Un cristiano peca y en realidad le gusta el pecado (no solemos caer en tentaciones que no nos gustan, ¿a que no?). No quiere dejar el pecado, pero después de hacerlo durante varias semanas se siente tan culpable que por fin reconoce que quiere estar bien con Dios y le pide perdón. Ese día se siente fantástico porque esa carga pesada de culpabilidad ya no está sobre sus hombros y está convencido que nunca más volverá a hacerlo. Pero, después de unos días, esa buena sensación de no sentirse culpable se apaga y el cristiano se encuentra con un vacío. ¿Qué hace? Vuelve al pecado y lo hace hasta que se sienta demasiado culpable otra vez y lo deja. Cada vez jura que esta es la última vez, pero no lo es y lo sabe en su interior. Puede seguir así en este círculo malvado por años y años. Es demasiado común entre los cristianos.
¿Cuál es el problema aquí? Bueno, hay varios problemas aquí, pero por ahora quiero enfocarnos en uno de los problemas claros.
El problema de este cristiano es que sólo quiere dejar de pecar para no sentirse culpable. Necesita comprender que la culpabilidad sólo sirve como aviso. La culpabilidad da un pellizco a la consciencia cuando has hecho algo malo, pero no es útil para nada más. Es como el dolor al tocar una plancha. Para que no toques una plancha es suficiente dejarte guiar por el aviso del dolor de la quemadura que te saldrá si la tocas. Pero esto es muy diferente cuando se trata de una relación. El deseo de evitar el dolor no debe ser lo que dirige una relación. Imagina un chico que no insulta a su novia solamente por miedo a que esta le pegue. ¿Qué nota le pondrías a una relación así? Lo único que frena sus insultos a la novia es el miedo a una paliza. ¿Verdad que esta relación no tiene futuro?
¿Por qué razón debería un novio evitar insultar a su novia? ¿Por qué deberíamos obedecer nosotros a Dios? Es obvio, ¿no? Es lo dice Jesús en Juan 14:15. Si me amas, guardarás mis mandamientos. Un buen novio controlará su lengua para no decir cosas dañinas a su novia porque la ama. Y la chica no tendrá que pegarle para que no le insulte. Si el chicola ama y en algún momento la insulta, sentirá un profundo dolor en el corazón porque le duele a él mismo hacer daño a alguien que ama. Le duele el corazón por amor. Lo que digo aquí es tan obvio que es casi absurdo. ¿Por qué, entonces, dejamos que el dolor de la culpabilidad sea la motivación en nuestra relación con Dios?
Deberías obedecer a Dios porque le amas, no porque quieres evitar el dolor de la culpabilidad. Si amas a Dios y empiezas a pecar, lo reconocerás porque sentirás el dolor de la culpabilidad, pero ahora querrás dejar atrás el pecado, no para librarte de ese dolor, sino porque de verdad no quieres herir a tu Padre. Cuando veas cómo es tu Padre celestial y que servirle es, en realidad, mejor que ese pecado que sigues eligiendo, lo dejarás.
Pero este problema no se aplica sólo a los pecados. También ocurre en las vidas de cristianos que saben que deberían hacer algo como orar o estudiar la Biblia pero no lo hacen tanto como piensan que deberían. Así que se sienten muy culpables todo el tiempo porque no han orado bastante esta semana o lo que sea. ¿Ves que esto es igual que el ejemplo anterior? La única diferencia es que hemos cambiado cosas malas por cosas buenas. Es como un chico que sólo dice buenas cosas a su novia porque si no lo hace, la chica le pega. Eso tampoco vale. No deberías leer la Biblia ni orar porque te sientes culpable si no lo haces. Lee la Biblia y ora porque te has entregado completamente a Él y te ha perdonado completamente, y ahora quieres andar en su Espíritu experimentando todas las bendiciones, regalos y premios que Dios tiene para ti.
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