Mis breves vacaciones de verano

He estado reflexionando, y me he dado cuenta de que mis primeros artículos han sido un poco críticos, y yo lo he achacado a que uno, a esta edad, se estresa fácilmente, y le vienen a la cabeza algunas cosas malas que pasan en la actualidad. Pero ahora que para los estudiantes son vacaciones, uno se relaja mucho y deja de preocuparse por casi todo lo que pasa a tu alrededor.

¿Qué entiendo yo por vacaciones? Por supuesto, ese periodo de tiempo (depende del trabajo o de los estudios de la persona) en el cual el individuo deja de trabajar o estudiar y se dedica a no hacer nada, a viajar o a hacer lo que más le apetece.

En el caso de los jóvenes o adolescentes estudiantes, la cuestión muchas veces es no hacer nada de provecho. Pasar el día en casa; si vives cerca de la playa, puedes ir; o si no tienes playa cerca, puedes ir también a la piscina; quedas con amigos… Por el contrario, alguna gente cree que es un buen momento para leer libros o empezar a estudiar música o culturizarse un poco, hacer ejercicio de manera intensa (por lo menos hacer excursiones), pero eso, así, sólo ocurre en unos pocos casos por propia voluntad e iniciativa personal.

Nuestro periodo de vacaciones es prácticamente de tres meses. Durante este tiempo el porcentaje de estudiantes que hacen algo de provecho (siempre según el criterio de los padres, claro, lo del provecho) es de entre un 10% o un 20%, según mis cálculos no muy científicos. Luego debe haber otro 20% que hace un poco de todo, con impulsos de actividades constructivas y pérdida de tiempo, que quizá sería lo mejor para todos en realidad, pues así se descansa, se trabaja, se aprende...

Tengo que confesar que, aun teniendo estos casi tres meses de vacaciones, a mí, como estudiante no especialmente vocacional, se me hacen cortos, me falta tiempo, no tengo suficiente. Ya sé que, especialmente los que trabajáis, pensareis: ¡menudo morro! Pero lo digo tal como lo siento…