¿Volante o Freno?

Creo que conoceréis al Inkball. Es un videojuego en el que hay unas bolitas que salen proyectadas dentro de un tablero cerrado y rebotan contra todo lo que encuentran por delante. El objetivo del juego es ir guiando las bolitas hacia un agujero determinado por el que tienen que caerse. Para ello, el cursor se convierte en un rotulador con el que el jugador pinta rayas o puntos en el tablero, de forma que la bolita rebote en ellos y cambie su trayectoria, dirigiéndola hacia su agujero de destino. Es muy entretenido, la verdad.

Pues creo que nuestra vida se asemeja mucho al Inkball. Dios nos crea y nos proyecta hacia adentro de este interesantísimo tablero llamado vida. Su Palabra y su interacción con nosotros nos van guiando a la mejor trayectoria posible para que dejemos de estar rebotando para allá y para acá y seamos conducidos hacia nuestra meta, propósito y mejor fin: nuestro agujerito especial, que desde antes de que entráramos en escena, ya estaba allí esperándonos en el tablero.

Cuando pienso en una vida guiada, me imagino a un coche. Y es curioso como a veces estas líneas y puntos que Dios dibuja delante de nosotros provocan sensaciones diferentes: a veces las sentimos como un volante, que nos dirije hacia el mejor rumbo. Pero otras veces las podemos percibir como un freno, que nos impide seguir en el trazado que habíamos bosquejado antes, bolitas con voluntad propia que somos.

Creo que es importante saber que cuando Dios nos conduce, siempre nos impulsa en la mejor dirección. Si lo percibimos como un freno que genera frustraciones, luchas internas y que a veces alimenta nuestra rebeldía, es que todavía no hemos entendido y/o experimentado lo suficiente el amor y la sabiduría divinos. Aún somos como los hijos pequeños, frunciendo el ceño y pegando pataletas cuando nuestros padres nos dicen que “no” a algo. Luego, de mayores, entenderemos que tenían la razón, y que la plancha encendida efectivamente nos podría quemar la mano.

Así que cuando tus padres – los de aquí o el del Cielo - te digan que “no” a algo, acuérdate que te aman y que quieren ayudar a dirigir tu vida de la mejor manera. Sé dócil, y no un gruñón. Seguro que te irá bien. : )

“Oye, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino.” Pv 23:19