¿En serio le vas a regalar una corbata?

Día del Padre. Ya sé, que es un rollo comercial para incrementar el consumo, que lo han inventado unos listos, etc, etc. Vale. Pero la verdad es que – ya que está – pues lo celebramos. Es así, y creo que al fin de cuentas no está mal; como cristianos, es, además, una excelente oportunidad para cumplir el Quinto Mandamiento. ¿Que no te acuerdas cual es el quinto de memoria? Pues ya te vale...

A mí me gusta mucho dar regalos, creo que tanto (o incluso más) que recibirlos. ¡En serio! Creo que a mucha gente le gusta dar regalos. Y si no, fíjate la próxima vez que tengas una oportunidad en el rostro de la persona que dio el regalo mientras que el que lo recibió lo abre. Normalmente prestamos atención al que lo está abriendo, pero dirige tu atención al que lo dio: verás su mirada expectante, sus pensamientos de “¿será que le va a gustar?” revoloteando alrededor de su cabeza, su sonrisa nerviosa medio contenida... ¡Es mucho más emocionante!

Regalos, y la hora de dar regalos son algo emocionante. El momento del amigo invisible al final de los campamentos, la mañana del 25 de diciembre, la noche del 5 de enero, el anillo de compromiso al final de la cena romántica... o cuando alguien, de la nada, te sorprendió con cara de travieso y te dijo: “tengo una cosa para ti”.

Yo creo que es así porque el regalo en sí es la materialización de un sentimiento o un compromiso, la celebración de una relación. Qué y cómo das el regalo hacen toda la diferencia. Hay objetos que hablan por sí solos de algo que une a dos personas. Por ejemplo, cuando demuestran lo bien que uno conoce al otro, el esfuerzo que seguramente costó buscar o conseguir aquello, o el significado que encierra el regalo o el gesto en sí.

Bueno, pues llegamos al Día del Padre, y ¿qué le vas a regalar al tuyo? Si no se te ocurre nada y vas a tirar de una típica corbata u otro clásico similar... ¡debería darte vergüenza! Hombre: a menos que tu padre sea un amante de las corbatas, las use muy a menudo, etc., y le quieras dar una súper chula, de seda-no-sé-que o con un dibujo original, pues de acuerdo. Pero de no ser así, no lo hagas, ¡por favor! No le des “cualquier cosa” medio que solo por cumplir.

Venga, tú conoces a tu padre. ¿Qué le gusta? ¿Cuáles son sus intereses, sus hobbies, su música o comida favorita? ¿Qué es lo que le hace falta? ¿Qué es lo que él hace mucho que viene intentando hacer y no consigue? ¿Cuáles son sus sueños? Imagínate la cara de él delante de:

- Aquel disco del que él siempre habla que le gustaba tanto pero no lo puede escuchar más porque lo tenía en vinilo, pero tu lo conseguiste encontrar en CD;

- la camiseta de su equipo firmada y con una dedicatoria personalizada por el jugador que más le gusta (aunque sea uno que ya no juegue)

- Un soporte digital chulo o un álbum digitalizado con sus fotos de soltero (aquellas que él lleva años diciendo que algún día las va a escanear una a una...)

- Tu diploma del curso de masaje intensivo que has hecho el último fin de semana sin que él lo supiera, junto con un compromiso escrito firmado por tí de que le harás masaje en los hombros durante 15 minutos todos los domingos por la noche durante seis meses.

- Un encuentro sorpresa arreglado por ti con aquellos amigos que hace años que él no ve.

- Todo lo que se te ocurra :-)

Pues ya lo sabes: ¡CÚRRATELO! ¡¡¡Dale un gustazo a tu viejo!!! Y verás, al final, que tanto o más contento que él mismo estarás tú. ;-)

“Más bienaventurado es dar que recibir” _{Hechos 20:35}