¿Qué puede discurrir de la religión un ser humano que escucha al asesor de un presidente recurrir a textos del nuevo testamento para justificar la felonía de secuestrar a miles de infantes?
Separar a un menor de 18 años –niños en términos de los acuerdos internacionales- de sus padres, alguno de ellos o ambos, es uno de los factores del desarrollo que hace a la persona más vulnerable. En función de la causa del alejamiento, habrá o no diversos factores psicológicos, como el sentirse culpables o el temor a ser abandonados –ocurre cuando padres se divorcian o mueren antes de los 6 años de los hijos; la poca habilidad para reaccionar ante el dolor o la tendencia a la manipulación de quienes les rodean con miras a cambiar su realidad si son mayores de esta edad; y en todos los casos el miedo, la soledad, la depresión y la culpabilidad, así como la inseguridad de su habilidad para sostener una relación adulta, son síntomas recurrentes, sobre todo si tales factores se dan en la adolescencia.
Adultos con grandes carencias son frecuentes entre generaciones cuyos padres fallecieron en las guerras; como resultado de sus propias adicciones –con variables si conviven con el adicto que si fueron separados y llevados a vivir en una institución de acogida-, e incluso en entornos de grandes lapsos de ausencia cotidiana porque ambos padres trabajan. Lo primero que se nos ocurre en el escenario de niños sin sus padres es que pueden ser sujetos de abusos, desde carencias en la alimentación hasta perversión sexual pasando por golpes, trabajo no apropiado a su edad o adopciones irregulares, que significan en todos los casos grandes ganancias financieras para los criminales que esto hacen.
A la par de la ONU, después de la segunda guerra mundial la UNICEF se ha ocupado de salvaguardar los derechos infantiles, dedicándose a este propósito muchos días, semanas y años internacionales así como compromisos suscritos por prácticamente todas las naciones como lo fue la Convención Internacional de la materia en el año 1989[i].
¿Dónde estaba el señor Trump y sus asesores, en 1990, cuando las naciones de manera consensuada aprobaron en una cumbre la declaración mundial en materia infantil? ¿Se enteraron de lo que ocurría ese año a unas cuantas cuadras del edificio de súper lujo en el cual habita? ¿Está al tanto del comercio de niños, la prostitución infantil y la utilización de infantes en la pornografía? ¿Le queda clara la vulnerabilidad de estos menores de edad, que aun teniendo a sus padres son arrebatados por la fuerza de su custodia solo por la presunción de actos delictivos de quienes llegan al país que ahora él preside para solicitar asilo?
Por décadas los Estados Unidos se han autoconstituido en “guardianes” del ejercicio de los derechos humanos en países ajenos al suyo. ¿La salida del organismo relativo a este ejercicio es para evitar el juicio?
Al igual que ocurre en el divorcio o por la muerte de uno de los padres, los niños casi en automático empiezan a enfrentar una serie de dificultades, iniciando por la disminución y hasta pérdida del poder adquisitivo en lo que queda de la familia, la desadaptación derivada del cambio de residencia, escuela y amigos, la convivencia forzada con solo las relaciones impuestas por quien se convirtió en tutor –en el caso de los hogares sustitutos o del padre superviviente; la pérdida de una parte o la totalidad de su familia de origen. La discriminación es una de las consecuencias casi siempre presentes y en perjuicio de los hijos alejados o separados de sus padres ¿Conoce grupos –y esto incluye a muchas iglesias– que ven con malos ojos a los niños de padres divorciados? ¿Qué puede hacer un menor de edad frente a la actitud hipócritamente hospitalaria de un cónyuge o toda una familia hostil?
En el caso de los niños de familias migrantes, todo esto se magnifica: atrás quedan los abuelos, los primos, los tíos; toda una red social que les servía de estructura en su desarrollo y que tiene que ver con credos religiosos, apegos patrióticos, idioma, cultura, etc., que arrancados de cuajo harán más difícil su rendimiento no solo académico, sino social, debido al bajo autoconcepto y las dificultades emocionales que en cada caso se desarrollen y deriven en conductas no necesariamente sanas.
¿Qué puede discurrir de la religión un ser humano que escucha al asesor de un presidente recurrir a textos del nuevo testamento para justificar la felonía de secuestrar a miles de infantes? He escuchado a gente sabia recomendar la lectura de la Biblia en su contexto porque “un texto sin su contexto es solo un pretexto”, me enseñaron. ¿Por qué no analizan con detenimiento las citas en las cuales Jesús regañó a sus discípulos por intentar alejarlos diciéndoles “dejad a los niños venir a mí”?[ii]
El estrés postraumático de personas metidas en jaulas, sin sus padres, será una marca para toda la vida de estos miles de niños, aun después de superar la depresión, la ansiedad y la desesperanza vital.
Y qué decir de los progenitores que hoy por hoy no saben cómo encontrarlos. Quienes aún se sostienen por la fe, intentan con resignación comportarse con actitud humilde ante las autoridades del país al que le piden asilo, sin tratar de impresionar a nadie, sin mostrarse egoístas y resaltando que solo buscan una mejor vida para sus vástagos mediante el trabajo y el servicio. ¿Cuántos de los miembros del actual gobierno y de las policías migratorias estarían dispuestas a renunciar a sus privilegios, como lo hizo el Cristo al cual se refieren al jurar sobre la Biblia? ¿Ha sido esta la actitud del señor presidente en lo que lleva de su mandato?
Lilia Cisneros Luján - Abogada - México
[i] Desde 1924 La Liga de las Naciones aprueba la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño, donde destaca la urgencia de apoyarlos sobre todo a los huérfanos y discapacitados. En 1948 se incluye en la declaración de los derechos humanos el que tienen por su calidad de menores de edad a cuidados especiales. Once años después se reconocen una serie de derechos en el seno de la ONU, mismos que se detallan en 1966 y luego en 1973 en distintas convenciones y pactos, para arribar finalmente en 1979, en el año internacional de niño que da pie a la convención suscrita en 1989.
[ii] Biblia, Nuevo testamento: Mateo 19: 14-16 y Lucas 18: 16: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
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