Podemos acercarnos de muchas formas erróneas a los adolescentes. Es importante determinar por qué nos queremos comunicar con ellos. Las reglas actuales de comunicación no son suficientes para comunicarnos con los jóvenes. Están rompiendo con los patrones establecidos que además están pensados desde la lógica del adulto estable.
Existen barreras que hay que superar, los expertos las llaman limitaciones en la comunicación con los jóvenes y son muy interesantes de observar desde la óptica de la presentación del Evangelio a los jóvenes:
Barrera 1: Dirección en un solo sentido
Los jóvenes desean comunicación interactiva, con doble sentido. Han crecido en un mundo con Internet, el medio interactivo por excelencia. Es normal poder responder, dar su opinión y esperan respuestas o actuaciones tras enviar sus mensajes. No te limites a dar sermones, interactúa con la vida de las personas.
Barrera 2: Comunicación con “máscaras”
Normalmente mucha de la comunicación que usamos está influenciada por el marketing y la imagen. Intentamos darle un valor añadido a lo que presentamos. Sin embargo, los jóvenes quieren pruebas. No es un problema, si somos coherentes con lo que decimos y si, lo que ofrecemos, es realmente bueno. Ahora, si el mensaje es malo, no innova, no nos escucharán. Vive el Evangelio con coherencia y presenta como responde a las necesidades del momento.
Barrera 3: Arrogancia
Si partimos de la idea de que nosotros somos los listos y ellos los tontos, estamos equivocados. Si pensamos que nosotros somos los especialistas y que ellos no entenderán fácilmente el mensaje, corremos peligro de no ser escuchados. La generación que ha nacido con Internet son auténticos profesionales en el manejo de la información. Esto nos empuja a prepararnos bien, muy bien, nuestros mensajes. El problema de muchos creyentes de años, es precisamente creer que lo saben todo. Dios no se puede limitar a mi conocimiento y si lo crees estás perdido.
Barrera 4: Integración de medios
Los jóvenes perciben perfectamente el tiempo, el lugar y la función de los medios audiovisuales. Todos estos elementos deben formar un todo coherente que se pueda explicar a partir de la esencia del mensaje. No entenderán si usamos diferentes medios que no presenten una coherencia. Esto nos ocurre con mucha frecuencia cuando planificamos actividades y eventos con ellos, en los cuales la imagen es muy superior a la calidad del mensaje y viceversa. Los jóvenes consideran todos los mensajes sobre una misma cosa como un todo integrado y que se pueden usar al mismo tiempo. En muchas ocasiones nos hemos convertido en expertos en vender eventos que en realidad son humo, no hay contenido, no hay Evangelio, no aportan relevancia a la vida de los que asisten.
Barrera 5: Mensajes sin relevancia
Los jóvenes de hoy, con más de 3000 impactos publicitarios diarios, son profesionales que entienden cómo funciona la comunicación y el marketing. Si nuestro mensaje del Evangelio no es relevante para ellos o por alguna razón no los toca, ni lo ven ni lo escuchan. Te conviertes en invisible. Además, como están en constante contacto entre ellos (usando redes sociales y móviles), la información se extiende a gran velocidad, para bien y para mal.
Barrera 6: La uniformidad
Tenemos la tendencia a pensar que todos los jóvenes son iguales a mis hijos, sobrinos, hijos del vecino… Sin embargo, cada uno de ellos tiene su propio entorno y es peligroso generalizar los comportamientos. Por eso siempre hay que mirar los datos desde la distancia. No podemos mirarlos de forma superficial y observar su comportamiento sin profundización alguna. La tendencia a juzgar rápido los casos es el peor enemigo para ayudar a un joven. Si queremos compartir el Evangelio hay que ser sensibles y estar dispuestos a escuchar porque cada adolescente es único.
Barrera 7: Hacerse el moderno
Esperar la aceptación por aparentar lo que no somos es uno de los mayores errores que podemos cometer. Los jóvenes no picarán, así que, no mientas acerca de ti mismo ni de tus creencias. Tampoco intentes mostrarles un mundo más bonito de lo que es. Rápidamente descubrirán (recuerda que tienen acceso a la información) que aquello que muestras no es cierto. En este sentido también hay que usar la tecnología con inteligencia. Si no tenemos la suficiente experiencia con su manejo y funciones, es mejor no arriesgarse. Muchos adultos que tienen que compartir el Evangelio con jóvenes caen en el error y acaban haciendo el ridículo.
Barrera 8: Limitar la comunicación a un espacio, tiempo o lugar
La sociedad de la información funciona las 24 horas al día y los 7 días a la semana. Sin embargo, nuestra relación con Dios o espiritualidad es el domingo por la mañana. Ellos quieren comunicación constante y nosotros seguimos empeñados en encerrar a Dios en un lugar, tiempo o espacio. Es por ello que utilizar las redes sociales, los chats, etc. como herramientas de consejería resultan muy interesantes. El problema es que muchas veces en las redes mostramos una cara “muy poco cristiana” (por ejemplo cuando todo mi pensamiento se centra en mí mismo, cuando lo único importante para mí es la política o la tecnología ¿dónde queda Dios? O, a veces, al contrario). Mantén la comunicación siempre abierta.
Barrera 9: Usamos medios que no les gustan
Los jóvenes entre 10 y 18 años pasan más tiempo delante del ordenador que de la televisión. Internet es el medio de comunicación por excelencia. Sin embargo seguimos usando los medios que los gustan para compartir el Evangelio: TV, libros, folletos, radio y demás.
Barrera 10: Criticamos su ocio principal
Los videojuegos son tremendamente populares y una potente herramienta para la educación y la transmisión del Evangelio, pero con el inconveniente de que los actuales juegos son producciones millonarias, por lo que nuestros intentos serían considerados ridículos enseguida si no guarda los mismos estándares de calidad. Pero hay otras formas que explorar: clanes de jugadores en red, espacios para Campus, etc. Sin embargo, en los círculos evangélicos existe una constante crítica a los videojuegos como un mal que hay que parar.
Si queremos conectar con los jóvenes, hay que saber comunicar el Evangelio más allá de los sistemas y formas que se empleaban hace 10 años (en algunos casos 20, 30 o 40 años). Podemos creer que los jóvenes no escuchan el Evangelio, pero sinceramente, creo que simplemente no les decimos nada, no conectamos porque usamos formas (en muchos casos de marketing) que están totalmente fuera de su contexto. Recontar el Evangelio es un desafío, pero si somos capaces de conectar con ellos garantizo que responden con todo el entusiasmo del mundo.
Para terminar, decir que usar nuevas formas de comunicación no es precisamente diluir el mensaje del Evangelio, sino precisamente hacerlo más real, cómo indiqué en el anterior artículo, la autenticidad es uno de los valores más importantes de esta generación y eso incluye presentar un Evangelio auténtico y sin adornos humanos.
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