Sí que es posible en este mundo aún permanecer y defender lo que es verdadero, lo que es puro, correcto y lo que es bueno.
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Juan 15:13, Reina-Valera 1960.
De vez en cuando, por los rincones de este mundo, me he encontrado con personas en esta tierra que me han impresionado tanto que me han dejado sin palabras. Y piensas….¿será su sonrisa?, ¿su personalidad?, ¿el brillo de sus ojos? La verdad es que no sabes ni cómo describirlo realmente.. pero intuyes que hay algo respecto a esa persona que es diferente. Y si se lo cuentas a alguien, la otra persona también sabe perfectamente de qué estás hablando, porque lo que está claro y lo que todo el mundo puede ver fácilmente es que él o ella es definitivamente diferente.
Pues esta semana he conocido JUSTO a este tipo de persona de nuevo. Y esta persona es el hombre que ha llenado los titulares y las primeras páginas de los periódicos de España y de otros muchos países, por ser lo suficientemente valiente de usar su monopatín para defender a una persona de las manos de un sangriento terrorista. Y por ello, este hombre pagó un precio muy alto, porque perdió su propia vida por ayudar a su prójimo, a alguien que no conocía, pero que estaba desesperadamente necesitada de que la socorrieran.
Nunca conocí a Ignacio y no tuve la suerte de encontrármelo en mi barrio de Madrid, pero desde luego como ciudadana de esta fantástica ciudad donde vivo y de este fantástico país también de donde yo también soy al igual que él, desde luego que me hubiera encantado conocerle y tomarme una cerveza con él y sus colegas, y que se viniera con los míos también a Huertas, o al Barrio de Salamanca o a Malasaña, porque todo lo que he leído sobre él en los periódicos me ha encantado: creyente comprometido, persona divertida, un gran profesional que luchaba por causas nobles en su trabajo, hombre de familia y de amigos, amante de los idiomas, de la escena internacional y del mundo. Y seguro que la lista podría seguir y seguir.
Pero lo que más me ha llamado la atención sobre Ignacio es que claramente era alguien verdadero, genuino y real. Esta expresión de ser genuino y verdadero cuanto más me hago mayor más me gusta porque la verdad es que ser honesto, real o genuino es difícil en los tiempos que corren. Hablar contra lo que no es correcto y contra la maldad en este mundo no nada es sencillo porque el precio que hay que pagar por ello realmente es muy costoso en todas las esferas de la vida.
Pensando en esto, me acordé de otra persona a quien admiro mucho y que me hizo este comentario cuando le pregunté cómo podía ser tan valiente respecto a un tema. Mi amigo me miró directamente a los ojos y me dijo: “No tengo nada que perder”.
¿Y sabes una cosa? Que lo que verdaderamente pienso es que lo que tú y yo, y el mundo entero está buscando y está deseando ver con todo su corazón y con todas sus ansias, es que todavía en este mundo hay personas así, con este tipo de “esencia”. Testimonios y modelos de hombres y mujeres que pueden mostrarnos con su ejemplo y palabras que efectivamente sí que es posible en este mundo aún permanecer y defender lo que es verdadero, lo que es puro, correcto y lo que es bueno. Gente que tenga el valor de hablar de una manera inteligente y positiva cuando es el momento de hablar y pueda de hecho decir las palabras mismas y de esta manera ser real y genuino y consecuente con lo que uno cree en el fondo de su ser y de su corazón.
Así que esta semana estoy muy agradecida porque a pesar del terrible dolor y del horror que hemos vivido en nuestro preciado continente europeo, esta historia ha brotado en nuestras noticias como un respigo de esperanza en medio de todos los medios de comunicación, que a menudo están sólo llenos de críticas de unos hacia otros.
Y esta semana también estoy muy agradecida por el ejemplo de Jesús, que probablemente inspiró a Ignacio mismo, por su esencia de verdad y por ser también real y genuino y verdadero y tan valiente de sobrellevar el increíble dolor físico, mental y espiritual que sufrió en el monte Calvario por todos nosotros, para defendernos de la muerte, al igual que Ignacio hizo con esta mujer. Y por esa voluntad de dar su vida y por su resurrección, Jesús derrotó todo el terrorismo y la Muerte una vez y para siempre.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados;
el castigo de nuestra paz fue sobre él,
y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Isaías 53:5, Reina-Valera 1960
Ana Calvo es la coordinadora de la Consejería de Enseñanza Religiosa Evangélica de FEREDE. Estudió en Trinity Evangelical Divinity School, Chicago.
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