Diego, 14 años, ha traspasado los límites de lo concebible.No sólo pega a los padres, sino que cansado de su padre, lo echa de casa porque "no lo soporta". Padre y madre acceden para que "haya paz y el chaval no se ponga peor".
Hay niños de siete años que dan puntapiés a las madres con la simple amonestación de «eso no se hace» sin perder la sonrisa. O tiran al suelo el bocadillo que les han preparado y ellas les compran un bollo.
Actualmente muchos padres están educando a sus hijos en lo que se conoce como cultura de algodón. Todo nos parece poco para ese niño tan deseado. Sólo queremos su felicidad.
«Ya no puedo con él». Es la queja más común que recibimos en asociaciones y en los servicios sociales. Las últimas llamadas de petición de ayuda muestran que ya no se trata sólo de los consabidos problemas de la adolescencia, sino de situaciones que están fuera de control. Lo comprobamos con los últimos excesos cometidos por menores: el 15 por ciento de las denuncias por violencia en el hogar en Barcelona las presentan padres maltratados por sus hijos... Lo peor es que estas cifras reflejan solo la punta del iceberg, los casos mas graves. Sin embargo, permiten entrever la quiebra de una norma ancestral, el respeto a los padres.
LOS REYES DE LA CASA
«La mayoría de los jóvenes no son tiranos, claro que no» afirma Javier Urra, psicólogo y el Primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. «Hay muchas familias que funcionan bien y los padres en general educan correctamente. Sin embargo se observa en las consultas infantiles la aparición de pequeños dictadores que imponen su propia ley. Son niños caprichosos sin límites, dan ordenes a sus padres, les chantajean y organizan la vida familiar. Quieren ser siempre el centro de atención y no aceptan un no».
«Pero el caso es que los hijos necesitan privaciones y carencias para que realmente valoren a las personas y a los objetos, y no los vean como simples satisfactores de sus necesidades» indican E. Prado y J. Amaya autores de Padres obedientes, hijos tiranos. «Sin su existencia desarrollan conductas inestables, miedos incluso comportamientos tiránicos».
«Encumbrar a los niños a pedestales, sin contacto con la dura realidad, supone maleducar y propiciar que el día que salgan de la urna de cristal reciban un impacto al que no sabrán adaptarse ni responder» continua Javier Urra. «Maleducar a un niño significa consentirle, dejarle hacer negarse a sancionarlo por si se trauma. Y sin embargo la frustración, como la sanción, son partes muy importantes de la educación».
ERRORES FATALES
Una profesora habla en su despacho con una madre. Detrás de ella el hijo saca la lengua. La madre dice: «iPero, por favor, que le va a faltar a mi hijo, ha tenido todo lo que ha querido!». La profesora le contesta: «Tal vez necesite algunos límites». La madre concluye: «No creo. Pero bueno, si necesita límites, le compro límites!». (Viñeta de Maitena).
«No creo en la expresión me ha salido así. Lo repito hasta la saciedad: los hijos; no nacen y se autodesarrollan; se forman, se educan, se conforman» indica Urra. A su juicio estos son los principales errores en los que caemos los padres; del siglo XXI:
- Consumismo: Dame, cómprame, tráeme... son palabras que repiten sin cesar.Las habitaciones de los pequeños están repletas de los últimos juguetes y novedades. La sociedad no ayuda a frustrar la omnipotencia infantil sino que la alimenta. «Es importante que desde el principio nuestros hijos se acostumbren a no recibir todo lo que nos piden, aunque economicamente no sea problema» dice Mª Jesus Alava autora de El NO tambien ayuda a crecer. «Si lo tienen todo, antes incluso de desearlo, les estamos quitando la ilusión. Deben valorar las cosas, aprender a esperar, a sonar, a desear lo que quieren, a esforzarse por conseguirlo y... a no frustrarse cuando no lo obtienen. De otro modo empiezan a no valorar las cosas y terminan por no hacerlo con las personas. Además un chico lleno de caprichos no es feliz. Es importante que sepan que existen otros niños que no tienen nada... y sembrar en ellos la semilla de la solidaridad. El mejor de los juguetes son unos padres, hermanos o amigos dispuestos a jugar con él.
- Egocentrismo: Típico en el niño entre los 2 y 7 anos. El problema es como se prolongue hasta la adolescencia o la edad adulta. «Estamos enfermos de hiperhedonismo... Parece que lo fundamental es complacer a los hijos para no enfrentarte con ellos y contradecirlos, sin importar que eso pueda causarles confusión y ser origen de sus conductas egoístas, impulsivas y hasta agresivas» dice Prado y Amaya.
- Permisividad: Algunos adultos han vivido bajo una educación autoritaria y, cuando han tenido hijos se han prometido que nunca los educarían de la misma forma. El resultado ha sido el extremo contrario: son incapaces de poner límites yno se dan cuenta de que poco a poco están perdiendo su posición de padres... Los niños que se salen siempre con la suya, acaban creyendo que no son importantes para sus padres. Y, además, se convierten en pequeños tiranos.
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22: 6
POR FAVOR, ¿DÓNDE ESTÁ LA SOLUCIÓN?
¿Qué tendríamos que hacer para cambiar este empacho de permisividad?
- Autoridad: Una palabra con mala prensa, especialmente en la educación. Sin embargo, en su origen latino significa hacer crecer, acrecentar. Es necesario recuperarla es precise el empleo del esfuerzo y la disciplina. El famoso pediatra norteamericano T. Berry Brazelton afirma rotundamente que, en la educación, la disciplina es lo mas importante después del amor.
- Fijar límites: El niño puede quejarse de su suerte al compararse con otros chavales, pero en el fondo sabe que sus padres se preocupan por el.
- Aceptar el "no": La baja tolerancia a la frustración origina un gran sufrimiento emocional», afirma I. Loyacono, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar. «El éxito es efímero, por eso, hay que enseriar a los hijos a aceptar las situaciones que les disgustan, a reconocer los fracasos, para que adquieran una personalidad mas equilibrada y madura.
- Educar en el esfuerzo: Enseñarles a fortalecer la voluntad. No les debemos solucionar todo, aunque a veces resulte mas cómodo; tenemos que ayudarles a que aprendan a resolver sus dificultades por si mismos.
- ¿Castigos? Sí, pero ¿cómo?: ¿Cómo corregir al niño? Desde que es pequeño dándole muestras frecuentes de que le quieres, alabando sus esfuerzos y logros, inculcándole hábitos positivos y autonomía en cuanto le sea posible. Pero no siempre el dialogo resuelve todas las situaciones. «A veces no se puede sacar al niño de esa propensión al egoísmo sin entrar en conflicto con el afirma Aldo Naouri, famoso pediatra italiano. ¿Y eso implica el castigo»
- Para que las sanciones resulten efectivas deben ser lo menos artificiales posibles. Una alternativa sería la reparación, que consiste en resolver o arreglar lo dañado: por ejemplo, si el niño roba en una tienda, debe pedir perdón y devolver lo sustraído. También la compensación, que es hacer algo, por ejemplo una tarea domestica, en beneficio de los perjudicados: si tu hijo rompe la ventana del vecino, obligarle a hacer tareas domésticas para reunir el dinero del arreglo. Así los niños serán responsables de sus errores.
SI NO SABES POR DÓNDE EMPEZAR...
- Educa al niño desde que es un bebe: Acostúmbrale a unos horarios fijos de comida y sueno.
- Intenta mantener siempre la serenidad y demostrar equilibrio, mesura y amor. El mensaje debe ser: «te castigo porque te quiero», «aunque te enfades conmigo te sigo queriendo».
- Padre y madre tenemos que actuar unidos, en bloque. De lo contrario el niño aprovecha los puntos conflictivos entre la pareja para salirse con la suya.
- No tengas miedo a los traumas. Para madurar, los hijos tienen que aprender a convivir con el no.
- Los caprichos, con cuentagotas. Y, cuando hay que decir no, con serenidad, nunca con enfado.
- Libertad vigilada. Un padre debe saber donde van sus hijos, que les gusta y con quien salen.
- No les hagas blanditos: No les dejes sin ir al colegio en cuanto están un poco resfriados, ni les contemples mas de lo necesario.
- Anímales a practicar deporte: Es una buena forma de potenciar la disciplina: les enseña a respetar unas normas, a perder (frustración) y a trabajar en equipo.
- Inculca los valores morales y espirituales en tu familia y sé ejemplo de ellos: Así podrás hacerle ver a tu hijo el disgusto que ciertas conductas te producen.
No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes por sus reprensiones, porque a quien el Señor ama, también le corrige, como un padre corrige al hijo a quien quiere. Proverbios 3:11-12
MI HIJO YA ES UN DICTADOR
Si eres padre o madre de un tirano domestico, no esperes más. Adopta nuevas estrategias educativas. Si no te sientes capaz, recurre a un especialista que te oriente. También resulta muy útil acudir a alguna Escuela de Padres -que suelen organizar las iglesias o asociaciones- donde te enseñan las herramientas para resolver situaciones conflictivas con tus niños.
Nuestra sociedad no proporciona muchas facilidades para la educación -afirman E. Prado y J. Amaya- muchos padres de hoy son auténticos héroes; se pasan el día corriendo desde por la mañana hasta que se acuestan; viven en continua tensión... Necesitan apoyo. Las escuelas y las instituciones sociales no solo deberían preocuparse de crear excelentes profesionales, sino también de formar integralmente a las personas para que triunfen en su relación con los demás, con su pareja e hijos».
«Necesitamos padres valerosos que ejerzan la durísima cotidianeidad educativa -continua Javier Urra-, educar exige constancia, asiduidad, entrega, disgustos y sonrisas compartidas. Es tiempo y tiempo. No admite el desanimo ni vacaciones, es un programa de la vida. Educar bien es la tarea mas difícil, pero también la mas bella. Merece la pena dedicarle la vida».
¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO MAL?
- Una sociedad permisiva que les educa en sus derechos pero no en sus deberes, donde ha calado de forma equívoca el lema no poner límites y dejar hacer.
- Una crisis de responsabilidad en la sociedad. En España hemos pasado de la moral del sacrificio y la renuncia, al hedonismo. Todo se quiere alcanzar sin esfuerzo. Lo único importante es conseguirlo.
- Una estructura familiar que se ha modificado: La mayoría de las familias tienen uno o dos hijos a los que no les puede faltar una zapatilla de marca. Se destronan pocos reyes de la casa que seguirán siéndolo toda su vida. Por otra parte el aumento de separaciones y divorcios revierten de modo negativo en los hijos: en muchas ocasiones, se cede o consiente a los niños para evitar conflictos.
- Los niños viven o bien en la soledad o en la sobreprotección. Se dan los dos extremes: los niños-llave, que pasan muchas horas solos viendo la tele, y aquellos a los que se les acompaña a todo.
- Algunos padres no tienen criterios educativos. Intentan compensar la falta de tiempo y dedicación con excesiva permisividad. «Casi una de cada dos familias ha dimitido de la función de educar -dice el sociólogo Javier Elzo-. De eso se quejan los profesores, que piensan que se han tenido que reconvertir enasistentes sociales mas pendientes de la disciplina que de la formación».
- Intentar seducir a los hijos. Los padres quieren que sus hijos los amen, ser sus amigos. Pero el niño es muy sensible a lo que constituye su propio placer, si no lo educas se convierte en bulímico de gustos.
¿CÓMO LOGRAR UNA ACTITUD POSITIVA?
NO a …
Ceder después de decir no. Es lo que mas daño hace a los niños. El NO es innegociable; antes de pronunciarlo, piénsalo bien, porque no hay marcha atrás.
Falta de coherencia, si hoy esta mal pintar en la pared, mañana, también, aunque estés de mejor humor.
Gritar. Perder los estribos. Aunque a veces sea difícil.
No negociar nunca, lo que implica rigidez e inflexibilidad.
No cumplir las promesas ni las amenazas. Por eso deben ser realistas, fáciles de aplicar.
No escuchar.
Exigir éxitos inmediatos. Nadie nace ensenado, todo requiere un periodo de aprendizaje y todos cometemos errores.
SI a …
Tener objetivos claros de educación: Han de ser pocos y compartidos por la pareja.
Enseñar con claridad: No digas «come bien», dale instrucciones precisas de como se coge el tenedor.
Valorar sus esfuerzos por mejorar, resaltar lo que hace bien y pasar por alto lo que hace mal.
Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio ante el niño.
Confiar en tu hijo para que el confíe en vosotros.
Reconocer tus errores cuando haga falta y pedirle perdón, si es necesario.
Marcos Zapata es terapeuta familiar, pastor y miembro de la Junta Directiva del movimiento nacional Buenas Noticias en Lugo, y Presidente de la Comisión de Familia de la Alianza Evangélica Española.
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