El temor a sentirse abandonado suele ser frecuente en alguna etapa de la niñez, como puede verse en los niños que lloran al ingresar a la guardería o pre escolar porque temen que sus madres no vuelvan a recogerlos.
Lo preocupante es que
entre los 4 y 10 años los niños tienen cada vez más miedo a ser abandonados por sus padres y a dejar de ser queridos, especialmente si los progenitores están en un proceso de separación. Los adolescentes también suelen experimentar estos tipos de miedo ante los procesos de divorcio aunque lo manifiestan de otra forma como, por ejemplo, con irritabilidad.
Así lo comenta la psicóloga Ana Gutiérrez, una de las autoras del libro “Los niños, el miedo y los cuentos. Cómo contar cuentos que curan”, quien ha destacado
la importancia de que los padres no utilicen a los hijos como "arma arrojadiza" cuando deciden poner fin a su matrimonio y, por el contrario, muestren constantemente cariño hacia sus hijos y le expliquen, de una manera serena, la nueva situación.
MIEDOS Y ESTRATEGIAS
Gutiérrez reconoce que "el miedo es una emoción y las emociones no entienden de razones", por lo que los más pequeños no sólo experimentan miedo al abandono sino que también es frecuente que se asusten con la oscuridad, con los truenos, los animales, la muerte o cuando acuden al médico porque saben que les puede hacer daño. “Sin embargo, estos temores son normales e incluso pueden ser beneficiosos en el desarrollo de los más pequeños”, dice la psicóloga.
Por ello, ha explicado cuáles son
las principales estrategias que deben llevar a cabo los padres para evitar que el niño tenga miedo. Entre ellas, ha destacado la necesidad de que no les quiten importancia a esos miedos, que pueden convertirse en fobia, sino que les comprendan e intenten animarles a superarles porque es un hecho psicológico.
"No hay que decirles la frase ‘ya ha pasado, no hay nada’ sino que hay sentarse con ellos, dejar a lo mejor una luz, y estar con el pequeño el mayor tiempo posible, hasta que se le haya pasado por completo el susto", ha recalcado esta experta.
UN CUENTO ESPECIAL
Otro de los consejos que da Gutiérrez es crear un cuento en el que el padre o la madre construya un escenario que sea común en la vida del niño, personajes llamativos y con colores e incluso hacer algunas referencias de la habitación. Esta técnica hará que el hijo se introduzca en ese cuento imaginario y deje de lado los miedos.
Las técnicas de respiración son también muy recomendables para conseguir que el niño sepa relajarse y, por tanto, enfrentarse a esos miedos. Para ello, es importante que los padres ayuden a sus hijos a respirar, con pequeños ejercicios, a través del diafragma.
"Un truco puede ser enseñarles a respirar y que se imaginen que su tripa es un globo de feria de los que flotan por el aire y que tienen formas que le gustan como, por ejemplo, Bob Esponja o un unicornio mágico con un cuerno de color dorado", ha comentado Gutiérrez.
Como todo consejo, los que da la psicóloga no pueden ser efectivos si los padres no son los primeros que los llevan a la práctica. Aunque existen determinados miedos que son genéticos, otros muchos los crean los padres a sus hijos: "Son ellos los primeros que tienen que estar tranquilos y no asustarse" porque si lo hacen los más pequeños lo van a copiar, subraya Ana Gutiérrez.
Y ya que esta es una publicación evangélica,
sería bueno que existiese una referencia pastoral de cómo abordar la situación de hijos con padres divorciados. Unos porque llegan así a las iglesias; y otros porque desgraciadamente es un hecho que también ocurre en el interior de la misma, aunque se ponga toda la buena voluntad humana y espiritual en avitarlo.