La etapa de la adolescencia, que la Organización Mundial de la Salud acota a un periodo entre los 10 y los 19 años, puede llegar en nuestro país hasta los 30. Así lo indica una investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona en colaboración con la Universidad de Campinas (Brasil).
El estudio hizo una comparativa de los dos últimos censos, 1991-2001 y detectó que
en estos diez años la emancipación laboral, residencial y familiar de los jóvenes españoles se retrasó seis años.
"Es brutal que se valore como normal que personas de 25 años sigan viviendo con los padres", juzga Pau Miret, investigador del Centro de Estudios Demográficos de la UAB, que defiende que la emancipación debería producirse con 22 ó 23 años.
FACTORES QUE INFLUYEN
Según la investigación, en 1991 la edad del completo proceso de emancipación era, de media, a los 22 años en mujeres y a los 24 en hombres. Sin embargo, en 2001 se pasó a los 28 y 30, respectivamente.
La coyuntura económica es el factor más señalado para explicar esta tendencia a demorar la edad de la independencia. Sin embargo, el estudio determina que es más un agravante que una causa directa.
La socióloga Almudena Moreno de la Universidad de Valladolid coincide con el estudio. La precariedad de contratación o el difícil acceso a la vivienda, señala, no parecen el escenario ideal para despedir la adolescencia. Sin embargo, hace especial hincapié en una variable cultural.
"Los españoles no le dan el mismo valor a la autonomía que los europeos".
Y añade a renglón seguido: "En el resto de países, independizarse es un valor en sí mismo". "Es la cultura establecida", abunda Miret que lamenta la escasez de políticas sociales orientadas a los jóvenes como la "tardía y poco eficaz" renta de emancipación del Ministerio de Vivienda.
Lo que más preocupa a los investigadores es la falta de madurez que acarrea esta dilación de la independencia y sobre todo el efecto dominó que genera. "El hecho de vivir tanto tiempo con los padres dificulta la convivencia en pareja o con amigos", apunta Miret. Y no sólo eso. "Hay investigadores que incluso han señalado este retraso con la baja natalidad", se aventura Moreno.
SEMI INDEPENDENCIA
España es un país
familista en el que todas las ayudas y prestaciones que no cubre la Seguridad Social son suplidas por el entorno familiar. Así, en un escenario económicamente adverso que dificulta –y en algunos casos imposibilita- la emancipación, muchos jóvenes se refugian en su entorno más cercano.
"Muchos optan por buscar vías de semi independencia dentro de la propia familia", explica la socióloga Almudena Moreno. Según ella el entorno familiar se ha flexibilizado con respecto a décadas pasadas. Los padres no son tan estrictos con sus hijos, de forma que éstos pueden llevar una vida más o menos independiente pese a vivir con sus progenitores.
En la misma dirección apunta la investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios Demográficos de la UAB que señala que el 20% de los jóvenes vive en pisos cedidos por familiares.
CLAVES DE LA SITUACIÓN
1.País 'familista'. La investigación determina que España es un país en el que el entorno familiar suple las limitaciones de la Seguridad Social.
2. Políticas sociales. El Estado se limitó a aprobar la renta básica de emancipación de 210 euros para jóvenes de 25 a 30 años.
3. Coyuntura económica. Aunque no es la causa única, sí agrava la situación. La dificultad para acceder al mercado laboral y la precariedad de contratación impiden la autonomía económica.
4. Inmadurez. La prolongación de la vida en familia retrasa el momento de afrontar situaciones propias de la edad.
5. Convergencia. El estudio determina la tendencia homogeneizadora de esta situación. La demora no entiende de sexos ni procedencia geográfica.
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