La Fundación Pfizer ha presentado resultados de un
muestreo sobre “Jóvenes y consumo de alcohol en España”. El estudio muestra no sólo lo que opinan los jóvenes sino también lo que los padres piensan con respecto al consumo de alcohol de sus hijos.
Así, para El País,
el estudio demuestra que “la brecha generacional” es algo más que una metáfora, considerando las amplias diferencias en algunas de las respuestas. Por ejemplo con respecto al consumo habitual de alcohol: de los jóvenes entre 12 y 18 años, el 34,3% contesta que lo hace al menos una vez al mes. Pero sus padres creen que eso sucede solo con el 19,1% de sus hijos. La diferencia son 15,2 puntos, un 44% de error.
En cuanto a la edad de inicio del consumo, mientras los padres lo sitúan en los 15 años, los jóvenes confiesan que se acerca más bien a los 13 años y medio.
Otro punto de gran diferencia entre las respuestas de padres e hijos se dan en la pregunta sobre qué tipo de alcohol consumen los jóvenes. Un 33% de diferencia con respecto a los licores fuertes. En cambio, padres e hijos coinciden en las cifras con respecto al consumo de cerveza o champán, tal vez porque estos suelen tomarse con más asiduidad en presencia de sus progenitores, mientras que
los licores fuertes son más habituales en los botellones, donde 1 de cada 10 jóvenes se emborracha siempre que acude, de acuerdo al estudio.
PADRES PERMISIVOS Y MENOS CREÍBLES
Otro aspecto destacado del estudio es que los padres, en general, son permisivos con el consumo de alcohol de los hijos. Un 53,7% de los padres y madres lo permiten, en casa o fuera de ella, según los adolescentes. Según algunos expertos la cifra realmente es mayor, porque se trata de una cuestión en la que los padres tienden a minimizar.
“Por desconocimiento o impotencia, sobre todo a partir de los 16 años, los padres dejan que sus hijos beban”, dice el experto Núñez Morgades.
En casa, desde luego, hay una gran influencia a la hora de tomar ejemplo.
Más de un 40% de los jóvenes comenzó a beber en casa, aprovechando celebraciones especiales como Navidad o un cumpleaños, aunque casi todos (un 90%) está de acuerdo en que tener amigos que toman alcohol es la principal razón para comenzar a hacerlo.
Otro factor analizado es cuál sería, para los jóvenes, la mejor forma de estar informados sobre el alcohol.
Para ellos tiene el mismo valor la información que puedan obtener de internet y las redes sociales que de parte de sus progenitores. ¿Efecto sintomático de problemas de fiabilidad comunicativa en casa?
¿DAÑINO? SÍ, PERO PARA OTROS
Cuando a los jóvenes se les pregunta por los efectos nocivos del alcohol, se muestran con conocimientos suficientes. Un 90% sabe que su consumo causa problemas de corazón, de hígado, y también problemas mentales como depresión. Sin embargo, no parecen preocupados ni dispuestos a dejar de consumirlo.
“Aunque estos todavía tienen una serie de mitos al respecto, como que si sólo se bebe de vez en cuando (los fines de semana) no hace daño”, dijo Núñez Morgades.
“Ven sus efectos como algo lejano”, y opinan que “no engancha como otras drogas”, añadió.
De hecho,
casi la mitad de los encuestados parece negar los efectos nocivos del alcohol a corto plazo. Una contradicción si se tiene en cuenta que luego
cerca de un 90% es consciente de que tomarlo les puede volver más violentos y más proclives a mantener relaciones sexuales sin utilizar métodos anticonceptivos.
En cuanto a las soluciones, la encuesta refleja que tanto padres como hijos consideran que en gran parte pasa por la familia (sobre un 25%), sin despreciar la información que se pueda otorgar desde asociaciones de padres y colegios (20% cada uno). Sin embargo,
casi un 90% de los adolescentes no está dispuesto a recibir ayuda para reducir su consumo de alcohol.
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