Jesús, empresa de demolición y construcción express

Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Juan 2:19

¿Y si la iglesia YA fuera misional?

Sin duda, su Reino no podría avanzar si alguien, algunos, no estuvieran siendo misionales. La palabra es buena y está de moda, usémosla y veamos que podemos sacar:

La iglesia en modo automático no puede crecer, no es una máquina que funciona sin intencionalidad. Es un organismo, y como tal necesita alimentarse, descansar y moverse de manera saludable, además de tener la motivación necesaria para interactuar con su medio y estar sana.

Una iglesia sin propósito, que no mira hacia fuera, se deshace. Y la historia lo ha repetido una y otra vez.

Dietrich Bonhoeffer, (que no sería muy evangélico, pero seguía a Jesús como pocos y si eso supone desapuntarse, pues me desapunto, gracias a Dios cuando Él vuelva ninguna institución tendrá sentido, ni siquiera la evangélica, solo es otra herramienta temporal de su Reino) dijo:

“La iglesia sólo es iglesia cuando existe para los demás.”

Quizá, como la niña, sólo duerme, no está muerta.

O a lo mejor está un poco obesa, por falta de ejercicio, y en sus intentos de movimiento está lenta, pesada y le duelen los músculos.

Una iglesia con agujetas, poco acostumbrada al esfuerzo para el que fue creada. A lo mejor se le olvido en el camino. Hablo de la Iglesia en occidente, claro.

No pedimos cambiar nada, no es una moda, ni un cliché. solo volver. Ser conservadores, muy conservadores, volver al origen, al mensaje de Jesús sin añadidos. Levantarnos. Porque si no volvemos, no llegaremos a mañana. Verbalizar lo que en el fondo todos sabemos.

¿O no deseamos todos extender el reino de Dios?¿No soñamos con ver a Dios en nuestro contexto laboral, en los institutos y universidades, colegios o mercadonas? ¿No nos encantaría llenar las calles de su justicia? ¡Claro que sí!

Entonces, ¿Cuál es el problema? Varios.

Y ahora sólo hablaré de uno. No es el más importante, ni el primero, solo es uno. Pero tremendamente simbólico. El que a mi me quita el sueño varias veces:

“el paradigma del lugar sagrado”

 Nos es imposible deshacernos de él, a menos que nos deshagamos de los símbolos que lo mantienen, a menos que cambiemos nuestro lenguaje y las metáforas que usamos para hablar del local: “casa de Dios”, “templo” y cosas que Jesús quería que pasasen de moda.

Pero es muy difícil desaprender esto. Nos da miedo, creemos que si repensamos estos conceptos, no podremos ser “iglesia” ¡Qué tontería! Si justo lo que estamos buscando es ser la Iglesia con la que Jesús sueña, los llamados afuera, no los que se quedan dentro.

Si las iglesias tradicionales (comunidades) y su liderazgo no lo hacen, algunos cristianos rebotados terminan marchándose, pasan del recurso de tener lugares de reunión, y se van de borracheras por ahí “en el nombre de Jesús”, en contextos donde las familias no encajan, y sólo un tipo de persona se siente a gusto, todo lo contrario a lo que Jesús pretendía en su multiforme gracia. Y quedamos todos mal. Señoras y señores, sentido común. Gracias.

Locales, reuniones de domingo, eventos e inventos sólo son herramientas pero quizá hay que usar otras o pulir las que tenemos. De acuerdo. Porque compartimos que lo que importa es la obra del Espíritu Santo a través de personas que van, que buscan y que abrazan de manera intencional a su alrededor. Reconciliar y transformar. De eso se trata.

Ni ser posmoderno, ni diferente porque sí, ni reaccionar, todo eso es fruto del orgullo y de la rebeldía, malos pedagogos para comenzar nuevas comunidades que reflejen el amor de Dios… Y que repetirán los mismos errores de fondo, otra cáscara blanqueada pero sin cambios profundos por culpa de la actitud.

Misional, llámalo como quieras. Si no te gusta la palabra usa otra, no uses ninguna, pero no parceles tu vida, no parceles tu iglesia. Entreguémonos de manera total al “Kurios”, el Señor de todas las áreas de nuestra vida, que él no sea lo primero, que sea todo. Que nosotros seamos su lugar sagrado y lo demás solo herramientas para extender su reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

¡Vamos!