Cambio de paradigma en el aprendizaje
Uno de los cambios más significativo e importante que se está dando y que más quebraderos de cabeza y opiniones enfrentadas produce, es el cambio en la educación. En la forma que tienen de aprender y adquirir conocimiento los adolescentes de hoy.
La enseñanza tradicional atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Cada vez hay más problemas de motivación, alumnos que abandonan demasiado pronto los estudios, falta de orden, incidentes cada vez más graves. Los profesores no motivan y hay un resurgir de la llamada “nueva educación” (aunque sus inicios son de finales del siglo XIX). Sus postulados principales suponen la modificación de la didáctica para que no esté basada en la oferta, sino en la demanda. Se aprende mejor si se tiene necesidad de saber. La curiosidad invita al aprendizaje automático. Los nuevos conocimientos se construyen a partir de los anteriores o recombinándolos. Es la idea de pasar de una enseñanza pasiva a una activa, de un modelo deductivo a uno inductivo, del papel de profesor al de guía. El contenido es la esencia, pero debemos aprender a usar muy bien el medio, cómo se adquiere ese contenido. En definitiva estamos ante una nueva forma de adquirir información, de aprender. No se obtiene de forma lineal. Hay más de lo que uno puedo asumir y se elige según sea relevante para la vida o no. La imagen está desplazando a la palabra y la experiencia multisensorial, multipantalla, multitarea es importante para que no sea un modelo lineal.
Un modelo lateral de aprendizaje es aquel que permite la interacción cognitiva, afectiva y operativa, flexible y proactiva entre estudiantes y educadores como mecanismo que permite apropiar, aplicar, usar y generar conocimientos.
Actualmente casi todos los países están reformando su educación pública, en muchos casos por intereses económicos y en otros porque a nivel cultural somos incapaces de transmitir nuestros valores, nuestra cultura a la siguiente generación en un mundo globalizado. El problema es que las reformas no son suficientes para hacer frente al cambio tan importante que se está dando en los modos de aprendizaje de los adolescentes. Seguimos usando los mismos métodos que hace siglos y además ofreciendo como recompensa algo que nadie cree: nuestro esfuerzo y nuestros estudios nos llevarán a un futuro mejor, con mejor sueldo y mejor estatus social. Pensamos que elevar los niveles de calidad en la enseñanza es suficiente para competir.
Es cierto que hay que mejorar la enseñanza, pero el problema principal reside en que los sistemas actuales fueron diseñados desde sus inicios para personas que vivían en la época de la ilustración. Es un modelo lineal que diferencia a las personas por su nivel académico, entre inteligentes y no inteligentes, según pasen por el sistema. La presión que ejercemos sobre los jóvenes es realmente impresionante.
Hoy reciben más estímulos que en ningún momento de la historia. Estímulos de información que llegan desde múltiples y diversas plataformas, ordenadores, videoconsolas, móviles, ipads, televisión con cientos de canales, Internet y, frente a ello, queremos que aprendan en una clase aburrida y poco interactiva y ¡¡los calificamos por ello!!
Ken Robinson, reconocido educador y conferenciante, dice que estamos “anestesiando” a nuestros jóvenes en lugar de ofrecerles vida. En un sentido creo que como iglesia hemos caído en el mismo error. Hemos sustituido el Evangelio, algo que es vivo, que parte básicamente de la experiencia de relacionarnos con Dios, por una serie de normas, rituales y aprendizaje de historietas bíblicas que en muchas ocasiones ni se conecta con nuestra realidad cotidiana. Necesitamos abrir los ojos y darnos cuenta de que nuestra forma de transmitir la Palabra ha dejado de tener sentido. Los primeros cristianos no tenían libros; el pueblo de Israel tampoco. No existía la escuela pública, sin embargo, el mensaje de Dios fue transmitido de generación en generación. Precisamente el cambio de paradigma educativo es una buena noticia, porque se acerca en un sentido al modelo de enseñanza de Jesús. Un modelo que no es lineal. Nosotros hemos convertido el Evangelio en lineal con varios pasos que hay que dar para llegar a obtener la salvación. Aunque en su momento funcionó, hoy ha perdido su eficacia. Creo que todo es más complejo y, al mismo tiempo, más sencillo. Más difícil porque consiste en dejar atrás una forma de pensar, incluso una cosmovisión, y supone cambiar el chip de nuestra mente y, sobre todo, a vivir de forma coherente aquello que predicamos.
En lugar de “anestesiar”, hacer más insensibles a nuestros jóvenes, deberíamos ayudarles a sacar todo lo que llevan dentro, cantidad de talentos y dones que además son un regalo de su Creador. A través de la multiforme gracia de Dios podremos ver quién es Dios en realidad. Necesitamos ver en los demás todos aquellos aspectos y detalles que somos incapaces de ver en nosotros mismos.
Ya no se trata de “fabricar” cristianos, ni de “preparar” pastores. Nuestros seminarios, escuelas dominicales, estudios bíblicos, etc. siguen esos modelos académicos de la sociedad y, además, con más retraso. Son modelos de enseñanza basados en la industrialización; los niños y jóvenes son “empaquetados” por edad para pasar por un proceso lineal; si te sales en cualquier sentido estás fuera, has fracasado.
“La visión hebrea del mundo estaba orientada a la vida y no prestaba tanta atención a los conceptos e ideas en sí mismos. Por otro lado, me parece que lo académico se centra casi exclusivamente en torno a la transferencia de conceptos e ideas. Los seminarios e instituciones siguen un modelo académico similar y son en su mayoría incapaces de producir discípulos y líderes misionales” (Allan Hirsch en su obra “Caminos olvidados”).
La gran dificultad añadida es que necesitamos generar nuevos y variados contenidos para explicar la historia bíblica. Contenidos que necesitan más personas creativas y preparadas, más colaboración y participación y más acuerdo para aunar recursos y esfuerzos, tanto en lo económico como en lo material y en lo humano. Cuando esto se da además en una sociedad como la nuestra, de minoría cristiana, donde los recursos se limitan, no nos queda más remedio que compartir y, sobre todo, ser generosos. Ser generoso hoy es caminar en la dirección de Dios. Somos llamados a renunciar a nuestros intereses particulares por el bien del Reino. Hoy más que nunca tenemos que mostrar que en realidad somos cristianos. Estamos ante uno de los retos más increíbles de la historia, y hay que tomar una decisión.
Pasando a aspectos prácticos acerca de los cambios en la educación debemos tener claros algunos conceptos y principios. Porque si hacemos bien las cosas, enseguida se creará una reacción en cadena, y si no lo hacemos bien, el Evangelio será invisible.
1. Definir la esencia
Los adolescentes hoy son altamente selectivos en cuanto a lo que ven o escuchan. No es porque la información les produzca miedo o se sientan agobiados, sino porque solo otorgan valor a aquello que les interesa. Los jóvenes están dispuestos a escuchar si se sabe llegar a ellos. Y eso se puede hacer si se conoce la forma de llegar a la esencia de un determinado asunto o tema. Si demuestras que entiendes lo que algo significa en su mundo de vivencias, serán ellos mismos los que te invitarán a entrar en su vida.
Esto nos conduce directamente a plantearnos seriamente qué es ser cristiano y qué es el Evangelio. La buena comunicación reside en el núcleo del mensaje, y no debemos confundir el mensaje con su esencia. La esencia es el significado que tiene el mensaje para los jóvenes. Cada tema tiene diversos significados y esto es una realidad en cuanto al mensaje de Dios. La Salvación tiene muchos significados, necesitamos escoger uno adecuado al mensaje que se quiere contar y que llegue a los jóvenes en un plano emocional. Lo importante de esto es darse cuenta de que cada tema genera opiniones propias; estar dispuestos a hablar sobre Dios de forma abierta es un reto, pero al mismo tiempo, una necesidad.
Determinada la esencia de nuestro mensaje debemos buscar los mejores lugares donde depositarla. Esto es lo que llamamos estrategia. Pero lo más interesante es usar lo que en marketing se denomina modelo de “reconnection”. Este modelo está basado en la idea de crear contactos con los demás. No se basa en usar medios de comunicación para dar a conocer la esencia, sino que se deja que ella misma se extienda (es un modelo viral) y la gente comienza a crear más y más información en torno a esa esencia. ¿Es posible usar este modelo para transmitir la verdad de Dios? No afirmamos que sea el único camino, pero tal vez es el menos explorado a pesar de ser el más exitoso en la actualidad. En cierta forma algunos lo han conseguido (ejemplo de los vídeos NOOMA de Rob Bell y su extensión viral, o la propuesta de John Pipper con “Desiring God”, aunque su extensión se limita a la Iglesia y no hacia fuera) o la apuesta reciente de Juventud para Cristo donde trabajo: JPC Clips (
www.jpcclips.net)
2. Del estudio al diálogo
Los estudios cuantitativos y cualitativos se limitan únicamente al planteamiento de soluciones. Si como Iglesia deseamos llegar a los jóvenes, tenemos que profundizar en el mundo de sus vivencias para iniciar un continuo diálogo con ellos. Y eso no se aprende con estudios. Hay que generar o crear un entorno de contacto permanente con los adolescentes; un lugar en el que los jóvenes, igual que en una relación real, se sientan libres y estimulados para opinar.
3. Del convencimiento a la información
Tenemos que ser capaces de ayudar a los jóvenes para que lleguen a nuestras mismas conclusiones acerca de la verdad. Deberían tener la posibilidad de recorrer el mismo proceso que el emisor, teniendo la confianza de que los jóvenes llegarán a la misma conclusión que nosotros si se les ofrece esta posibilidad. Informar implica tener confianza. Los adultos deben aprender a confiar en los jóvenes y a verlos como Dios los ve.
4. Del individuo al grupo
Los jóvenes están enfocados hacia el grupo y otorgan un gran valor al contexto social en el que viven. Dicho contexto se compone de tres grupos diferentes: la familia a la que pertenecen, sus amigos y la red más amplia de conocidos. Todos estos círculos sociales son relevantes a la hora de comunicarse con la generación de jóvenes de hoy. Debemos tener clara la importancia de participar en este universo social en el cual se mueven los jóvenes. Hoy para educar hay que usar todos los recursos a nuestro alcance de modo coordinado.
Aquí dejo estas cuatro ideas prácticas para comenzar a reflexionar acerca de nuestra pedagogía de la fe. En próximos artículos profundizaremos acerca de cómo comunicamos el Evangelio a los jóvenes.
Si quieres comentar o