El proyecto europeo Stop Violence on Social Media (detener la violencia en las redes sociales), en colaboración con la Confederación Española de Centros de Enseñanza, ha presentado un estudio realizado 50 colegios, con encuestas anónimas a 7.000 adolescentes de España e Italia, en el que se estudia la exposición de los adolescentes a contenidos violentos y cómo estos tienen influencia en su vida y desarrollo.
La intención final es implantar un programa educativo para reducir el consumo y el impacto de la violencia entre los jóvenes, especialmente los presentes en los medios de comunicación interactivos.
El ciberacoso, los videojuegos violentos o el sexting, son algunos de las problemáticas analizadas por los investigadores.
Del análisis de los datos se puede observar que
un importante porcentaje de los adolescentes presentan problemas de autoestima. Esto constituye un factor de riesgo que influye en la adopción de comportamientos violentos, como por ejemplo el Cyberbullying, es decir, el acoso a través de la tecnología.
MENOS CONCIENCIA DEL PELIGRO
El estudio demuestra una creciente tolerancia en este sector de población hacia actitudes antes consideradas socialmente incorrectas. El 34% de los adolescentes se manifiesta dispuesto a hacer cosas emocionantes por diversión, incluso si son peligrosas.
El 8% cometería un delito violento bajo determinadas circunstancias: la violencia se considera una forma viable de conseguir determinados objetivos.
En este contexto de alta propensión al riesgo, el cuestionario utilizado permite conocer la incidencia de lo que llaman “ bulismo activo ”, esto es, la disposición del adolescente de realizar acciones violentas.
Según el estudio,
un 19% ha amenazado a gente conocida, el 32% no dudaría en usar la violencia para proteger lo que considera “sus derechos”, el 27% insultaría a sus compañeros si se les provoca, y el 10% dice de estar dispuesto a gastar bromas humillantes a otras personas.
En cuanto al sexting, el 6% recibe mensajes de contenido sexual de sus amigos.
En relación a la pornografía, casi dos de cada diez sostiene que suele consumir ese tipo de material y tres de cada diez piensa que el mismo no tiene ninguna consecuencia en la personalidad.
El 22% acepta como amigos/as personas con quienes nunca han estado en persona, lo cual puede traducirse en futuros contactos con adultos.
El 5,5% dice consumir alguna droga y el 12% cigarrillos, y el 11% altas cantidades de alcohol los fines de semana.
De hecho,
el 37% piensa que es lógico tener experiencias nuevas y excitantes sin importar si son poco convencionales o un poco ilegales (como por ejemplo el sexting o el Cyberbullying). Esto confirma lo relevado en los grupos focales:
es muy baja la convicción del daño que pueden producir ciertas conductas en los demás.
AUMENTA LA TOLERANCIA A LA VIOLENCIA
Resulta interesante hacer notar que entre los jóvenes se ha difundido una actitud “que podríamos definir de tipo utilitarista: más del 8% considera que la violencia es necesaria, útil e incluso agradable”, expone el informe.
Esta tendencia se confirma al estudiar algunas de sus intenciones respecto a la problemática en cuestión:
la violencia es aceptada si es útil para la defensa propia (54,7%) o para obtener un trabajo (el 24,9% estaría dispuesto a trabajar en una empresa de medios que produzca contenidos extremadamente violentos). El 23,6% enseñaría a sus hijos que usen la violencia en el caso de que lo necesiten.
En definitiva, desde el estudio concluyen que “falta la sensibilidad necesaria que permita reconocer las consecuencias reales de factores que permiten o promueven la violencia, como son por ejemplo la posesión de armas o los contenidos violentos en los media”. Sólo el 56% estaría dispuesto a firmar un manifiesto en contra de la violencia,
el 26,7% está interesado en aprender a manejar armas de fuego, el 12% firmaría una petición para legalizar el uso de las mismas y sólo el 30,4% se ha mostrado dispuesto a apoyar leyes que limiten los contenidos violentos en televisión.
Según este estudio, un mayor uso de videojuegos y redes sociales está asociado significativamente a un menor comportamiento prosocial (participación en voluntariado, campañas sociales, etc.), y una mayor aceptación de la violencia.
El uso que los adolescentes dan a los media interactivos no sólo influye en la aceptación de la violencia (y por lo tanto en los comportamientos de riesgo) sino también en el esfuerzo escolar: a mayor uso de videojuegos y redes sociales, menor es el empeño por el estudio medido en horas dedicadas a esa actividad.
ESCASO CONTROL PARENTAL
El 66,9% de los adolescentes cuentan un alto nivel de supervisión en sus actividades: sus padres saben qué hacen con su tiempo libre, se interesan de sus estudios, etc. Sin embargo, la mediación mediática es muy baja.
De hecho, el 42,2% no controlan el tiempo que sus hijos dedican a ver TV, jugar videojuegos o estar conectados a Internet. La mitad de los padres tampoco da consejos sobre el uso de esas plataformas.
Siete de cada diez no juega con sus hijos a videojuegos. El nivel de diálogo intrafamiliar es en general medio o bajo.
El 60,4% nunca o casi nunca habla con sus padres sobre lo que hace o le sucede en Internet y, coincidiendo con lo relevado en investigaciones científicas precedentes, sólo una mínima parte de los adolescentes pueden conversar con sus padres sobre un aspecto que es esencial para su edad: la afectividad y la sexualidad. El 78,3% no dialoga sobre cómo manejar el impulso sexual y sólo el 25,4% conversa sobre cómo manejar mejor los sentimientos y afectos.
Esto último está asociado con la autoestima (es baja cuando el diálogo es escaso) y el bulismo activo (es mayor cuando el diálogo sobre como manejar la afectividad es menor).
El diálogo intrafamiliar que permite al adolescente aprender a manejar su temperamento es clave para prevenir la violencia: quien más asistencia recibe de sus padres en este aspecto, se ha demostrado menos dispuesto a insultar a sus compañeros en caso de provocación o utilizar la violencia para alcanzar sus objetivos.
El clima familiar es altamente positivo en el 39,9%, y la cohesión es elevada en el 49,7%.
Las amistades de los adolescentes son poco “generativas” de capital social: sólo el 29,7% practica un deporte o hace excursiones con sus amigos, y el 5,1% participa con ellos de actividades de voluntariado. Sólo el 30,2% de los entrevistados tienen un grupo de amigos con los que realizan proyectos concretos.
PRÁCTICA RELIGIOSA
Según el informe, el
11,1% de los encuestados dice no tener religión, y el 71,2% ser de religión Católica.
El 39% asiste al menos semanalmente a la iglesia o templo de su religión. Para el 38% ésta última es una influencia importante en su vida.
A partir de las variables originales se construyó un índice tipológico de práctica religiosa, según la participación en el culto y la importancia de la religión en las decisiones:
sólo el 9,6% se puede considerar Practicante, el 13,5% Ritualista (la fe no cuenta en sus comportamientos, a pesar de asistir al culto público), el 20% Light (cree, pero no participa), el 9% No Practicante y el 21,6% No Religioso.
Este índice está significativamente asociado a dimensiones fundamentales relacionadas con la violencia la disposición a reaccionar con insultos ante las provocaciones, la intención de uso de violencia para conseguir objetivos, el consumo de productos violentos en medios de comunicación, los comportamientos de riesgo y el bulismo activo.
“A partir del análisis de correlaciones
podemos afirmar que cuanto mayor es la práctica religiosa, menor es la disposición a realizar acciones violentas o usar productos violentos en los medios de comunicación: la religión es un factor protectivo de la violencia”, dice el estudio.
GENERACIÓN GTA
El estudio divide a los adolescentes en cuatro grupos de acuerdo a sus respuestas. Uno de estos grupos lo identifican como “generación GTA”: son el 31,6% de la muestra. Consumen elevados niveles de violencia a través de los medios de comunicación, suelen estar integrados en su grupo de amigos pero tienen un concepto utilitarista de la amistad. “Dedican poco tiempo al estudio y su tendencial al bulismo es elevada”.
Otro de los grupos, denominado “generación NN” representa al 7,9% de la muestra. Son los grandes desconocidos porque no han contestado a casi ninguna de las preguntas. “Sólo se sabe que tienen problemas en su familia: falta de cohesión y supervisión. Su autoeficiencia y dedicación al estudio son bajas y presentan altos niveles de impulsividad”.
RECOMENDACIONES
El estudio finaliza realizando unas recomendaciones para combatir la violencia entre niños y adolescentes.
Aconseja a los políticos que se promuevan “los derechos de los niños a través de proyectos de prevención que se centren en su contexto de socialización próximo (familia y escuela)”.
A los educadores les insta a “focalizar sus esfuerzos en soft skills, especialmente toma de decisiones, evaluación de fiabilidad de fuentes de información, uso activo de tecnologías de información y, sobretodo, participación en grupos primarios positivos (amistad)”.
Finalmente, pide a los padres que sean “aliados de los educadores: participar de las actividades organizadas por los colegios, promover con el ejemplo estilos de vida sostenibles (no consumistas) y ayudar a sus hijos a organizar su tiempo libre de manera positiva”.
La CECE (Confederación Española de Centros de Enseñanza), fundada en 1977, es la organización patronal más representativa de España con cerca de 6.000 empresas educativas asociadas. Tiene presencia en la negociación de todos los convenios colectivos del sector y su carácter heterogéneo acoge todo tipo de centros, incluidos muchos de titularidad religiosa, de todos los niveles educativos y de todo tipo de enseñanzas.
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