Jesús quiere entrar a la iglesia.
No me malinterpretes. No es que haga falta más doctrina acerca de Jesús solamente, ni que haya que contar más historias de su vida. No es cuestión de que el mensaje de la cruz se haya olvidado, ni que el estudio bíblico sea insuficiente.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
Tampoco es falta de oración, porque hacemos vigilias, ayunos, cadenas de oración, papelitos de oración, semanas de oración… Largas oraciones, muchas y largas.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
¿Visión? No creo, hoy tenemos mucha visión, visiones, misión, propósito, propósitos, visionarios, misiones, planes y estrategias. Pinky y cerebro serían neófitos comparados con nosotros.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
¿Es cuestión de más griego? Desmenuzar más el texto hasta conseguir que Pablo deletree sus cartas letra por letra y averigüemos si usó times newsroman o Arial a 12 cuando escribió Corintios… tampoco. Sabemos hacerlo y bien.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
¡Líderes! Pastores y demás. Los obreros son pocos sí. Hacen falta, si nadie hace las cosas nadie hace las cosas, obvio, pero creo que hoy hay. Poco, como siempre, pero hay.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
¿Entonces? Lo del espíritu Santo. Eso será. Y lo traducimos a más… ¿Cómo lo digo?
(…)
¡Más! Y punto. O mejor: ¡Mássssssssssssssssssssssssh! Más de eso que sentimos, mayor cantidad y frecuencia, acompañado de unos decibelios que ayuden a más. Porque eso es lo que creemos que necesitamos. ¿Porqué? Porque sí.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
Contextualizarnos, el pantalón ajustado es la clave, gorra a media asta y hablar con jerga de la calle para que nos entiendan. Vestir o disfrazar (según se mire) la iglesia hasta mimetizarla con el ambiente para que muchos puedan oír el mensaje de salvación. Alguna buena idea para conectar. Eso es, ¿O no?
Jesús quiere entrar a la iglesia.
Conciencia social, obra social, hacer justicia al desamparado y acordarse de los pobres. Ser buenos. Ser, estar y parecer. Todos los verbos transitivos hechos carne por nosotros. Cuanta más obra social más iglesia real, pero ¿Eso es todo? ¿Eso cambia las cosas? ¿Es eso salvación?¿Es Iglesia? Sí y no.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
Arte, mucho arte. Música de la mejor. La excelencia como bandera, púlpitos con forma de ipad y ipads con aplicaciones de púlpito. Led, mac y tal. Colores y café. Maravillas visuales que encandilen y diseños rompedores. Frases impactantes. Pero todos sabemos que no, que eso solo no.
Jesús quiere entrar a la iglesia.
¿Y la sencillez de las relaciones? Bingo. Comunidad, comunión, dimos con la clave de nuevo, no es nada de lo anterior, todo se resume en la amistad. La generación queha descubierto lo que ningún cristiano en XIX siglos consiguió ver. JQuitemos todo lo anterior y hagamos relaciones, significativas claro, postmodernos a más no poder, y seguro que todo cambia y seremos iglesia. ¿En serio? Osea, hace 50 años la gente no buscaba relaciones significativas, ni hace 100, ni 200. Ja!
Jesús quiere entrar a la iglesia.
Stop.
Quiero conocerle a Él, quiero que Él esté en mi iglesia. Para eso, Él tiene que estar en mí, en nosotros y en el tú y yo. Conocerle debe ser mi obsesión, de muchas maneras, dejarle entrar, en cada área de mi vida, y dejar que sea lo que Él es, el Señor, como Él quiera. A mí solo me corresponde entregarme, como mucho. Como sacrificio vivo, exponerme a Él, abrirle la puerta.
Así lo conoceré a través de estudiar sana doctrina, con la humildad que debe conllevar decir esas dos palabras. Lo conoceré al recordar sus historias, su cruz y resurrección y profundizaré en sus palabras con más estudio bíblico.
Lo conoceré a través de la oración, y de toda dinámica que me sirva para conectar de manera consciente con Él. En privado y en comunidad.
Él me dirigirá a la misión, mientras estemos en este “Ya, pero todavía no” de su reino que nos ha tocado vivir. Y le conoceremos a través de su visión de la cosas, sus planes y estrategias.
Le conoceremos a través de estudiar lo que otros dijeron de Él, cartas que se escribieron en medio de la explosión de la iglesia primitiva, y aprenderemos de primera mano, a través de los idiomas originales, cómo ellos lo conocían. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque.
Lo conocerás ejerciendo el liderazgo, tomando la iniciativa, riesgos asumibles para que la palabra de Dios siga libre, y nunca esté presa, sirviendo a otros. Levantando obreros, formándolos y formándonos. Y Él siempre presente.
Lo conoceremos a través de Su Espíritu. Del continuum que nos dejó. El Espíritu de Jesús, en mí. Y sí, a veces con experiencias que son difíciles de explicar. Pero sin manufacturación humana o tergiversación emocional. Un Dios demasiado grande para ser dominado por nuestras dinámicas de grupo o manipulación de masas. Un Dios que es capaz de traer lenguas de fuego, no metafóricamente. Que habla, que te quebranta, que abraza e inspira, que llena, pero que no deja lugar a dudas de que es Él. Nunca lo hizo, y nunca lo hará. Pero lo necesitaremos como el agua, y el Espíritu de la misión siempre nos enfocará en primer lugar en Jesús.
Lo conoceremos al contextualizarnos, al encarnar su mensaje en nuestra cultura, dispuestos a todo, menos a vender el mensaje.
Al conocerle querremos ser como Él. Y daremos un vaso de agua a los pequeños, porque se lo estaremos dando a Jesús, porque queremos verle en los ojos del necesitado. Nos importará este mundo porque a Él le importaba. Porque nosotros también somos necesitados, somos sedientos, y sabemos donde está el agua que quita toda la sed. Traeremos su Reino de Justicia, paz y gozo, para conocerle.
Exploraremos su belleza y le conoceremos a través de las artes y los dones que nos ha dado. No para lucirnos, sino para que Él luzca, y su luz y su belleza nos alumbren y alumbren a otros. Yo me expresaré, y al hacerlo, Él lo hará, y podré conocerle más. Usaremos toda la tecnología a nuestra disposición, porque Él es el logos, el padre de las luces y las ciencias, y cuando hago uso de lo creado y de los avances de su ciencia, le adoro y le conozco.
Tendré relaciones profundas y significativas, porque es en el otro donde descubro mucho más de Jesús, porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo, y no puedo conocer a Cristo sin conocer su cuerpo, su Iglesia.
¡Hay tanto por hacer! Pero nada de lo anterior puede ser nuestra bandera, ni nuestra brújula, nada merece ser enfatizado, sólo conocerle. Conocerle lo es todo. Él.
Jesús.
Todo lo demás son puertas, puertas por las que Él entra, pero no te centres en las puertas, céntrate en el que está llamando, golpeando a las puertas, insistentemente.
Y abre.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20
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