Se parecen mucho pero no son lo mismo. El envase está hecho del mismo material y los colores rojo y blanco son los que predominan. El color negro del contenido y las burbujitas pueden llegar a confundirnos. Pero una es más barata. La compras pensando en grandes cantidades, para 30 jóvenes a los que tengo que entretener este sábado lo mejor es ahorrar unos euros ¿no?.
Pero cuando la pruebas te das cuenta que no es coca-cola. Da igual, lo importante es estar juntos.
Martín Lutero se dio cuenta de que lo que estaban sirviendo no era Coca-cola y no se conformó. Estaba malo, demasiado dulce, demasiado azúcar, demasiado negro, un sabor diferente. Se había distorsionado el contenido, por mucho que el continente fuera muy parecido.
La salvación por la fe que la Bíblia tenía como ingrediente fundamental se había mezclado con otros añadidos y ya no sabía a verdad. La gente creía que Dios era un tirano exigente y que podías comprar la salvación con dinero y vivían con el temor de pasar demasiado tiempo en el purgatorio.
Pero eso sí, las formas se cuidaban. La ropa de los monjes era igual desde hacía siglos, la manera de hablar, las iglesias construidas, las mismas piedras, las mismas frases, los mismos símbolos, incluso el mismo lenguaje. Pero el mensaje era otro muy distinto.
Martín se dio cuenta de que el mensaje se había distorsionado y volviendo a la fórmula original abrió una nueva vida para muchos. Pero no se limitó a restaurar las bases. Se dio cuenta de que la formas también podían cambiar, para hacer llegar la fórmula original al pueblo. Porque entendió que las formas son importantes. Y no, no son sagradas.
Tradujo el mensaje del latín al alemán, produjo canciones con un estilo accesible a la gente, sensible a la cultura que le rodeaba, predicaba de forma distinta, usando nuevas metáforas y maneras de hablar para proclamar las verdades eternas. Escribía con sinceridad, con sentido del humor, era mordaz, directo y apasionado, sin pelos en la lengua. La gente le oía, cantaban sus canciones por las calles. Supo leer la cultura pop del momento y envasó la coca-cola en un recipiente accesible y comprensible para muchos. Además, otros muchos se unieron al movimiento y esparcieron la fórmula genuina por muchos lugares, una verdadera revolución de vuelta al origen.
Hoy, Jesús sigue mezclado con demasiadas cosas, nuestro lenguaje es confuso y desfasado y el mensaje radical se ha diluido. Hemos sacralizado las formas que rara vez se encuentran en las Escrituras y hemos descuidado la piedra angular, la fórmula de salvación, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, y todo lo que eso implica. Dejemos de discutir sobre lo accesorio, arrepintámonos de nuestros pecados, de nuestros orgullos generacionales y culturales, da igual que tengamos 18 que 81, estamos hechos de la misma pasta y siempre barremos para casa. Y mientras, el mundo va enfilado a una eternidad terrible sin Dios. Procuremos leer nuestra época y seamos el puente entre la cultura que nos rodea y el Dios que habita en los cielos y en nosotros. Escudriñemos en las Escrituras, seamos profundos pero también accesibles. Dejemos de discutir sobre como envasar la coca-cola y seamos un regalo de Dios para el mundo. Seamos luz, seamos sal, seamos su coca-cola.
http://www.youtube.com/watch?v=zYzVW3Pqy9o
Si quieres comentar o